Pocos minutos después de empezar la Ejecutiva de Ciudadanos, la presidencia trasladó a los presentes una intención: oficializar el veto a Vox. Aunque la "vía andaluza" siempre fue la prioridad de los liberales, nunca se había votado la posibilidad de acordonar al partido de Santiago Abascal. "Apenas hubo discrepancia, salió por unanimidad", confirma un dirigente.
El órdago ha puesto en riesgo las investiduras que pretende liderar Génova con el apoyo de Ciudadanos y Vox, entre ellas la del Ayuntamiento de Madrid. "Nosotros iremos hasta el final. Pactaremos un programa y un candidato con el PP. Si no nos apoyan, quedarán retratados", reseña un portavoz autorizado de los liberales.
Conviene apuntar que los Consistorios exigen un pacto con mayor celeridad que las Cámaras autonómicas. A tenor de la ley, si un candidato municipal no obtiene la mayoría absoluta, gobierna automáticamente la lista más votada. Una característica que, cocinada con la discrepancia entre Ciudadanos y Vox, podría dar alas a Manuela Carmena.
La estrategia recién acuñada por Rivera ha calmado a su sector más centrista, que llevaba tiempo exigiendo este compromiso: no negociar ni integrar Ejecutivos con la formación en el extremo derecho del tablero. Esa opinión, capitaneada por Luis Garicano, ha cristalizado por fin en la Ejecutiva. Sin ambigüedades. Pero también ha desatado una turbulencia que no circunscribió las conversaciones andaluzas.
Ahora, Vox quiere jugar el partido. No les vale el papel de bisagra. Abascal pretende convertir sus concejales y parlamentarios en poder. "Ellos sabrán, pero en Ciudadanos la pauta está clara. Iremos a la investidura y les pondremos entre la espada y la pared", confiesa otro miembro de la organización liberal.
El PP, encargado de seducir a Vox
Las condiciones puestas por Ciudadanos gustan en el PP. Por eso empiezan las reuniones este mismo martes. Simultáneamente, una delegación de Génova abrirá conversaciones con Vox. Así quedará reiniciada la "vía andaluza".
A los dirigentes de Ciudadanos les "tranquiliza" que el votante de Vox comparta la intención de desalojar a socialistas y populistas: "Si tumban gobiernos de PP y Ciudadanos, ¿cómo se lo explicarían? Los penalizados serían ellos, y no nosotros".
El diagnóstico entraña algunos riesgos demoscópicos que Rivera confía en paliar tomando la iniciativa: "Nuestro socio preferente es el PP. Primero se sentarán con nosotros y luego verán qué hacen con Vox".
A pesar de que el contexto es distinto, los de Rivera pronostican que Abascal arrancará a Casado algunos compromisos que no obliguen a Ciudadanos. "Será igual que en Andalucía y eso no nos incomoda", relata otro miembro de la Ejecutiva.
PP y Ciudadanos necesitan los escaños de Vox en Aragón -allí también requerirían al PAR-, Murcia, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la capital, además de en muchos otros Consistorios.