El caso Dina se desinfla, al menos en la versión que vendió Pablo Iglesias durante sus dos campañas electorales para las elecciones generales de 2019. Las "cloacas del Estado" parecen cada vez menos estar implicadas en el presunto robo de los móviles de Dina Bousselham y su ex marido, Ricardo sa Ferreira, en el Ikea de Alcorcón a finales de 2015. Ahora, el magistrado de instrucción del 6 de la Audiencia Nacional pone el foco en Ferreira, que manejó todo el entramado de la tarjeta de memoria que ha protagonizado el culebrón de los últimos meses.
Una vez que se ha sabido que la tarjeta micro SD estaba "físicamente intacta" a pesar de que la información guardada en ella "no era accesible", ni siquiera para una empresa especializada en recuperar datos informáticos, se empiezan a desvanecer las sospechas contra Iglesias, anotadas por el juez Manuel García Castellón y los fiscales, de que el líder morado era el responsable de su "destrucción".
El dispositivo no estaba "parcialmente quemado" cuando pasó de manos del hoy vicepresidente del Gobierno a las de su legítima propietaria, la exasesora de Iglesias en el Parlamento Europeo.
Este periódico ha tenido acceso al informe policial remitido por Fields Associates Limited, la empresa galesa a la que se envió el 29 de septiembre de 2017 el dispositivo. Y gracias a este documento, de 40 páginas, se han conocido nuevas verdades. Y una de ellas ha pasado a ser clave para el sumario que instruye García Castellón: no fue Bousselham la que mandó la tarjeta a descifrar, sino su entonces pareja y hoy todavía empleado de Podemos, Ricardo sa Ferreira.
El relato cercó a Iglesias
La construcción del caso que armó Podemos para las campañas electorales ha cercado a Iglesias desde el pasado mes de mayo. El relato armado en las oficinas del partido encajaba perfectamente, o eso parecía: hay una trama de policías corruptos que han elaborado informes que perjudican a Podemos; esos informes han acabado en la prensa, pero al ir a los juzgados no han prosperado; la información del móvil presuntamente robado a una exasesora de Iglesias acabó en el ordenador de uno de esos "comisarios políticos", el hoy encarcelado Villarejo...
¿Conclusión? Las "cloacas han operado contra Iglesias", y él tiene derecho a ser parte perjudicada en la pieza Dina, desgajada del enorme caso Tándem, que investiga la trama presuntamente corrupta en el seno del Ministerio del Interior.
Y por eso en los mítines se puede decir que "no quieren a Unidas Podemos en el Gobierno", y por eso se puede insistir en que "si no estamos en el Gobierno, todo va a seguir igual". Y quizá por eso, hoy Iglesias es vicepresidente y hay cinco ministros morados.
Pero cuando el caso llega al juzgado y hay que declarar ante el juez, las pruebas no aparecen, y las que lo hacen van en la dirección opuesta: Iglesias retuvo la tarjeta más de seis meses y cuando ésta llegó a manos de Bousselham "no se podía acceder al contenido". Como mínimo, indicio de dos delitos: contra la intimidad y de obstrucción a la Justicia.
Pero si la tarjeta no está rota, el juez -que lleva unos meses sintiéndose engañado- ahora enfoca a Sa Ferreira y reclama a la Policía que revise el origen del caso, el presunto robo.
Sucesión de hechos
En diciembre de 2015, la pareja Bousselham-Sa Ferreira denuncia el robo del abrigo de éste en un centro comercial y que, en su interior, había dos teléfonos móviles. Curiosamente, ella había sido asesora de Iglesias y él del grupo político de Podemos en el Parlamento Europeo meses atrás, y él en ese momento era parte del equipo de campaña del partido morado en sus primeras elecciones generales.
También llama la atención que Sa Ferreira no ha dejado de trabajar para los de Iglesias desde entonces. De hecho, desde octubre de 2019 ha vuelto a las asesorías en la Eurocámara. Antes, encadenó tres años y 10 meses en el Congreso de los Diputados como consultor y luego asesor del grupo parlamentario.
Es reseñable que en su declaración, el ex de Dina aseguró al juez que había recuperado "algunos" de los objetos robados. Y que, a pesar de que también desapareció su teléfono en el presunto robo, nunca se ha vuelto a hablar de ello. El magistrado está intrigado, según las fuentes citadas, en el porqué de esto: si el ladrón fue el mismo y él asesoraba en la campaña electoral, su teléfono podía guardar información ta jugosa como el de su entonces novia y luego esposa.
Y sobre todo, el juez se ha fijado en que toda la interlocución con la empresa galesa para la reparación de la tarjeta de memoria micro SD marca Samsung modelo EVO 32 GB, la llevó él en persona, y no la legítima propietaria.
Todo eso junto ha motivado que el magistrado quiera saber más de Sa Ferreira, del presunto robo y de la supuesta recuperación de determinados enseres sustraídos en el hurto: cuáles, dónde, cuándo...
Quién es Sa Ferreira
Sa Ferreira conoció a Dina Bousselham cuando ambos coincidieron al inicio del periplo europeo de Iglesias. Titulado por la Universidad de Kent en Política y Relaciones Internacionales, tras estudiar en el Colegio Internacional de Oporto (Portugal), se especializó con un máster en Estudios Internacionales en Bruselas y otro en Sociología en la Universidad de Oporto.
Inmediatamente, entró en septiembre de 2012 como asistente permanente de la Comisión de Medio Ambiente y Salud Pública del Parlamento Europeo, durante dos años. A la llegada de Podemos a la Eurocámara, en mayo de 2014, fue contratado como asesor político del grupo de la Unión de la Izquierda-Verdes (GUE) y, después, pasó a ser asistente directo del grupo.
Fue entonces cuando conoció a la que luego fue su pareja, y más tarde su esposa. Y en ese periplo fue cuando comenzó todo el culebrón del robo, la tarjeta copiada, los chats y el vídeo publicados en la prensa que perjudicaban a Iglesias y el relato de las "cloacas".
Hoy, Sa Ferreira ya no es pareja de Bousselham. Y ha vuelto a Bruselas, de nuevo trabajando como asesor político para los diputados de Unidas Podemos, encuadrados en el grupo de la GUE. Sin embargo fue a él a quien llamó Bousselham a la salida de su declaración ante el juez el pasado 18 de mayo para que recuperara los correos electrónicos cruzados con la empresa galesa que no pudo descifrar la información contenida en la tarjeta de memoria.
Se podía arreglar
El informe de la empresa, que ya obra en poder de García Castellón, también dice que la empresa no se dio por vencida y ofreció un sistema más sofisticado y laborioso para recuperar la información, con "un 70% de probabilidades de éxito". Y en el documento se puede leer el email de Sa Ferreira rechazando esta posibilidad porque estaba "fuera del presupuesto" de ambos. El precio estimado por la compañía era de 660 euros, más IVA.
Los "indicios de criminalidad" que cercaban a Iglesias, según el auto del juez y corroborados por los fiscales del caso, parecen desvanecerse. Pero el caso Dina sigue sin estar claro: ¿Hubo robo? Y si es así, ¿quién lo perpetró y con qué interés? La información publicada ¿salió del móvil robado? ¿O salió del móvil antes del hurto? Y si Dina Bousselham es la parte perjudicada, ¿por qué dos hombres, su jefe y su marido, protagonizan la trama?
García Castellón, que no halla indicios que impliquen a Villarejo, sí quiere desenredar la madeja. Y vuelve al principio, enfocándose en quien manejó la trama del móvil, Ricardo sa Ferreira.