Pedro Sánchez cree tener atado el visto bueno de la Comisión Europea a su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Entre otras cosas, porque se ha elaborado siguiendo las directrices de lo aprobado el año pasado, en la larguísima cumbre del mes de julio que dio a luz el fondo de ayudas de 750.000 millones de euros.
Los últimos detalles se han redactado casi al dictado de las exigencias de Bruselas, salvo en tres aspectos clave que pueden hacer encallar el proceso: las reformas de las pensiones, la fiscal y la laboral.
Como ya informó EL ESPAÑOL el pasado mes de enero, Moncloa envió a Bruselas un documento ambiguo para evitarse peleas internas en el Consejo de Ministros, del que aún formaba parte Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos.
El "componente 23" de las 30 fichas que mandó el Gobierno se retrasó más de un mes para elaborar un texto que pudieran aceptar tanto los ministros del PSOE como los de Unidas Podemos... que no están -ni de lejos- de acuerdo en qué hacer en materia de jubilaciones, impuestos o mercado laboral.
El viernes que viene, 30 de abril, es el último día para llevar los papeles definitivos a la Comisión. Y fuentes del Ejecutivo aseguran a EL ESPAÑOL que Bruselas dará su visto bueno, aunque el documento no dé los detalles de cómo y cuándo se hará cada una de esas tres reformas. "A Bruselas no le valdrán esbozos", advierte una fuente autorizada del Parlamento Europeo, "y aunque es cierto que tampoco exigirá la reforma hecha, sí querrá compromisos".
Pero Moncloa sí teme la reacción de los socios europeos. Después de la Comisión, son los Estados miembros los que revisen los pliegos. Y todos, los Veintisiete, pueden parar el Plan de Recuperación de los demás.
El tribunal de los 'frugales'
Esas fuentes europeas advierten de que el examen de la Comisión es importante. Pero que, siguiendo el símil escolar, se ha hecho con los apuntes delante, "al dictado del profesor". El que puede ser más duro y hacer encallar todo el proceso por el que España vaya recibiendo los 140.000 millones prometidos, se pasa ante un tribunal en el que están sentados, también, los países frugales.
Austria, Dinamarca, Suecia y Países Bajos ya pusieron reticencias en el verano de 2020 a mutualizar su deuda con los países "manirrotos" del sur... para favorecer, sobre todo, a dos de ellos: Italia y España, los que más sufrieron el primer embate del coronavirus. Y ahora querrán repasar con detalle qué se va a hacer con el dinero de sus contribuyentes antes de dar el aprobado.
Sin embargo, el Ministerio de Seguridad Social de José Luis Escrivá ya ha advertido de que la reforma de las pensiones, esbozada en el Pacto de Toledo, "se sigue negociando en el marco del diálogo social". Y por el momento, los sindicatos se niegan el retraso de la edad real de jubilación mientras que los empresarios rechazan los planes de destopar las cotizaciones de los sueldos más altos.
Por su parte, Hacienda se ha parapetado en "una comisión de expertos" que tiene "hasta febrero de 2022 para presentar sus conclusiones". Es decir, que María Jesús Montero no entrega ni calendario ni contenidos, más allá de las buenas intenciones y las promesas.
Y en el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz el problema es de pura política: ella querría derrumbar la reforma laboral que aprobó el Gobierno del PP en 2012. Pero ni el acuerdo de coalición se lo permite ni su jefa económica, Nadia Calviño, está de acuerdo. De ahí el texto ambiguo que recibió Bruselas el pasado 18 de enero.
...y de ahí las últimas reuniones de esta semana.
Este viernes, Valdis Dombrovskis, se conectó telemáticamente con la vicepresidenta segunda Calviño... sólo un día después de verse en Bruselas con Díaz, la tercera. Ambas se citaban con el comisario europeo de Asuntos Económicos para darle detalles de palabra sobre la reforma laboral que aprobará el Gobierno "por fases", según Economía, de aquí a final de año.
Un mes "intensísimo"
Y sobre todo, ambas se vieron con el comisario económico para que sus explicaciones suplieran las "difusas" concreciones que, hasta ahora, incluye el borrador del Plan de Recuperación que se aprobará este martes en el Consejo de Ministros.
Hace un mes, Moncloa tenía la intención de exhibir músculo ante Europa. El plan era que Pedro Sánchez viajara a Bruselas y fuera el primer jefe de Gobierno que entregara el documento a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Pero la cosa se fue retrasando, a la vista de las continuas exigencias de concreción por parte de los equipos técnicos que negociaban con cada Ministerio. Fuentes oficiales del Ejecutivo confiesan a este diario que el último mes ha sido "intensísimo, un continuo intercambio de papeles", respondiendo a los requerimientos de las instituciones europeas.
Desde la Vicepresidencia segunda se reconoce la falta de concreción de estas tres reformas, pero se alega que no tiene sentido "llevarlas hechas", que bastará mostrar los objetivos y el calendario. Pero el citado eurodiputado recuerda que lo que "hasta ahora han sido recomendaciones, en esta ocasión son exigencias de la Comisión" para librar los fondos.
Aunque en el equipo de Calviño se da por hecho que, cuando sean los gobiernos de los socios europeos los que deban darse el ok los unos a los otros, entre bomberos no se pisarán la manguera.
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