El ex presidente del PP de Cataluña y ex dirigente de Vox, Alejo Vidal-Quadras, volvía este martes a la primera de sus antiguas casas políticas, al menos de visita. Era, junto al ex portavoz de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, el invitado estrella de una mesa coloquio de la segunda jornada de la convención itinerante de los populares, que recalaba en esta ocasión en Valladolid, titulada "unidad nacional y estado autonómico frente al nacionalismo" y que ya desde su título daba lugar a la polémica.
Vidal-Quadras -que agradecía con reconocida emoción a Pablo Casado, sentado en primera fila, la invitación para hablar ante el partido al que perteneció, como recordaba, tres décadas de su vida- agitaba el debate como nunca antes en el encuentro del primer partido de la oposición con una dura diatriba contra el Estado de las autonomías. "Os echo de menos" sintetizaba su estado emocional, arrancando un aplauso del público, la mayoría compuesto por antiguos compañeros de filas.
Su enmienda a la totalidad del sistema de descentralización administrativa y política de España, más propia del partido que lidera ahora Santiago Abascal que del PP, era replicada in situ por la moderadora del debate, Edurne Uriarte, diputada, miembro de la Ejecutiva Nacional del PP y una de las principales organizadoras de la convención.
La discusión se tensaba hasta el punto de que Vidal-Quadras le preguntaba con sorna a Uriarte si creía en la "lógica", a lo que la dirigente popular le contestaba que ella se basaba en los "hechos y en los datos". Todo comenzaba cuando el también ex eurodiputado del PP afirmaba que "el Estado autonómico no se puede contraponer sin más a los movimientos separatistas" ya que, argumentaba, "es precisamente su amplísima descentralización política, legislativa, administrativa, simbólica y lingüística" lo que a su juicio "ha alimentado esta lacra" que, aseveraba, "hoy pone a nuestra multisecular nación al borde de su liquidación".
Para Vidal-Quadras, todo parte de un error de "los constituyentes" de 1978, culpables a su juicio de querer contentar a los nacionalistas y sus reivindicaciones "equipándoles", se explayaba, "con una estructura dotada de parlamento, con intensos y extensos poderes legislativos, un generoso presupuesto, una bandera, un himno, un día de la patria, un gobierno, una imponente flota de coches oficiales, un voluminoso cuerpo de seguridad armado, una formidable corporación de radio y televisión, una lengua cooficial, la competencia exclusiva sobre Educación y Cultura y una ilimitada capacidad de saquear el erario".
Así, sintetizaba, "los siete padres de nuestra Constitución [entre ellos correligionarios del PP como Manuel Fraga, Gabriel Cisneros, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y José Pedro Pérez-Llorca] se entregaron, candorosamente, al redactar el Título VIII de la Carta Magna, al pensamiento mágico". Y para rematar lo que él mismo calificaba de "preámbulo poco conciliador", mostraba su "estupor" ante la ceguera de los dirigentes del PP cuando tildan de "éxito" la experiencia autonómica.
Uriarte, por su parte, le espetaba que "para mí sí van unidos, estado autonómico y unidad nacional" y ponía como ejemplos la amplia descentralización que existe en Alemania, donde "no hay un problema de nacionalismo" y también, señalaba barriendo para casa, a las autonomías gobernadas por el PP no existe ese problema. Una afirmación que, en el fragor del debate, era aplaudida con entusiasmo por el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, sentado junto a Casado.
La dirigente popular defendía que ese Estado autonómico "ha dado grandes éxitos" y que "funciona muy bien" al margen del problema que tiene nuestro país con los nacionalismos.