El candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, ha cumplido su palabra. Este fin de semana jugó un partido de tenis de mesa contra un periodista de este diario. Si perdía, debía incluir el término "ping-pong" en algún momento del debate electoral. Y lo ha hecho.
Ha sido pasada la medianoche, cuando Pedro Sánchez y Pablo Casado se habían enfrascado en una férrea discusión. Rivera, entonces, ha interrumpido: "Ustedes juegan al ping-pong".
En esta entrevista, Rivera dijo que, antes que afiliarse a Vox, se haría socio del Real Madrid; y que, en la Guerra Civil, habría sido fusilado "por ambos bandos". Por último, si tuviera que fichar a un político de otro partido, se inclinaría por Ortega Lara -víctima de ETA en las filas de Vox-.
De momento, Rivera es el único presidenciable que ha participado en el ping-pong del 10-N que organiza este diario. En 2015, además de él, lo hicieron Pablo Iglesias y Pedro Sánchez.
El presidente de Ciudadanos, especialista en este tipo de citas ya desde universitario, afrontaba la contienda de esta noche como su gran prueba de supervivencia. Sabe que, el pasado abril, los dos debates fueron un pilar de sus exitosos 57 escaños.
Para preparar el evento, Albert Rivera estableció su centro de operaciones en la sede de Ciudadanos, número 253 de la calle Alcalá. Le acompañaron varios miembros de su gabinete y también conversó con José Manuel Villegas y Fernando de Páramo. Ambos le han acompañado al plató.
Fuentes del partido, en conversación con este diario, insisten en que sus trackings detectan una tendencia al alza de Ciudadanos, que nada tiene que ver con el promedio de las encuestas publicadas en los medios de comunicación.
El electorado de este partido, en esto sí coinciden las encuestadoras, es el más difícil de movilizar. Los liberales arguyen que casi tres millones de personas dudan todavía si otorgarles su apoyo. En ese nicho, concluyen, están sus posibilidades de mantener el capital acumulado.