El equipo de Nadia Calviño responde ya, muchas veces, exasperado ante cada una de las batallas que les plantea el entorno de Pablo Iglesias. La última, la que provocó ayer tres filtraciones y dos desmentidos además de un anuncio en la rueda de prensa del Consejo de Ministros calificado de falaz por la mitad morada del Gobierno.
¿Se prohibirán los cortes de suministros básicos? Parece que sí, y que en eso no hay discusión en el seno del Ejecutivo. La bronca "está en el cómo", según las fuentes socialistas. "Se llevan negando desde finales de septiembre", contestan en el lado morado. "Si los quieren prohibir, ¿por qué lo quitaron del decreto entonces?".
Y es así con todo. Con la prohibición de los desahucios. Con la subida o congelación del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en 2021. Con "la derogación de la reforma laboral" del PP de 2012, que unos quieren que sea mejora de la reforma y los otros "un desmantelamiento que no deje de ella ni los palos del sombrajo". Con la reforma de las pensiones, que costó dos años acordar en el Pacto de Toledo y ahora "se boicotea con filtraciones interesadas" cuando todo lo que se propone en este campo "sólo se hace con acuerdo social y de modo muy gradual".
En el equipo económico de la vicepresidencia tercera están decididos a evitar la argentinización de la economía española. "No se puede instalar la cultura del impago, de que no pasa nada por no pagar", explica un portavoz de Calviño. "Si llegas a eso, te plantas en la América Latina de 2012", la de los defaults y los corralitos.
Y es que cuando en Unidas Podemos acusan a la vicepresidenta económica, o a José Luis Escrivá, titular de Seguridad Social, o a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, de "no querer proteger a los vulnerables", la respuesta es: "Ésa no es la discusión, claro que queremos, éste es un Gobierno de izquierdas, pero hace falta dinero para poder repartirlo, no queremos que huya".
Y es que es eso precisamente lo que se define como argentinización de la economía, las medidas peronistas, populistas, urgentes y de parche que buscan más tapar un problema que solventarlo a largo plazo. La huida de capitales se podría dar en España, advierten, por una conjunción de medidas agresivas y, sobre todo, "de la ausencia creciente de seguridad jurídica"... que es más una sensación que un hecho.
Ejemplos
Y esa condición tan subjetiva es lo que ya detectan que puede estar empezando a instalarse como síntoma de la inestabilidad interna del Ejecutivo. En el lado socialista del Ejecutivo creen que tanto ruido en un entorno global tan volátil ya es perjudicial. "A Unidas Podemos les gusta tenerla como enemigo", explican fuentes del entorno de Calviño, "y con brocha gorda, lo que quieran; pero si bajamos al matiz, la realidad es que su discurso no se sostiene".
Escrivá, por ejemplo, no quería correr con el Ingreso Mínimo Vital. Se daba un año para estudiar bien la situación, pero la pandemia "y las presiones de Iglesias" lo aceleraron. Hoy, la medida lucha contra su fracaso pues no llega a los 200.000 beneficiarios del millón de solicitudes.
En Economía hay un "compromiso firme" con la subida del SMI al entorno de los 1.200 al acabar la legislatura, "pero no parece el momento este año, con la que está cayendo y tras subirlo un 27% en dos años", aseguran en su equipo. Pero Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, quiere imponer un alza, siquiera simbólica... y parece haber convencido al presidente.
José Luis Ábalos no quería intervenir el mercado del alquiler: su secretario de Vivienda, David Lucas, prefería jugar con los incentivos fiscales. Pero Iglesias lo impuso como condición de última hora para el acuerdo de los Presupuestos. Precisamente la ley que le ha dado tanto poder al líder de Podemos hasta ahora... y se lo puede quitar a partir de enero.
"Todos quieren estar"
"Estos Presupuestos no se los quiere perder nadie", comentaban fuentes del Gobierno durante la negociación con los grupos parlamentarios, antes incluso de que se conociera que el techo de gasto para 2021 alcanzaría los 196.097 millones de euros, un 53,7% más que en este 2020.
¿Y por qué nadie se los quería perder? Porque los grupos que conformaron la llamada "mayoría de la investidura" intuían que habría para todos. Y que cualquier oposición a estas cuentas se podría desmontar dialécticamente con facilidad: "Son los Presupuestos de la recuperación, todos tenemos que arrimar el hombro". Con eso le bastó al presidente Pedro Sánchez para desacreditar las llamadas de atención del Partido Popular.
Con eso y con el contraargumento ad hominem que usó el lado morado, dirigido por Pablo Iglesias. A cualquier aviso de los portavoces económicos del Partido Popular -la deuda pública "se dispara al 130%"; las reglas fiscales se levantan "sin el plan de consolidación que marca la ley" para estos casos; el déficit alcanza los "dos dígitos"; los impuestos no sólo no se pueden subir, "se deben bajar"...-, el vicepresidente segundo respondía acusando Pablo Casado de "una campaña barriobajera para echarnos del Gobierno".
"Más cómoda"
Incluso, cuando Ciudadanos todavía trataba de incluir "líneas naranjas" en las cuentas públicas, en Unidas Podemos daban palmas. Dando por seguro que acabarían por echar a los de Inés Arrimadas de la foto, el empeño de Cs en "no levantarse de la mesa" alimentaba el discurso de que "todos quieren firmar estos Presupuestos".
Después de lograr la incorporación de Esquerra y Bildu a la "dirección de Estado", Iglesias ha de vivir en el equilibrio de su doble coalición: la que le llevó al Gobierno, con el PSOE de Sánchez, y la que quiere que le mantenga, con los separatistas de izquierdas vascos (5 escaños) y catalanes (13). El mensaje al presidente es que ya no aporta 35 diputados, sino 53.
...quizás por eso Calviño dijo, incluso cuando Ciudadanos ya se había ido, que ella habría preferido contar con los liberales "e incluso el PP" en las cuentas de 2021.
Fuentes de la vicepresidencia económica afirman a este periódico que ella mantendrá el liderazgo en este campo sin reparo en dar todas las batallas que hagan falta "para asegurar el objetivo de crecimiento estable y creación de empleo". Todo, a la espera de que esa aprobación de los Presupuestos, con el cambio de año, anuncie una nueva etapa en la que Unidas Podemos pase a tener menos influencia y Sánchez no ceda en tantas ocasiones a sus presiones.