José Domingo Domingo (Barcelona, 1959) es casi siempre lunes. Aparece corriendo, con su conferencia de esta tarde preparada. Desde hace décadas, patea las calles de Cataluña integrado en el maremágnum de asociaciones civiles que "luchan contra el nacionalismo". Fue uno de los tres primeros diputados de la Historia de Ciudadanos, en 2006. Reitera que dejó el partido por el pacto de los naranjas con Libertas, formación paneuropea "de carácter ultraderechista".
Domingo está en Madrid con motivo de un acto de la plataforma que ahora preside, Impulso Ciudadano. Le apoyan Fernando Savater, Francesc de Carreras o la exministra del PP Ana de Palacio. Ante más de un centenar de oyentes, pedirá a los madrileños que "apadrinen a un catalán constitucionalista".
Celebra la fragmentación del independentismo, pero reconoce que ese mal también afecta a las plataformas cívicas que él mismo integra. Hace no mucho, Domingo abandonó Sociedad Civil Catalana, entidad que vicepresidió. Con la vista puesta en los dardos cruzados entre PP, Ciudadanos y PSOE, arguye: "Deben estar unidos".
La Diada se desinfló sobremanera este miércoles en comparación con los años anteriores. ¿Cuál es su diagnóstico?
Fue una Diada inusual. Quedó plasmada la fragmentación del separatismo. Algunos líderes independentistas no fueron para evitar que les boicotearan. Hasta ahora, habían sido marchas unitarias. La falta de hoja de ruta ha redundado en una menor movilización. Ha sido, en definitiva, la Diada menos ilusionante para el nacionalismo. Están llegando a su cuota mínima.
¿Cree que la sentencia del Tribunal Supremo volverá a unir -y fortalecer- al separatismo?
Aparentemente, sí. La reacción será de unidad: pedirán amnistía y criticarán a los tribunales. ¿Durante cuánto tiempo? No lo sé, pero actualmente la futura sentencia es el único nexo que cohesiona a los separatistas. Por eso es importante que los constitucionalistas nos unamos en la defensa del poder judicial, de forma que no haya fisuras. Debemos ser muy respetuosos con el contenido de la sentencia.
Hay quien dice que la cárcel de algunos dirigentes del procés ha sido un mecanismo disuasorio y que la Generalitat no volverá a cometer tales delitos. ¿Está de acuerdo con esa premisa?
El independentismo ha comprobado que la mayoría de catalanes no está a favor de un desafío como el de octubre de 2017. No tienen apoyo suficiente como para lanzar proclamas unilaterales. Se han dado cuenta de que carecen de fuerza para consolidar una república. La cárcel, lógicamente, también les disuade. Pero creo que la premisa principal es la que le acabo de comentar.
¿Quién le da más miedo en términos de desafío legal al Estado? ¿Torra o Puigdemont?
Ambos han demostrado su insensatez. Son provocadores, fanfarrones. Muestran una visión fanática del nacionalismo y de la Historia. Se creen llamados a liderar el proceso que culmine en la independencia. En estos momentos, es más peligroso Torra porque está al frente de la Generalitat y dispone de presupuesto público.
Puigdemont sigue siendo el líder espiritual del procés
No lo considera, entonces, una marioneta de Puigdemont.
Bueno, son cosas distintas. El líder espiritual sigue siendo Puigdemont. No sé hasta qué punto encuentra resistencias en Torra. De momento, no se ha producido la ruptura del hilo que va de Waterloo al palacio de la Generalitat. Creo, no obstante, que a esa conexión le queda poco tiempo.
¿Por qué?
Porque probablemente Torra sea inhabilitado. El grado de desafío y la concreción de los autos en el juicio oral… Me inclino a creer eso. Las acciones de Torra se traducen así: “Jueces, por favor, condénenme”. Cuando acontezca, ¿quién será el líder?
¿Existen razones para volver a aplicar el artículo 155?
En esto hay que ser muy cuidadosos. Sí que hay razones para afear el grado de provocación de Torra: su continua palabrería de taberna para demostrar que es el más desafiante de todos los presidentes habidos en Cataluña... Invita a los CDR a apretar… El problema es que las instituciones del Estado están muy debilitadas: un Senado complicado, un presidente del Gobierno en funciones.
Es decir, usted no aplicaría ahora el 155.
Es que es algo muy complejo. Efectuaría las advertencias necesarias. Hasta ahora, las acciones de desafío se han manifestado verbalmente. Se han empleado instrumentos de deslealtad, pero de manera verbal. Ojo, hablo de este mandato. Creo que, a corto plazo y en este contexto político, no conviene aplicar el 155. La sentencia va a fijar las consecuencias de los comportamientos delictivos, especialmente en el plano penal.
Usted lleva muchos años dando la batalla al nacionalismo. Discurra brevemente cómo hemos llegado hasta aquí.
