"A un socialista le va mejor con Isabel Díaz Ayuso gobernando". El presidente del PP, Pablo Casado, estaba pletórico, se sentía en su salsa, con todos los focos sobre él, en la inauguración del XV Congreso Nacional de las Nuevas Generaciones del PP. De donde él viene, rodeado de los nuevos que toman el testigo -con Bea Fanjul como futura líder-, los recién llegados -con Toni Cantó aplaudiendo feliz en primera fila-, y de los que hoy copan a su lado las estructuras de poder del PP, su generación, la de Ayuso.
"Ella baja impuestos, les permite elegir colegio y hospital... estoy seguro de que un socialista no quiere que sus socios tiren piedras a otros líderes políticos", continuó Casado pletórico. "No, estoy convencido de que nuestros adversarios no quieren eso".
El presidente del PP ha encontrado, por fin, el tono en el que hablar para unir "la batalla de las ideas" con "las cosas de comer". Ese reproche que le hizo Cayetana Álvarez de Toledo el día que se fue (o la fueron) de la dirección del grupo parlamentario puede dejar de tener sentido si la operación adelanto electoral de Ayuso convierte el lema "La revolución de la libertad" que presidirá este congreso de jóvenes cachorros populares en "una mayoría cómoda para seguir defendiendo nuestras ideas".
Y es que desde el poder se explica uno mejor. Si no, que se lo digan a Pedro Sánchez. Llegó a la Moncloa con 85 diputados y en los pocos meses en los que sólo ocupó el puesto de presidente -porque no pudo sacar una sola ley adelante- ya logró establecerse como dominador de la agenda política y, claro, ganar las elecciones casi doblando al PP.
Viento de cola
Un PP de Casado que, ahora que Díaz Ayuso no sólo gobierna, sino que tiene el viento de cola por el enfrentamiento casi personal entre ella y el jefe del Ejecutivo nacional, dice que sus ideas se resumen en "la defensa de la libertad de cada uno" y que por eso "en ellas caben todos: los humanistas cristianos, los conservadores, los reformistas... y hasta los socialdemócratas", como dijo la lideresa madrileña.
"Porque si Madrid es tan inhumano, machista, borracho, racista e insolidario, ¿por qué aquí vienen trabajadores, empresas, estudiantes, turistas, refugiados y gente de toda España y del resto del mundo?". Una enmienda a la totalidad al marco dialéctico elegido por Pablo Iglesias en su campaña negra.
Casado y Ayuso, amigos y residentes en Madrid desde hace 15 años, "cuando llegué desde Valladolid a estudiar para diplomático y acabé metiéndome en Nuevas Generaciones" -contó el presidente popular-, se mostraron fidelidad y se volcaron el uno con el otro. Se sienten ganadores, apoyados en el contraste de las políticas de Moncloa y la Puerta del Sol. Y el líder de la oposición se subía al empuje de su mejor ariete contra Moncloa, al mismo tiempo que ella le tomaba la palabra de la presentación de campaña.
Si entonces el líder popular vinculó "a la gran victoria de Isa el 4 de mayo" su eventual "llegada a la Moncloa en poco tiempo", esta vez fue ella la que le dijo que "a partir del 5-M es tu turno". Como dando por hecho que la apuesta es segura, que tendrá "una mayoría que le permita gobernar sin perder el tiempo en negociar cosas", auguró él, y que "esta es la batalla, la que nos enorgullece, porque la libertad es lo mismo que nos une aquí a todos", apuntó ella en referencia al exciudadano Toni Cantó, hoy en sus filas.
"Porque yo reto a cualquiera que me diga un dirigente del PP de más de 40 años que no haya pasado por dos o más partidos", espetó Casado, con orgullo, "este partido se refundó con la suma de tres en 1989, pero ya habían venido muchos... somos la suma de todos los que apuestan por el emprendimiento, la iniciativa individual y la igualdad de oportunidades".
Cambio de paradigma
La publicación de sondeos, cada vez más a favor de la candidatura de Ayuso, ha cambiado la inercia del partido. Y todo lo que antes eran mensajes en negativo -"el asalto", la "reconquista de lo perdido", la "OPA hostil al centro derecha"- ahora se vende en positivo, como "la consecuencia de tener unos valores en los que todos caben".
En definitiva, la batalla de las ideas. Y en estas elecciones anticipadas que nadie se esperaba, el poder de presidir Madrid, la Comunidad más mediática de todas, y de presidirlo así, dando la batalla a Sánchez, ha insuflado ánimos a los populares: "Ellos mienten, la 'V' asimétrica para salir de la crisis que nos vendían es la 'M' de la mentira: nos mintieron con las mascarillas, con los fondos europeos, con los muertos, nos mintieron con la recuperación y ahora con las vacunas", dijo Casado.
Y es que el líder popular se empeñó en demostrar que la "guerra cultural que nos reprochaban que no dábamos" es, en realidad, "el día a día, las políticas liberales, las que tratan a los ciudadanos como adultos y no ofrecen subvenciones que pretenden adoctrinar sino oportunidades para que cada uno decida qué quiere hacer con su vida".
"Sanchismo o libertad"
Otra cosa es que esta euforia de las sonrisas, estos escenarios a ladrillo visto, la reivindicación de que "empezamos jóvenes y hoy somos el partido de los jóvenes", las magas subidas y los vaqueros, el vídeo de la candidata haciendo running por su "Madrid abierto", puedan hacer que Ayuso, que gobernó sin ganar, triunfe y no gobierne el 4-M. Ganar perdiendo, perder ganando.
Y por eso tanto el líder como la lideresa, se afanaron por ningunear a Gabilondo y ofrecer indicios - si no pruebas- de que la dicotomía de "comunismo o libertad" incluye a todo lo que no es el PP en un lado -"los que nos dividen, nos colectivizan y enfrentan a Vallecas con Salamanca"- y a ellos como defensores del otro.
"Yo os digo que esto es sanchismo o libertad", concluyó Casado, después de ridiculizar al presidente: "Qué mal lo ven si después de iglesias y Gabilondo tienen que llevar a Sánchez a Senegal y Angola a presentarse como candidato contra Isa".
Porque desde el poder, o desde su expectativa cierta, se comunica mejor, y si el líder del PSOE ha elegido tutelar la campaña de su cabeza de cartel, Ayuso y Casado han aceptado el reto: "Tenemos un 40% de paro juvenil, un 18% de abandono escolar, desde que gobierna Sánchez si España lidera un estadística es para mal", dijo ella. "Es que por culpa de las malas ideas hay malos resultados", cerró él.