La noticia sorprendió incluso en la mismísima Embajada de España en caracas: Jesús Silva será sustituido de inmediato como jefe de la legación diplomática en Caracas, "dentro de una renovación de embajadores en la región que, en su mayor parte, ya habían cumplido el plazo", tal como explica un portavoz de Exteriores.
Y es que, para empezar, Silva no cumplía plazo. Fuentes diplomáticas de toda solvencia confirmaron a este periódico que "en Venezuela el plazo se agota siempre tras un periodo de cuatro años". El embajador llegó al país caribeño en 2017.
Pero la sorpresa mayor vino cuando Silva, según las citadas fuentes, supo que su destino no será una plaza "más descansada", como es habitual al dejar un país convulso como pocos, sino "el pasillo".
Según este periódico ha podido confirmar, eso es lo que ha comunicado el Ministerio al hombre que ha ejercido "con discreción" como "amigo de la democracia venezolana", según fuentes de la oposición al régimen de Nicolás Maduro. Silva no tiene destino, y deberá presentarse en la sede del Ministerio cuando sea relevado.
Acercarse a Maduro
Las mismas fuentes diplomáticas ya citadas concluyen que "el relevo a Silva es un síntoma evidente del cambio de política española con respecto a Venezuela". En la oposición venezolana y el exilio, la sensación es la misma. "Hay honda preocupación con la actitud del Gobierno español", han declarado líderes democráticos en el exilio a este periódico.
Y recuerdan cómo Pedro Sánchez evitó recibirlo el pasado mes de enero, durante su visita a España. Fue González Laya la que atendió en nombre del Gobierno a quien, oficialmente, es reconocido por España como presidente legítimo del país caribeño.
Además, basan sus conclusiones en otro detalle del dominó de puestos organizado por Arancha González Laya en la región. Según Exteriores, no sólo es relevado Silva, sino que también cambian de destino "los embajadores en Ecuador, Jamaica, El Salvador, Colombia y Cuba".
El movimiento desde esa última plaza es el que puede explicar parte de la maniobra: a Silva lo sustituirá el actual inquilino de La Habana, Juan Fernández Trigo, un diplomático con una larguísima relación de décadas con la isla -adonde llegó en 2004 como número dos de la legación- y su régimen. Él mismo fue quien organizó la visita oficial de Pedro Sánchez a Cuba en 2019, tras ser nombrado en octubre de 2018 por el entonces ministro Josep Borrell.
Guaidó, "un error"
Ese cambio de política española con respecto al chavismo tiene dos vertientes. Según ha podido saber este periódico, altos mandos del Ministerio de González Laya consideran "un error" que España reconociera a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela en febrero de 2019. Consideran que "la operación Guaidó ha sido un fracaso y está agotada".
Y lo cierto es que el último paso que le queda a Maduro por dar es lograr legitimación internacional para esas elecciones legislativas que ha convocado para el 6 de diciembre de este año. La Asamblea Nacional es la única institución que todavía no controla el mandatario heredero de Hugo Chávez.
La oposición advierte de que no hay garantías democráticas para llamar a las urnas, "con los partidos usurpados a sus líderes, otros encarcelados, muchos más exiliados y todos perseguidos". En esas circunstancias, dan por hecho que el régimen no le haría falta siquiera un pucherazo para tomar la Asamblea Nacional y recuperar -por ejemplo- el control del crédito en los mercados internacionales, que hoy le tiene cerrado el grifo hasta de uno de sus socios más fieles, Rusia.
Y ha sido el ahora Alto Representante de la UE, el que ha abierto la puerta a la legitimación de los comicios "si Maduro los aplaza". Para facilitar esta condición, Borrell ha enviado una delegación para negociar en Caracas. Y este movimiento "castigando" a Silva podría ser la pata española de una estrategia mayor.
Maduro señala, Laya castiga
El embajador ha sido un enemigo enfilado por Maduro en los tres años que ha permanecido en el puesto. Además de haber sido expulsado por tres meses a principios de 2018, en represalia por un paquete de sanciones que anunció la UE contra dirigentes del régimen, ha vivido el continuo asedio al edificio de la Embajada y a su residencia personal desde abril de 2019.
En aquella fecha, dio cobijo a Leopoldo López, líder opositor que había sido liberado de su arresto domiciliario por militares afines al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, en la llamada -y luego fracasada- Operación Libertad. El refugio de López en la residencia de Silva, en este caso sí, fue apoyado explícitamente por Borrell, entonces todavía ministro.
En junio de 2020, Maduro amenazó de nuevo con sanciones al embajador Silva, acusándole de "complicidad" con "las maniobras de traición" de las que acusaba a Leopoldo López, al mismo tiempo que expulsaba a la embajadora de la UE en el país. Todo ello unos días después de un choque entre la ministra de Exteriores y su homólogo venezolano, Jorge Arreaza, por la designación del Consejo Nacional Electoral para los comicios de diciembre.
Pero el mismo Borrell ha aclarado en más de una ocasión que "una cosa es reconocer a Guaidó como interlocutor y otra reconocer la realidad, y es que el poder sigue en manos de Maduro".
Ese pragmatismo es el que impregna la "buena voluntad con mucha torpeza" que las fuentes diplomáticas consultadas atribuyen a los movimientos que lidera el exministro desde Bruselas. Y también al "gesto de acercamiento al régimen mucho más evidente" que supone que "maduro señalara" y Laya "castigue" a Jesús Silva.