Hemos llegado hasta aquí por una mala aplicación de la política del contentamiento. Se ha creído siempre que, dando una cesión más, se iba a satisfacer al nacionalismo y se iba a paliar su avance. Hace cuarenta años estábamos con la preautonomía y ahora con la preindependencia. Ese mecanismo de la escalera -subir un peldaño tras otro- no ha sido satisfactorio. Debe acabar. Los políticos han empleado las concesiones a los nacionalistas como mecanismo para lograr el poder. Ojalá los partidos constitucionalistas no se olviden de los constitucionalistas que viven en Cataluña durante sus próximos pactos.
El Govern de la Generalitat se ha desmarcado de los "espías" que tomaban nota del uso del catalán y el castellano en los patios de los colegios. Dicen que, como mucho, se trató de una “observación de incógnito”.
Lo he vivido con tristeza, pero no con asombro. La ingeniería social nacionalista viene de mucho tiempo atrás.
¿Es la educación el pilar más importante del proyecto separatista?
Es uno de los más importantes. Con las escuelas se dominan las voluntades futuras. La razón por la que se utiliza el catalán como lengua vehicular en lugar del castellano no es pedagógica, sino identitaria. Se transmite a los niños que la lengua es el eje del nuevo Estado. La Generalitat mima determinadas instituciones, como la plataforma que llevó a cabo el espionaje. Si Torra quisiera proteger el libre desarrollo de los niños, habría habido una condena política y se habría abierto una investigación.
¿Y la tele? ¿Ve usted TV3?
Sí. No solo la veo, sino que a veces participo en sus programas. Los medios públicos catalanes son militantes, tienen una misión: crear el espacio idóneo para visibilizar una Cataluña que vive al margen de España, ese “Estado opresor”. Sus editoriales nunca abogan por la defensa de la Constitución ni por la neutralidad de las instituciones.
El Govern cerró el Parlament y arrebató a la oposición su derecho más elemental
Ustedes, desde Impulso Ciudadano, llegaron a denunciar al Govern ante la ONU por "vulnerar los derechos más elementales de los constitucionalistas". Es una acusación muy grave. ¿Podría poner algunos ejemplos?
El más palmario es el espectáculo del 6 y 7 de septiembre. El Govern decidió cerrar el Parlament y arrebatar los derechos políticos a la oposición. Otra forma clarísima: la discriminación ideológica. Los partidarios de la unidad de España no pueden colocar banderas en los espacios públicos. En cambio, la Generalitat promueve el uso de esos espacios en función de sus intereses.
Los Mossos llegaron a identificar a quienes retiraron lazos amarillos. Este miércoles, se tomó los datos a quienes pusieron el himno de España en la Diada.
Otro ejemplo. Se identifica y se acusa de desorden público a quienes ponen el himno de España. Si la Audiencia Nacional dice que no es punible pitar el himno en acontecimientos deportivos, ¿cómo va a ser condenable el mero hecho de ponerlo?
Se ha generado un buen guirigay con las plataformas ciudadanas que se oponen al separatismo. ¿Qué ha pasado con Sociedad Civil Catalana? Usted fue vicepresidente. Ciudadanos, por ejemplo, les acusa de coquetear con los nacionalistas.
No vamos a negar la discrepancia estratégica. Cada uno ha de encontrar el hueco en el que se encuentra mejor para trabajar. Yo mismo fui fundador de Sociedad Civil. Nuestra asociación Impulso Ciudadano invernó por estar incluida en esa plataforma. Ha habido determinados giros que no compartimos.
¿Cuáles?
Guiños al nacionalismo que yo, por ejemplo, no he visto bien. Estoy a favor del diálogo, por supuesto, pero considero una premisa básica establecer unas condiciones: la aceptación y el acatamiento de la legalidad de forma inmaculada.
Esa fragmentación de las plataformas constitucionalistas es muy delicada. Si tuvieran que lanzar, por ejemplo, una gran marcha… Podría ocurrirles como a los separatistas en la Diada.
Estaremos unidos. Eso es perfectamente compatible con la actuación de entidades que se desarrollan de manera autónoma pero colaborativa.
¿Cree que Cataluña Suma sería eficaz electoralmente?
No me quiero meter en el terreno de los partidos, del mismo modo que les pido a ellos que respeten la independencia de las asociaciones como la nuestra.
¿Y su opinión particular?
No le voy a dar mi opinión personal.
¿Vox tiene algún futuro en Cataluña?
Lo desconozco. Dependerá de lo bien o mal que lo hagan, no puedo decir más.
¿Vox es nacionalismo español? Lo dice, por ejemplo, Cayetana Álvarez de Toledo.
Lo mejor es ir a la fuente. ¿Qué opina Vox de sí mismo? Esa respuesta la tiene que dar Santiago Abascal. No voy a calificarles de una forma ni de la contraria.
Si “vamos a la fuente”, Puigdemont no habría, por ejemplo, incumplido la ley.
Hay suficientes ratios para desmentir eso. El nacionalismo, la inflamación de la nación, es mala sea cual sea su origen: catalán, francés, inglés o español.
