José Manuel Albares viene directo de París, de la embajada española que ha dejado vacante, para hacerse cargo de los Asuntos Exteriores de España "en un momento crítico". Y no sólo porque el mundo está envuelto en "una terrible pandemia, que ha derivado en una crisis económica y social, que si no cuidamos, puede derivar en otra diplomática", tal como dijo el nuevo ministro en su toma de posesión.
También por una cosa que comenta una persona muy cercana a Albares: hay que ponerse "manos a la obra" para revertir "todos los errores" cometidos durante la gestión de Arancha González Laya.
Hace sólo 18 meses que la ex jefa de gabinete del director de la Organización Mundial de Comercio (OMC) tomó posesión como ministra de Exteriores. Su misión, dijo, enfocar las relaciones hacia la "diplomacia económica", para expandir nuestras empresas, oportunidades a influencia en el mundo.
Su balance, por el contrario, lo hace un alto funcionario experto en política exterior y muy cercano al presidente: "En este tiempo, hemos terminado de desaparecer en Latinoamérica, donde nuestra opinión casi ni cuenta; no hay programa transatlántico con Estados Unidos, el peso en la Unión Europea es ridículo -y eso que tenemos a Josep Borrell como Alto Representante- y, sobre todo, la tensión con Marruecos es lo más cercano a un enfrentamiento directo".
Por ejemplo, Albares no podrá tardar mucho en tomar postura sobre la crisis en Cuba. Miles de personas salieron este domingo a las calles con un sólo lema, "Patria y vida", contrapuesto al de la revolución, "Patria o muerte".
Sin vacunas contra la Covid, sin comida en los mercados, sin medicamentos ni suministros... la única respuesta que han encontrado del dictador Díaz Canel es su llamamiento "a los revolucionarios" para que salgan a las calles a defenderle.
Joe Biden ya ha hablado. El Gobierno de España permanece en silencio.
Los asesores de Sánchez saben que España ha perdido predicamento en Latinoamérica. La política con Venezuela se ha dejado en manos de la Comisión Europea... y Borrell aboga por la negociación con Nicolás Maduro, rechazada por la oposición. Y que este lunes se volvió a demostrar inútil, tras el último (y fracasado) asalto de las fuerzas del régimen a la casa de Juan Guaidó para detenerlo.
El Ministerio decidió destituir al embajador en Caracas, Jesús Silva. A su puesto se llevó a Juan Fernández Trigo, el que estaba en La Habana y nombrar para Cuba el primer embajador político en 40 años... un tal Ángel Martín Peccis, cooperante y asesor en la negociación con los narcoterroristas de las FARC en Colombia.
Aún con Donald Trump en la presidencia, Estados Unidos, que es el otro país del mundo con influencia directa sobre Venezuela, perdió su confianza en España. Y la cosa no ha mejorado desde la llegada de Joe Biden, pese al trabajo incansable desde el PSOE con el Partido Demócrata. Sánchez trabaja ahora para que el inquilino de la Casa Blanca lo reciba en algún momento. Pero, de momento, viaja en dos semanas a EEUU sin esperanza de incluirlo en su agenda.
Con Rabat, a peor
En el entorno de Pedro Sánchez, en todo caso, hay un empeño poderoso en que nadie interprete la caída de la ministra como una ofrenda a Mohamed VI. Si Laya ha caído es por un cúmulo de errores y fracasos... sólo el último -aunque el de consecuencias más graves- fue la acogida al líder de Frente Polisario, Brahim Ghali, hecho pasar a España sin cumplir las leyes (no se le registró el pasaporte) y descubierto por los servicios secretos marroquíes.
La realidad es que la relación con Marruecos ha ido de mal en peor desde la llegada del presidente socialista, el primero en democracia que no eligió Rabat como su primer viaje al tomar posesión. Pero casi todas de las culpas hay que apuntarlas en la hoja de servicios de Rabat y su régimen. Otra cosa es que no se haya arreglado nada por iniciativa de Madrid y su ministra.
Así lo opinan las fuentes consultadas y así lo dicta la hemeroteca: oleada de cayucos a Canarias, clausura de la Operación Paso del Estrecho, aislamiento aduanero de Melilla, suspensión de la Reunión de Alto Nivel (RAN) en varias ocasiones y ahora ya sine die... sólo hay una acción concreta en lo tocante a la relación con Rabat que impulsó González Laya y salió rematadamente mal: el caso Ghali. Tan mal que hoy está judicializado, con acusaciones cruzadas entre Defensa, Exteriores y Transportes.
Curiosamente, de ese triángulo sólo Margarita Robles ha sobrevivido en la escabechina gubernamental organizada por Sánchez este sábado. Y tal como contaron las crónicas de este periódico en primicia, precisamente, Defensa fue el Ministerio que en menos líos se metió cuando, de repente se encontró con que un avión militar argelino se adentraba en el espacio aéreo español, sin programa de vuelo comunicado y sin comunicar ruta ni pasaje al controlador militar que lo detectó.
La salida de Ghali, en un jet privado alquilado y de madrugada, fue calificada de "burla" por Rabat, que amenazó con romper relaciones.
Pero lo cierto es que Laya no fue capaz de engrasar los contactos con su contraparte marroquí en ningún momento de sus 18 meses en el puesto. Y la escalada de los desplantes de Rabat no dejó de crecer.
"Para empezar, Albares sí le cogerá el teléfono a Burita", el ministro marroquí de Exteriores, "y eso ya es un avance". Además, el nuevo jefe de la diplomacia española es eso, diplomático de carrera, y viene de ocupar la legación en Francia. El país galo es el que, de verdad, ejerce de enlace de Marruecos con la Unión Europea. Y no sólo por el idioma. Si por París fuese, no habría problema con lo del Sáhara y se forjaría una pinza muy perjudicial para España.
Y es que la ofensiva de Marruecos no es sólo con España, sino con toda la Unión Europea, con el único objetivo de que se le reconozca la marroquinidad del Sáhara. Por eso, ya ha roto relaciones con Alemania, incluso antes de la invasión de 10.000 personas de improviso el pasado mayo. Pero aunque el Gobierno español tratara de rebajar tensiones, sólo la intervención del amigo americano paró los pies del rey alauí.
Y, según las fuentes, la gestión se llevó a cabo en Defensa, departamento que sí mantiene buenas relaciones con Washington gracias a las misiones militares de la OTAN.
Lo primero que hizo Albares este lunes, al recoger su nueva cartera de manos de Laya, fue insistir en las buenas relaciones que debemos tener "en la vecindad sur". Es decir, "antes que nada, con Marruecos". O sea, un país que no es sólo "vecino y socio", como sostenía su antecesora, sino "buen amigo". Aún le queda mucho, por eso dijo "manos a la obra".
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