Un presupuesto de 600 millones de pesetas. Un Goya a la mejor película. ¡Un Óscar! Globo de Oro, premio César… Ése es el poderoso legado de Todo sobre mi madre, la película con la que Pedro Almodóvar conmovió a los espectadores en 1999. Hizo algo típico en él: dar un aldabonazo en la conciencia social respecto a un asunto que luego inundaría el debate público. La transexualidad.
Todo sobre mi madre fue, en cierto modo, una resaca libérrima de La Movida. Lola y Agrado -personajes que capitalizan el argumento- son dos mujeres que nacieron hombres. Dos mujeres valientes y desacomplejadas en cuya aventura trasluce la lucha por los derechos del colectivo trans. Y Lola, ¡a veces la política parece novela!, fue interpretada por el hoy dirigente de Ciudadanos Toni Cantó.
El actor valenciano relata ahora a este diario sus recuerdos de aquel rodaje, opina sobre el proyecto de ley alumbrado por Unidas Podemos y revela lo aprendido durante la inmersión en el personaje de Lola.
A lo largo de los últimos meses, por cierto, ha tenido que escuchar que hoy ya no conviene que un trans sea interpretado por alguien que no lo es y que la literatura de un negro no debe ser traducida por un blanco. Lo que más le subleva: “La utilización del colectivo por parte de la izquierda. En vez de apoyarles, los utilizan como arma arrojadiza”.
En 1999, cuando se estrenó la película, Cantó tenía 34 años. No era ni mucho menos un novato, pero tampoco había alcanzado el reconocimiento que logró después. “Me llamaron para una prueba. Recuerdo que se hizo con maquillaje y vestuario. La lectura fue con Pedro -Almodóvar-. Yo estaba aterrorizado. Enfrentarte a un talentazo así impone mucho. Ilusión y miedo”, apunta el portavoz de Ciudadanos en la Comunidad Valenciana.
Durante esta charla, Cantó menciona en varias ocasiones la importancia que Juan Pedro Hernández -responsable del maquillaje- tuvo en esa película. En el caso del actor valenciano, la caracterización resultó clave.
El rodaje
-¿Qué vio Almodóvar en usted?
-No lo sé. ¡Habría que preguntárselo a él! -ríe-.
-¿Había representado antes a una persona trans?
-No, pero sí tenía experiencia en andar con tacones. Había hecho un Don Juan en el Centro Dramático Nacional con un grandísimo director, Bob Wilson. Mi figura era un poco andrógina y yo iba con tacones.
-¿Cómo practicó para convertirse en Lola?
-Hubo mucho trabajo en casa, pero fueron importantes los ensayos con Pedro. Es muy, muy perfeccionista.
Lola -Toni Cantó- no cuenta con demasiadas secuencias en la película. Su nombre resuena en todo el largometraje porque encapsula las líneas maestras de la trama, pero su aparición llega al final. Entonces, algunos críticos lamentaron que Cantó no hubiese tenido más espacio en pantalla.
Cantó, en su entrevista con este periódico, dice: “Ojalá hubiera sido así. El rodaje se me hizo muy corto. No olvido el primer día, la escena en el bar. Comí con todo el equipo. Por allí estaba Penélope Cruz, me encantó conocerla. Y también Fernando Fernán Gómez. Pedro sabe rodearse de mucho talento”.
Una anécdota: más tarde, Cantó no pudo asistir con sus compañeros a la ceremonia de los Óscar. Justo después de Todo sobre mi madre, empezó a rodar Siete Vidas: “Tuvimos que hacer varios pilotos porque el primero no funcionó. En España no había experiencia en la producción de sitcoms”.
¿Regresión social?
-En aquel momento, imagino, el colectivo tenía muchos menos derechos que hoy.
-Sucede algo curioso… Por un lado, sí, la respuesta es evidente, pero por el otro… Tengo la sensación de que España ha perdido libertad. No sé si volveremos a lograr un Madrid tan libre como el de mediados de los ochenta.
Cantó llegó a la capital por esas fechas para hacerse hueco en el mundo de la interpretación: “Conocías un montón de trans, vivían de manera libre, la gente no se metía con el colectivo. Claro que hemos avanzado, pero me preocupa ese clima de regresión”.
Hablando en plata: Cantó no cree que ahora fueran posibles aquellas obras de teatro, aquellas películas, aquellas letras de canciones… “¡Hoy te jugarías la cárcel y el linchamiento! Yo era un niñato de Valencia que se encontró con todo eso. Alucinaba cada día. Me entristecen mucho la autocensura y el neopuritanismo”.
“El colectivo trans necesita ayuda, una acción política positiva. El estigma que sufren es muy fuerte. La izquierda y la extrema izquierda los utilizan como arma arrojadiza. Dos sectores del feminismo combatiendo entre sí… Pero, ¿quién pierde? El colectivo trans”, asevera Cantó.
-¿Qué aprendió de aquella inmersión?
-Una inmensa lección de valentía. Afrontar la vida desde ese lugar es tremendamente valiente. Me he acordado estos días viendo una serie brutal, Transparent.
-¿Cuál es su postura sobre la ley trans de Irene Montero? La ministra pide que no hagan falta informes médicos ni psicológicos para cambiarse el sexo en el DNI. Tampoco autorización paterna a partir de los 16.
-No estoy de acuerdo. Debemos confiar en los profesionales. La presencia de los psicólogos en ese recorrido es importante. Una garantía de que la decisión no se toma a la ligera.
-¿Qué piensa cuando se dibuja a Ciudadanos como un partido transfóbico?
-Estoy curado de espanto. Una vez, en una manifestación LGTBI, me insultó una persona que llevaba una camiseta del Che, que fue un homófobo de mil pares de narices. Muchas de las organizaciones del colectivo están politizadas, polarizan el mensaje e intentan echarnos a algunos de esas reivindicaciones. Todos los partidos deberíamos estar de acuerdo en un listado de mínimos en el apoyo al colectivo trans.
Desde determinadas organizaciones -políticas y sociales- se critica que un cis represente a un trans, como hizo Toni Cantó con Lola en Todo sobre mi madre. “Es una locura, de verdad, una locura. Leí el otro día que no iban a dejar a un blanco traducir a un negro. Falta de libertad, prejuicios… Son preocupaciones de los ofendiditos del primer mundo. Entonces, ¿yo sólo puedo interpretar a Cantó? ¿Dónde queda el arte de la interpretación?”, rebate.
“¿Se necesita un Rey para interpretar al Rey Lear? ¿Y a un asesino para representar a un asesino? ¡Qué locura es esta!”, insiste el dirigente de Ciudadanos, que “por supuesto” volvería a aceptar el papel de Lola.