Las cuentas con las que el PSOE está tratando de cerrar y dejar atada la investidura de su candidato, Pedro Sánchez, como presidente del Gobierno se encuentran, una y otra vez, con el mismo escollo: el Partido Popular. Sin ellos, o al menos, sin su abstención, los planes de los socialistas se complican. Ya sea la votación final o, directamente, la negociación de la Mesa del Congreso.
En el órgano que regula la Cámara Baja, Sánchez buscaba hacer un cordón sanitario a Vox, que no ocupara ningún puesto. Para conseguirlo, y, sobre todo, para que el bloque de la izquierda ocupe la mayoría de asientos de la Mesa, necesitaba contar con el beneplácito del PP. Pero los de Pablo Casado no se han mostrado por la labor: ellos se erigen como la “única alternativa” al gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos y no iban a facilitar los planes socialistas.
No, al menos, de gratis. Por eso, la dirección del PP les trasladó un mensaje claro: si querían llegar a sentarse, debían, al menos, tener un gesto. Así lo relatan fuentes conocedoras de la conversación a este periódico. Para dar comienzo a algún tipo de negociación, los populares pusieron sobre la mesa que Ana Pastor, su número dos por Madrid, fuera la nueva presidenta del Congreso. Un cargo que ya ostentó en la XII legislatura.
El precedente Patxi López
El por qué de esta decisión es bien sencillo desde la óptica del PP. No piensan mover ni un engranaje parlamentario que les concierna a ellos y que pueda beneficiar a Sánchez sin obtener algo a cambio. Y lo hacen con un personaje clave en el recuerdo: Patxi López.
Desde 1977, todos los presidentes de las Cortes han sido miembros del partido ganador de las elecciones y, además, habían gozado del respaldo mayoritario del Congreso. Pero la tendencia se rompió en 2016: López llegó al cargo elegido por poco más de un tercio de los diputados y fue el primero en minoría dentro de la Mesa. En aquella ocasión, el PP se abstuvo en la segunda votación.
No se quedan ahí los populares. También recurren a cuando, con tal de evitar “un mal mayor”, el PP vasco hizo lehendakari al propio López. Fue en 2009 y los populares dieron sus síes gratuitamente para que no presidiera la comunidad autónoma un político nacionalista. Dos ocasiones.
Rechazo de plano del PSOE
La propuesta popular cayó en saco roto. El PSOE comunicó, tajantemente, que no haría presidenta a Ana Pastor porque no piensa dejar caer a su candidata, Meritxell Batet. Se trató, apuntan fuentes presentes en las negociaciones entre los dos grandes partidos, de un rechazo de plano.
El ambiente entre ambos partidos es algo tenso. Pablo Casado, presidente de los populares, no recibió contestación a su llamada al presidente del Gobierno en funciones para felicitarle por haber ganado las elecciones del 10-N. Los socialistas no están contando en esta ocasión con el PP ni siquiera para sonderalos. Y en Génova molesta, y mucho, que den por sentado cuál será su opción. “No estamos en lo que plantea el PSOE”, mantienen desde la dirección del partido.
A la espera de la llamada de Abascal
La Mesa del Congreso, que debe conformarse el próximo 3 de diciembre coincidiendo con la constitución de las Cortes, se compone de nueve miembros. Cinco de ellos serán de mayoría progresista -tres para el PSOE y dos para Unidas Podemos- y cuatro para los conservadores -dos de ellos para el PP-.
La única opción para que Vox tenga representación en la Mesa es que el PP le ceda sus votos. Con 52 escaños, los de Abascal necesitan 71 votos para estar en este órgano del Congreso, por lo que para llegar a esta cifra necesitarían 19 votos más, que los populares no han confirmado que vaya a prestárselos.
En Génova son claros al respecto: “Todavía no hay una decisión porque no hay una negociación”. Porque no ha habido, de momento, ninguna llamada de Santiago Abascal a Pablo Casado para que le dé esos votos. “Todavía hay una posición en el partido. Lo único que está descartado es lo que plantea el PSOE”. Todo pende de dos factores: una reunión con Vox… y otra con Ciudadanos.