El 8 de diciembre del año 2000 fue una fecha histórica en la lucha contra el terrorismo de ETA. En la Moncloa, PP y PSOE se reunieron para sellar el Pacto Antiterrorista, por el que los dos grandes partidos nacionales se comprometían a combatir y a no utilizar electoralmente la violencia etarra.
Javier Arenas, entonces secretario general del Partido Popular, tuvo el honor de estampar la firma que quedaría sellada en el documento. Junto a su rúbrica, la de José Luis Rodríguez Zapatero.
El acuerdo fue fruto de un consenso entre socialistas y populares en materias de Estado que, con el tiempo, se ha diluido como un azucarillo. Sin ir más lejos, Zapatero defiende ahora que el Gobierno pacte con EH Bildu la aprobación de los Presupuestos ("engrandece la democracia", dice), mientras que Arenas lo ve con "preocupación": "Que ETA haya dejado de matar no nos puede conducir al olvido".
El histórico dirigente del PP considera que la integración de Bildu en la primera línea de la política española "no es acorde con el espíritu que inspiró ese pacto". Y es que, según resalta, la coalición que coordina Arnaldo Otegi "tiene pendiente un arrepentimiento sincero, así como una condena de la violencia de ETA": "Eso es todavía una asignatura pendiente que debemos resolver en beneficio de las víctimas".
Han pasado veinte años, pero Javier Arenas recuerda con nitidez la escena. Por su cabeza todavía bullen algunos de los pensamientos que entonces le asaltaban: "Recuerdo que dos meses antes, en octubre, acababan de asesinar al fiscal Luis Portero; todos estábamos deseando que la violencia de ETA terminara rápido".
Y aunque el cese definitivo de la violencia de la banda terrorista tuvo que esperar 11 años más, Arenas defiende la necesidad y conveniencia del pacto: "Queríamos quitar la esperanza a ETA de cualquier posibilidad de negociación política en uno de los momentos más virulentos de toda su trayectoria asesina".
-¿Qué consecuencias positivas tuvo el pacto?
-Una importantísima fue la Ley de Partidos, que permitió la ilegalización del mundo de ETA. También permitió el nacimiento de la Fundación de Víctimas del terrorismo y la creación de una comisión de seguimiento para buscar soluciones conjuntas en política antiterrorista.
"Rubalcaba, determinante"
Arenas tuvo el privilegio, dice, de gozar de la Transición y de los años posteriores de concordia y reconciliación entre españoles. Ese espíritu aún estaba presente en la Moncloa aquel 8 de diciembre.
Y eso que el acuerdo "no fue fácil", según admite el histórico dirigente popular andaluz, que relata: "Javier Zarzalejos y Alfredo Pérez Rubalcaba fueron los dos grandes gestores en el día a día de la elaboración del documento, trabajaron muchísimo".
Socialistas y populares tuvieron dudas sobre el contenido del Pacto Antiterrorista. "Había voces dentro del Partido Socialista que no tenían muy clara la filosofía del acuerdo, pero al final la dirección del partido impuso su posición", celebra Arenas, que insiste en que "Rubalcaba fue determinante".
Y es que si pudo haber dudas en el seno popular, defiende Arenas, fue porque querían "un pacto a fondo y un pacto de fondo": "Rajoy, como yo, quería que el acuerdo tuviese muchos contenidos y no quería que se limitase a ser una declaración política contra el terrorismo; no queríamos que hubiera una utilización política del terrorismo".
UGT y CCOO se terminaron adhiriendo al Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo. Las formaciones nacionalistas (entre ellas, PNV y Eusko Alkartasuna), así como Izquierda Unida, se habían "autoexcluido" a través del Pacto de Estella.
Pese a ello, uno de los impulsores del acuerdo narra con orgullo la consecución de un "auténtico pacto de Estado entre los partidos llamados a gobernar". Un acuerdo que hoy en día se antoja imposible, una quimera. Y es que Sánchez no sólo no llama a Pablo Casado, sino que ni le dirige la mirada en público
-¿A qué atribuye que ya no exista consenso entre Gobierno y oposición en cuestiones fundamentales del Estado?
-Desgraciadamente, las décadas de herencia de la Constitución Española y de la concordia parecen ya lejanas en este momento. Merced a la posición radical de algunas organizaciones políticas, merced a que el nacionalismo ha abandonado cualquier compromiso con la Constitución... Ahora estamos viviendo una etapa en la que todo consenso se ha deteriorado mucho, y eso va en perjuicio de la sociedad. Las sociedades con más futuro son aquellas con un nivel de consenso más alto.