La foto es de este mismo jueves. Y es en Santa Cruz de Tenerife, que no sólo a Gran Canaria llegan las pateras que cruzan las aguas del Atlántico estos días hacia las llamadas Islas Afortunadas. Son al menos 17.000 los inmigrantes arribados a las costas del archipiélago desde que comenzó el año, una cifra sólo superada por la crisis de los cayucos de 2006.
Pero la foto lo que muestra no es lo que cuenta el título de esta información, porque de eso no hay registro gráfico, hasta ahora nadie lo ha visto. Interior ya ha trasladado a la Península a más de 1.000 inmigrantes en las últimas semanas en las que ha estallado la crisis.
Lo que muestra la foto es a unos agentes de la Policía Nacional pidiendo los papeles a un grupo de inmigrantes a los que va a alojar en un hotel porque no pueden ser llevados a la Península. ¿No hay transportes o no hay voluntad? La diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, asegura que el Gobierno "ha abandonado a las islas y está convirtiendo Gran Canaria en una nueva Lampedusa", la isla mediterránea italiana donde se hacinaban miles y miles de migrantes salidos de las costas de Libia hasta hace unos meses.
"Con el cegado de las rutas mediterráneas, en nuestro caso Alborán y el Estrecho, ya nos esperábamos que esto iba a ocurrir", explican fuentes oficiales de Interior a este periódico. "Llevamos trabajando desde principios de año en prevenir esto". A la vista de lo ocurrido, parece que sin éxito.
Las cifras
El Ministerio de Fernando Grande-Marlaska no confirma la cifra de un millar de trasladados. Todos ellos ya están en el circuito de acogida, que depende del departamento de Seguridad Social. Pero este periódico ha podido saber de fuentes conocedoras que los traslados se han realizado, que hay 6.000 personas más alojadas en hoteles, bungalós y apartamentos -vacíos por la Covid-, ya hay 500 en el nuevo campamento provisional abierto por el Ejército en Barranco Seco... y aun así el muelle de Arguineguín está atestado con 1.700 personas al raso y sin duchas.
Según Cruz Roja, que los atiende con voluntarios, las condiciones son "muy poco dignas" y no debería haber ahí más de 400 migrantes.
Interior sí admite que esta crisis es grave, pero asegura que lo parece mucho más por el "gran trabajo hecho hasta ahora". Según este portavoz, en 2019 se redujo la llegada de personas por mar a costas españolas "en un 50%" respecto al año anterior. Y así, en la comparación, las cifras de 2020 salen perdiendo.
"Además, hay que tener en cuenta que la Covid influye, y mucho", añaden. Según Interior, la pandemia está influyendo en esta ingente afluencia de pateras en varios aspectos.
Para empezar, porque Marruecos no tiene los recursos sociales para atender a quienes se han quedado sin trabajo: sin protección por desempleo y sin ERTE, no hay una red de seguridad. Además, el comercio del país vecino es en una gran parte irregular, muchos viven al día y el hundimiento del turismo ha destrozado su economía. Y finalmente -de esto saben mucho en Interior-, "está la asignación de agentes de seguridad a las costas, que ha caído porque ahora deben reforzar la vigilancia de los confinamientos".
El tridente de Marruecos
En éstos y otros aspectos se basa el departamento de Grande-Marlaska para negar que haya una ofensiva marroquí en tres frentes, como informó EL ESPAÑOL el pasado miércoles. Al cierre de las fronteras de Ceuta y Melilla a inicios de año, que trata de asfixiar sus economías -eso sí lo ha confesado el Gobierno de Rabat-, se unió la refriega bélica de los últimos días en el Sáhara Occidental y un reflujo brutal de la salida de pateras hacia costas españolas.
"Pero la realidad es que hay colaboración, es gracias a la buena relación con Marruecos por lo que se han cortado las rutas de Alborán y el Estrecho", apunta este portavoz de Marlaska. Pero el efecto de ese éxito es lo que ahora ocurre: las mafias han buscado otra vía para su negocio, y para Marruecos no es lo mismo controlar la costa norte, la Mediterránea, muy poblada y corta, que la del oeste, al Atlántico, que son casi 3.000 kilómetros de desierto.
En todo caso, la preocupación se ha instalado en el Gobierno. Y no sólo por su imagen -razón que envía a José Luis Escrivá y José Luis Ábalos este viernes a Gran Canaria-, sino por la incesante llegada de embarcaciones con miles de inmigrantes irregulares, a los que no se puede devolver al origen, en plena pandemia. Por eso, Grande-Marlaska viaja este viernes a Rabat, a entrevistarse con su homólogo marroquí, Abdelouafi Laftit.
Lo cierto es que las pateras llegan repletas de un porcentaje altísimo de ciudadanos marroquíes, y eso sí podría indicar una relajación de los controles del país vecino. "La relación es estrecha entre los dos ministros", explica este portavoz de Interior. Este jueves, el director general de la Policía, Francisco Pardo, y el director adjunto operativo (DAO), José Ángel González, fueron enviados a Gran Canaria a supervisar los traslados al CATE (Centro de Atención Temporal a Extranjeros) de Barranco Seco, en terrenos e instalaciones del Ejército.
Prevención y deportación
Afirma Interior que si los traslados a la Península serían difíciles, mucho más lo están siendo las repatriaciones, que se quieren reactivar. Hasta ahora, sí se ha devuelto a unas decenas de los llegados, pero con cuentagotas. Las conversaciones con Mauritania, Mali, Senegal, Argelia y el mismo Marruecos están abiertas pero con pocos frutos.
España trabaja en este sentido por dos vías. Una es la prevención: el Gobierno calcula que, gracias a los convenios con los países de origen se logra evitar el 30% de las salidas desde la costa. Y la otra es, la deportación: existe el convencimiento implícito en la política de extranjería de que si devuelves a un migrante a su pueblo, a sus vecinos se les quitan las ganas de iniciar el mismo viaje.
En todo caso, todo depende de que la cita de este viernes en Marruecos entre Marlaska y Laftit dé frutos. Pero la alta diplomacia con nuestro vecino, que tapa sus problemas internos azuzando los conflictos con España, es siempre como ir a un bazar, a veces se paga de más y vuelves con cosas que no querías.