La inflamación de la nación es mala sea cual sea su origen
¿Por qué el PP ha desaparecido en la práctica de Cataluña?
No creo que sea un partido irrelevante en Cataluña. Su liderazgo actual allí es potente. En política, los ciclos son muy cambiantes. Hace años se podría haber dicho que ERC era irrelevante y ahora está llamada a ser primera fuerza. Dependerá del acierto del PP y de los de sus contrarios.
¿Y qué me dice del PSC? PP y Cs acusan a los socialistas de haber abandonado el constitucionalismo.
Debemos mantener la unidad del constitucionalismo. Aunque no nos guste lo que digan otros, debemos hacer prevalecer esa unión. No me gustan esas críticas al PSOE. Van contra los intereses del propio constitucionalismo. Puede haber discrepancias, claro, pero el PSC y al PSOE son constitucionalistas. Cuando tuvieron que defender el 155 ante el golpe, lo hicieron.
Valls fracasó en su intento de hacerse con la alcaldía de Barcelona. ¿Por qué? ¿Le parecería interesante o eficaz que el ex primer ministro francés se lanzara a la política nacional?
Valls es una persona relevante que aportó frescura al debate y al discurso. Generó nuevas dinámicas. Fracasó porque su deber era muy complicado. El PSC estaba subiendo mucho. También influyeron las contradicciones que se plasmaron dentro de su candidatura. Lanzar un partido le corresponde a él. Tiene fuerza y liderazgo, eso sin duda. Insisto: es muy importante la unidad de los constitucionalistas.
¿Exagera Rivera cuando le recrimina a Pedro Sánchez haber limpiado la imagen de Torra y Otegi?
De verdad, insisto: es necesario preservar la unidad de los constitucionalistas. Trabajemos para fortalecerla, no para romperla.
En su juventud, usted militaba en organizaciones maoístas. ¿Qué le ha pasado?
Pues eso, que era muy joven. Milité en un entorno antifranquista. Quienes luchaban contra la dictadura con más firmeza eran las organizaciones pseudorevolucionarias. Se me pasó pronto. Ya en 1978 voté a favor de la Constitución.
El constitucionalismo se puede defender desde distintos partidos políticos
Usted fue uno de los tres primeros diputados -en el Parlament- de la Historia de Ciudadanos. Cuando abandonó el partido, criticó la estrategia en Cataluña y a nivel nacional. Arrimadas ganó allí las elecciones y Rivera tiene ahora 57 escaños. ¿No se equivocó?
Seis meses en política son una eternidad. En aquel momento no me equivoqué. El pacto que se produjo con Libertas ha sido reconocido como un error por aquellos que lo defendieron. Son tiempos muy antiguos para mí, los tengo olvidados. Felicito a todos los que han venido después por sus éxitos. Ojalá ahora esos frutos sirvan para fortalecer el constitucionalismo.
A pesar de su discrepancia, ¿reconoce a Ciudadanos como el principal dique de contención al nacionalismo en Cataluña?
Creo que se puede defender el constitucionalismo de muchas maneras y en varios partidos. Me encantaría que todos asumieran la necesidad de establecer políticas comunes y claras, que antepusieran el bien general al poder en particular. El PSOE es el que más responsabilidad tiene porque ganó las elecciones.
El PSOE pactó con el nacionalismo en Navarra, entregó una alcaldía a EH Bildu, acordó con el separatismo la diputación de Barcelona…
Son políticas, a mi juicio, equivocadas. En nada favorecen esa unidad de acción del constitucionalismo de la que hablaba. Son acciones graves y poco inteligentes. Contribuyen a romper el acuerdo entre los constitucionalistas. Pero eso no quiere decir que el PSOE sea un partido contrario a la Constitución. Nuestra labor es reforzar al PSOE en este espacio. Claro que debemos criticar, pero no expulsar del edén constitucionalista al PSOE.
Las encuestas son muy poco halagüeñas para Cs en Cataluña. Podrían pasar de ser primera a cuarta o quinta fuerza. ¿Cuál es su pronóstico?
Trabajemos para que todas las fuerzas constitucionalistas obtengan el mejor resultado posible. Como presidente de Impulso Ciudadano, no puedo primar a una sobre otras.
Usted mantuvo el acta tras irse de Ciudadanos. Una vez roto el carné, ¿no hubiera sido lo más coherente renunciar al escaño? Rivera le ha achacado algo parecido ahora a Javier Nart.
En su momento, me planteé la renuncia. Yo defendía el programa electoral de Ciudadanos. Lo hice hasta el final de la legislatura. Además, me comprometí a no unirme a otro partido político. No he vuelto a militar y no tengo intención de volver a hacerlo.
En aquel momento, sólo eran tres diputados. Imagino que su relación con Rivera era muy estrecha. ¿Podría describirlo en las distancias cortas?
Rivera tiene madera de líder. Ha demostrado capacidad oratoria y perseverancia política. Es un resistente. Aunque nadie es infalible y en ocasiones se equivoca. Es bueno asumir los errores. Es un hombre educado, muy correcto.