Situaciones de desinformación como las vividas en las elecciones estadounidenses que dieron el triunfo a Trump o el referéndum del brexit en Cataluña han puesto de manifiesto que es posible pervertir unas votaciones para que dejen de ser lo que deberían ser: un proceso democrático libre. Los expertos también han detectado su presencia en España, sobre todo en el procés.
Es este asunto lo que el libro Desinformación: poder y manipulación en la era digital, presentado este martes por el director del departamento de Seguridad Nacional, Miguel Ángel Ballesteros, intenta abordar. Para Ballesteros el origen de la desinformación moderna, favorecida por la proliferación de las redes sociales e internet, se puede situar "alrededor del 2013-2014" y tiene, como fin último, "la potenciación de algunos aspectos y la minimización de otros para ir creando el mundo de la posverdad".
El director de Seguridad Nacional no ha querido entrar "por prudencia" a valorar las últimas informaciones que sitúan a espías rusos en Cataluña en el proceso de independencia, pero sí ha explicado que durante este ciclo electoral en España no ha habido un gran incremento de la desinformación. "Sólo ha podido existir algo en esta última campaña, y sobre todo ha tenido que ver con el proceso independentista en Cataluña", ha señalado.
El general Ballesteros define la desinformación como "una propaganda participativa" caracterizada por "la persistencia del mensaje". Para el profesor Manuel Torres, coordinador del libro, "la manipulación de la información ha formado parte de las relaciones entre Estados a lo largo de la historia". Ahora bien, "el elemento disruptivo es la enorme efectividad que pueden adquirir estas acciones proyectadas en internet", algo que permite que incluso las "campañas peor diseñadas puedan beneficiarse de la eficacia de los mejores algoritmos del momento”.
Campañas de desinformación
A diferencia de las fake news, la novedad del fenómeno de la desinformación ha hecho que nadie se haya detenido a estudiarlo en profundidad hasta ahora. De hecho, no hay herramientas capaces de combatirlo, lo que supone un problema para la democracia. Es ahora cuando grandes empresas están intentando hacerlo.
La Unión Europea ha tomado cartas en el asunto. En diciembre pasado pidió a todos los países miembro que procedieran a establecer planes contra la desinformación. Uno de los países en los que se empezó a poner en marcha un plan fue España. El Consejo de Seguridad Nacional que preside Ballesteros aprobó en marzo, antes de que tuvieran lugar las diversas citas electorales, un mecanismo "contra los ciberataques".
La forma de actuar consiste en que cualquier órgano que, dentro o fuera de la Administración, detecte una fake news, ha de informar a Seguridad Nacional. Inmediatamente, se estudia cada caso para ver el "grado de propaganda que está teniendo lugar y el origen de esa desinformación". Tras ese primer análisis se distingue entre casos "aislados" y aquellos que pertenecen a "una campaña de desinformación". Con todos se hacen informes que se remiten a la Secretaría General de Comunicación.
Pese a estos procedimientos, el director de Seguridad Nacional es tajante y ha dicho que combatir las fake news "es complicado, ya que las principales redes sociales sólo actúan si detectan casos de pederastia o terrorismo".