No cabe duda de que el acercamiento del Ciudadanos de Inés Arrimadas al PSOE de Pedro Sánchez está haciendo temblar los cimientos de la coalición Frankenstein e incomodando cada vez más a Podemos, ERC, EH Bildu y el BNG. Pero también poniendo en un compromiso a un PP para el que cualquier acercamiento al nuevo Ciudadanos implica una brecha en su flanco derecho. El que se disputa con Vox.
Si del líder del PP catalán Alejandro Fernández dependiera, no habría alianza popular con Ciudadanos en Cataluña. Su tesis, compartida entre otros por Alberto Núñez Feijóo, aunque no tanto por Génova, es que el acercamiento de Ciudadanos al PSOE abre una autopista a Vox.
No ayudan a esa posible alianza los discretos resultados electorales de la suma de PP y Ciudadanos en el País Vasco y la contundente victoria de Feijóo en Galicia tras negarse a una alianza con los naranjas.
Tampoco anima a esa alianza la cercanía del PSC al nacionalismo. Una cercanía que hace a los socialistas posicionarse en muchas ocasiones y en varios asuntos clave, como los de la mesa de diálogo, la definición de Cataluña como nación, la inmersión lingüística o el debate monarquía-república, junto a ERC, JxCAT y la CUP y en contra del constitucionalismo.
Finalmente, no ayudan en nada a esa posible alianza los sondeos preelectorales. Y entre esos sondeos el más reciente del CEO, el CIS catalán, que vaticinó una fuerte caída a Ciudadanos. El partido, liderado por Inés Arrimadas, ganó las elecciones autonómicas en 2017, pero el CEO le hace caer ahora hasta el cuarto puesto por detrás de ERC, JxCAT y PSC. En 2017, Ciudadanos obtuvo 36 escaños. Ahora obtendría 19.
El CEO también vaticina un ascenso del PP hasta los 6-7 diputados –en 2017 fueron 4– y la entrada de Vox en el parlamento catalán con 3 o 4 escaños.
Alianza constitucionalista
Ya sea por la evidencia de ese rechazo de parte del PP, ya sea por estrategia particular, Ciudadanos ha defendido durante los últimos días una alianza constitucionalista junto al PSC y el PP de cara a unas posibles elecciones autonómicas anticipadas que podrían tener lugar el 15 de noviembre.
La propuesta de una posible alianza constitucionalista ha sido, sin embargo, calificada por Alejandro Fernández de "poco realista". "Dejémoslo aquí porque no quiero ser cruel, pero no es una propuesta muy seria", dijo el líder del PP catalán durante una entrevista en Catalunya Ràdio hace sólo unos días.
Lo cierto es que el PSC no ha mostrado mayor interés, al menos por el momento, en esa posible alianza constitucionalista. La batalla prioritaria de los socialistas parece ser, de hecho, la que le enfrenta a JxCAT por el segundo puesto en las elecciones catalanas. La tesis de que el constitucionalismo puntúa a la baja en Cataluña, mayoritaria en el PSC, tampoco rema en favor de esa posible alianza constitucionalista.
Carlos Carrizosa, portavoz y líder del grupo naranja en el parlamento autonómico catalán, insiste sin embargo en la idea de una alianza. "Nosotros insistimos en plantear una fórmula constitucionalista para Cataluña que involucre al PSC en un momento histórico de fracaso del procés y grave crisis económica, social y sanitaria. El objetivo es no perder ningún voto constitucionalista".
Carrizosa no niega sin embargo la posibilidad de la que ha empezado a hablarse en Cataluña durante los últimos días. La de una alianza parcial de PP y Ciudadanos que les lleve a presentarse juntos en Lérida y Gerona, las provincias menos fértiles para el constitucionalismo, y por separado en Tarragona y Barcelona.
El objetivo sería optimizar al máximo los votos constitucionalistas en las dos provincias catalanas más nacionalistas y caminar por libre en aquellas en las que PP y Ciudadanos han sido tradicionalmente más fuertes.
"Es prematuro pronunciarse sobre fórmulas concretas", dice Carrizosa. Pero añade a continuación: "Estamos abiertos a escuchar todas las propuestas cuando las conversaciones se inicien".
No habrá 'alianza vasca'
Pero esas conversaciones ya se han iniciado, aunque no sea de forma oficial. Y en ellas la posibilidad de una alianza parcial de PP y Ciudadanos se ha estudiado con más intensidad y mayor interés que la de una alianza total a la vasca.
El factor decisivo de cara a un posible pacto no será, sin embargo, el del reparto territorial, sino el de los tiempos. Porque el PP se encuentra en una encrucijada muy similar a la de ERC. Si la campaña electoral catalana coincidiera con la negociación para los Presupuestos Generales del Estado, cualquier acercamiento de ERC al PSOE redundaría en beneficio de JxCAT.
En el caso del PP, cualquier acercamiento de Ciudadanos al PSOE, tras un pacto de PP y los naranjas, redundaría en beneficio de Vox. Y ese es un riesgo que el PP catalán, en un momento de pujanza en los sondeos, no puede correr.
En la trastienda de este debate late la eterna discrepancia entre los intereses de las ramas regionales del PP y las de Génova. Desde el punto de vista de la dirección del PP, las alianzas con Ciudadanos pavimentan el terreno para una futura confluencia de ambos partidos. Es decir, para una reunificación del centroderecha que acabe con la dispersión del voto de los últimos años.
Pero esa estrategia, basada en una suposición de futuro –que Ciudadanos aceptase a medio o largo plazo integrarse en el PP–, choca de forma clara con las estrategias locales en determinadas comunidades donde la cercanía de Ciudadanos al PSOE puede hacerle un roto al PP en beneficio de los de Santiago Abascal.
Ciudadanos, por su parte, parece haber adoptado una estrategia muy similar a la geometría variable del PSOE de Pedro Sánchez e Iván Redondo. Es decir, una que le permita pactar los Presupuestos con el PSOE al mismo tiempo que mantener las alianzas con el PP en Andalucía, la Comunidad de Madrid, la ciudad de Madrid, Murcia o Castilla y León.