Lo único que les falta en el PSC es saber contra quién juegan "la final". Porque, de hecho, los socialistas catalanes ya sólo piensan en "ganar la copa" el próximo domingo 14-F, a la hora en que se abran las urnas. Estas metáforas futboleras son del equipo de campaña del exministro de Sanidad, Salvador Illa, cuyo desembarco como candidato del PSC a las elecciones autonómicas que se celebran en una semana, revolucionó la campaña, colocando en la cabeza de la mayoría de encuestas a un partido que hace muchos años que no aspiraba siquiera a soñar con ello.
Este sábado comenzó la última semana de campaña, la recta final de una carrera que el propio Miquel Iceta -hasta hace poco más de un mes, candidato "indiscutible" del PSC, y hoy ministro- reconocía que "comenzó el pasado 30 de diciembre, cuando anunciamos nuestra decisión". Es decir, cuando finalmente aceptó el premio de consolación de ser ministro a cambio de renunciar a su ilusión de presidir la Generalitat. "Teníamos un candidato [en mí], pero no un president", admitía Iceta en Salou (Tarragona), "y ahora tenemos al mejor".
Sea o no cierto que Illa es el mejor, lo cierto es que Pedro Sánchez apostó al todo o nada con él. Lo sacó de la gestión de la pandemia de la Covid en el peor momento, confiando en su imagen de hombre cabal y mesurado, y en su capacidad de mirar al centro para arrebatarle votos a Ciudadanos. Y desde el primer día, los sondeos demostraron que sí, que existía un "efecto Illa".
Este sábado el presidente quiso jugar con las palabras y cambiar el "efecto" por el "afecto Illa", ése que dijo que tiene el candidato socialista "por todos los catalanes, vengan de donde vengan, hablen el idioma que hablen, y piensen lo que piensen".
Semifinal "por goleada"
La estrategia de este fin de semana es la de dividir los papeles. Sánchez atacó a Esquerra para arrebatarle votos "de justicia social", acusando los republicanos de "blanquear los recortes de la peor derecha catalana" en una "década perdida". Y el exministro Illa atacó a Ciudadanos por "decepcionar a los que se ilusionaron con el cambio en 2017", para pedirle "el voto prestado" a sus electores.
Así, abarcándolo todo, se prepara el PSC para esta última semana en la que confían en aclarar finalmente contra quién se jugarán la final. "Cuando Illa llegó, el PSC se jugaba la primacía entre los constitucionalistas, el tercer puesto en las urnas, a ver si le ganábamos a Cs... y los hemos derrotado ya por goleada", explica una fuente autorizada de la campaña socialista.
Pero queda la final, y ésta es a cara de perro contra un partido independentista: a esa "peor derecha catalana" de JxCat, es decir, del fugado Carles Puigdemont, o esos "blanqueadores de los recortes en sanidad y educación para crear unas estructuras de una república inexistente" de Esquerra Republicana. A ambos le dieron duro tanto Sánchez como Illa en Salou, porque el mensaje fuerza del exministro es que él quiere "reencuentro" y "no mirar atrás", pero sobre todo quiere "derrotar a quienes han dividido a este país y lo han dejado, además, en las peores condiciones".
"Mejor JxCat de finalista"
Según el equipo de Illa, "ahora falta saber si nos jugaremos la final contra ERC o contra JxCat". Y aunque los republicanos sean sus socios en el Congreso de los Diputados, lo cierto es que el PSC prefiere medirse en el cara a cara final con la lista de Laura Borràs, "que ha vuelto a agitar el unilateralismo, reivindicando la DUI".
Para los socialistas es más sencillo medirse a JxCat, por su doble condición de rivales: son independentistas y de derechas. "Así es más sencillo mandar nuestro mensaje de izquierdas", aseguran las citadas fuentes, que si las últimas encuestas y los trackings de los últimos días -que manejan los partidos en privado- acaban indicando que el rival es Pere Aragonès, o lo que es lo mismo el condenado Oriol Junqueras.
"El pragmatismo en el que navega ahora Esquerra exige mensajes más elaborados", admiten estas fuentes. Que además saben que entre el electorado sigue presente "la sospecha" de un posible tripartito con PSC, En Comú Podem y los republicanos. Illa lo ha negado hasta la saciedad: no apoyará un Govern presidido por un independentista, no habrá consejeros separatistas en su Govern, y sólo habla de "replicar en Cataluña lo que ya está funcionando en España". Es decir, un Ejecutivo en minoría con los morados.
"Nosotros ya ganamos nuestra semifinal, ahora falta la que se juega en el campo indepe", concluyen las fuentes del equipo electoral de Illa. Y en la final, confían en encontrarse a los de Puigdemont, a los que ven más fuertes de lo que dice el CIS. "El último barómetro flash creemos que infravalora su predicamento", como ocurrió en 2017, cuando parecía que la fuga a Bruselas hundiría al expresident y acabó remontando en la última semana, para acabar por encima del ya detenido Junqueras.
Hay una última razón por la que el PSC prefiere a JxCat como "enemigo por la copa". Y es que, dada la configuración de las circunscripciones, "ERC tiene menos prima de escaños, y si te gana en votos es casi seguro que también lo haga en diputados". Sin embargo, con los de Borràs es más posible que el PSC, si pierde en escaños, aún pueda ganar en votos y justificar que Illa se presente a la investidura, "proclamándose ganador".
Queda una semana para ver quién tiene la quiniela premiada. Pero Sánchez, Iceta y, sobre todo, Illa, han demostrado, al menos por ahora, mucho acierto.