En Moncloa no dejan de moverse las cosas. La revolución del Gobierno de Pedro Sánchez ha llegado también a la comunicación del Ejecutivo. Esta vez será un político, y no un periodista, quien ocupe la Secretaría de Estado de Comunicación. Francesc Vallès, militante del PSC desde el año 2000 y exdiputado entre 2004 y 2016, llevará las riendas de la relación con los medios y ejecutará la estrategia de mensajes que emita el Consejo de Ministros.
Óscar López, nuevo director de Gabinete del presidente del Gobierno, no ha tardado ni 24 horas en mover sus propias cartas y ha comunicado ya a Miguel Ángel Oliver su salida.
El periodista, que había desarrollado el grueso de su carrera bajo el paraguas de Prisa, en la cadena Ser y en Cuatro, cesará en el cargo el próximo martes, cuando el Consejo de Ministros apruebe el nombramiento de Vallès.
La primera elección del nuevo equipo de confianza demuestra el carácter político ue quiere imprimir Sánchez a la segunda etapa de la legislatura, la del "Gobierno de la Recuperación".
El exdiputado del PSC es, además, primer secretario de la agrupación socialista de Reus (Tarragona). Y con él aumenta, aún más, la influencia del Partido dels Socialistes Catalans, formación independiente pero aliada federalmente al PSOE.
Amigo de Óscar López
Aun así, no ha sido por sugerencia de Miquel Iceta que el nombre de Vallès ha llegado a la mesa del presidente del Gobierno. Según las fuentes consultadas por este periódico en el seno del PSC, ha sido la relación muy cercana que mantenía con Óscar López la que le ha aupado al cargo.
En realidad, ésta es la vuelta de los dos a la política en primera línea. Porque si el nuevo jefe de Gabinete de Sánchez llevaba tres años al frente de la empresa pública Paradores, y lejos del partido, según detallan miembros de la dirección del PSOE -que no recuerdan haberlo visto desde que salió de la portavocía del Senado, al ser destituido Sánchez por el fatídico comité federal del PSOE que forzó la abstención para la segunda investidura de Mariano Rajoy-, el caso de Vallès tiene tintes sólo similares.
Este licenciado en Derecho por la Autónoma de Barcelona y máster por la de Georgetown trabajaba en la actualidad en la empresa privada, en la consultora de comunicación H+K, "entre Madrid y Barcelona". Pero él sí seguía pendiente de la actualidad política. Según explica Alícia Romero, portavoz del PSC en el Parlament, "hace menos de una semana me felicitó por una intervención en la Cámara".
La amistad de Vallès con Óscar López, de sus años de diputados, y la que ha mantenido con sus excompañeros -ahora, de nuevo colegas de profesión- le ha mantenido en contacto con la actualidad política. Y ahora le servirá para ponerse al día en una etapa muy delicada de la gestión de Moncloa. Sánchez le ha encargado hablar de recuperación, vacunación y creación de empleo.
Edulcorar el 'procés'
Pero en la semana del 13 de septiembre, está convocada la llamada "mesa del reencuentro", entre el Gobierno de la nación y el Govern catalán de Pere Aragonès. Es decir, muy pocos días después de la Diada, que los independentistas ya han comenzado a calentar, para legar con fuerza a la cita, en la que exigirán, de entrada, "la amnistía y el referéndum de autodeterminación".
Vallès conoce los resortes, y tiene buena relación con Salvador Illa, quien es ya de facto el verdadero líder del socialismo catalán, tras su victoria en las elecciones del 14-F, y el arrinconamiento de Iceta en el Ejecutivo de Sánchez, tras la remodelación. Suyas deberán ser las ideas con las que el presidente pueda ir desactivando las andanadas indepes, y con las que poder adelantarse a los acontecimientos ante las más que seguras arremetidas de la oposición contra las posibles concesiones al separatismo.
Este martes, la nueva portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, ya ha tratado de descatalanizar la rueda de prensa de su primer Consejo de Ministros. Y de desprocesizar -permítase el palabro- los términos en los que el Gobierno habla sobre temas catalanes: "Hay mucho más de los que hablar sobre Cataluña, los mismos catalanes están cansados de que sólo se hable del procés, es una región puntera en industria, por ejemplo, y debemos destacar eso", ha dicho la también ministra de Política Territorial.
López observaba desde la primera fila de asientos, justo enfrente de Rodríguez, visiblemente contenta por su nueva responsabilidad, y claramente nerviosa ante la batería de preguntas -insistentes- sobre Cataluña: "¿Va a recurrir el Gobierno el decreto del Govern sobre el Tribunal de Cuentas? ¿Hay fecha para la Comisión bilateral? ¿Qué le parece que Aragonès haya declinado ir a la Conferencia de Presidentes? Sonriente, no contestó a ninguna.
En la misma tarde de este martes, el propio López ha llamado a Vallès para comunicarle su intención de nombrarlo secretario de Estado de Comunicación, y su mano derecha en el nuevo organigrama de Moncloa. Quedan bastantes cambios más, según adelantan fuentes internas del Gobierno, y el mismo diseño de la estructura está todavía por rematar.
"Pesa más el PSC"
"Es una persona muy preparada y muy competente", apunta Romero, mano derecha -a su vez- de Illa. "Dejó la primera línea política, pero ha seguido muy cercano al PSC, y por eso estamos contentos, el partido crece en influencia dentro del nuevo Gobierno de Sánchez".
Y es cierto. Porque la degradación política de Iceta se ha compensado, y de qué manera, con el nombramiento de la exalcadesa de Gavà (Barcelona) Raquel Sánchez como ministra de Transportes, en sustitución de José Luis Ábalos. "Nada menos que la responsable de las inversiones en infraestructuras, que es una reivindicación catalana largamente desoída", continúa la portavoz del PSC. La ampliación del aeropuerto de El Prat, del puerto de Barcelona, el cierre del corredor mediterráneo de ferrocarril... recuerda.
Del mismo modo, ya desde la tarde del lunes, Oliver era consciente de su destitución. El periodista ofició como maestro de ceremonias en las comparecencias televisivas de Pedro Sánchez y del resto de ministros del Gobierno durante lo más duro de la pandemia. Pero en Moncloa se considera que no encaja en la nueva etapa, porque su imagen se ha desgastado excesivamente y el presidente quiere dejar atrás los meses más dolorosos.
Su último trabajo ha sido la organización, junto al hoy ya ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, del segundo acto de homenaje a las víctimas de la Covid, que se oficia este jueves en el patio de Armas del Palacio Real. Quizá por eso mismo, no ha sido este martes en el que se ha oficializado su salida, que este periódico ha podido confirmar en varias fuentes de Moncloa y de los socialistas.
Por cierto, aunque en esta etapa toque edulcorar los desafíos nacionalistas, el Gobierno no ha logrado que Aragonès ni Urkullu acudan a esa ceremonia civil por los más de 80.000 muertos del coronavirus, que presidirá el Rey.