Lo dijo un poco de medio lado, así como sin querer poner mucho énfasis, pero Pedro Sánchez pronunció letra a letra la palabra "alerta" este sábado cuando se refería al "riesgo cierto" de que "la derecha con tres siglas" no permita al PSOE "acabar la faena del 28-A". Y lo hacía el mismo día en que los radicales de izquierdas se tomaban atajos para boicotear conciertos y mítines de quienes tienen por mensaje principal el peligro de disgregación territorial.
Pero aunque Sánchez lo dijera así, de pasada, y sin la pausa preceptiva para pedir aplausos -que es lo que en lenguaje mitinero significa "éste es un de los mensajes que quiero destacar"-, sorprendió que el presidente en funciones recurriera al término que lleva persiguiendo a su socio preferente desde el 2-D.
Cuando irrumpió Vox con 12 diputados en el Parlamento andaluz, dándole la vuelta a 37 años de gobiernos de izquierdas, Pablo Iglesias proclamó la "alerta antifascista" y sacó a la gente a la calle contra los resultados democráticos.
Aquellos primeros días que siguieron a las autonómicas andaluzas no sólo asistimos a la eclosión del partido de Santiago Abascal, sino a la normalización de la protesta agresiva contra quien piensa distinto. Después, han sido numerosísimos los actos de boicot y acoso a simpatizantes y líderes de Vox. Lo que fueron protestas se convirtió en boicots y lo que habían sido escraches pasaron a ser agresiones. Del grito se evolucionó al insulto y de la pancarta se pasó a los huevazos.
La bandera de Cs y Marta Sánchez
Este sábado ha sido Ignacio Aguado, candidato de Cs a la Comunidad de Madrid, el que ha sido recibido en Lavapiés entre insultos y lanzamiento de objetos. La noche anterior era la cantante Marta Sánchez trataba de actuar en Badalona en un concierto que celebraba el Día contra la Homofobia. Pero no logró pasar de la primera canción. La cantante, con más de 30 años de carrera a sus espaldas, vive ahora el estigma de haberse envuelto en la bandera española hace unos meses y haber cantado el himno con una letra compuesta ad hoc.
Con abucheos y al grito de "¡fascista!", un grupo de independentistas saboteó su actuación. Lo remataron con el arrojo de huevos al escenario. Alguno acertó con la intérprete, que hubo de suspender su actuación.
El alcalde socialista de la localidad barcelonesa, Àlex Pastor, lamentó públicamente los hechos. Calificó el boicot como "una vergüenza" y a los alborotadores como "indeseables" y "retrógrados", al tiempo que llamó a "combatir" su "intolerancia". Sin embargo, su predecesor en el cargo y aspirante popular a la alcaldía, Xavier García Albiol, le recordó que "si se confirma que han sido miembros de las juventudes de la CUP, el PSC debería reflexionar, una vez más, sobre a quién 'regaló' la alcaldía de Badalona en 2015".
San Isidro de los escraches
La violencia está impregnando la campaña electoral con demostraciones más o menos explícitas de intolerancia a las ideas ajenas. El pasado 15 de mayo, fiesta patronal madrileña, fue también el líder del PP, Pablo Casado, uno de los acosados en la pradera de San Isidro. Miembros de la Plataforma Anti Hipotecas (PAH) le gritaban "¡vergüenza, vergüenza!" cuando apareció en las casetas tapando los de "¡presidente, presidente!".
Y poco después se acercaron los activistas hacia los dirigentes del Ciudadanos y se produjo un lamentable escrache contra la candidata de Ciudadanos a la Alcaldía de Madrid, Begoña Villacís, a sólo dos días de dar a luz a su tercera hija.
Casado aseguró horas más tarde que los escraches sufridos por cargos de PP y Cs por parte de los miembros de la PAH evidencian que "el radicalismo vuelve a las calles". Y después tiró de ironía recordando la terminología que en su día utilizó el líder de Podemos, Pablo Iglesias, para definir los escraches. "Llevábamos ya unos días sin acordarnos del jarabe democrático".
Y es que durante la campaña de las generales, hubo numerosas agresiones a simpatizantes y dirigentes de Vox, de Cs y del PP. Así se golpeó a quienes quitaban lazos amarillos en Cataluña y, por ejemplo, Albert Rivera, Maite Pagaza y Fernando Savater quienes eran recibidos en Rentería (País Vasco) con una cacerolada e insultos.
Los mismos protagonistas salvo el filósofo, se reunían este sábado para dar un mitin en Estella (Navarra). Al paso del líder naranja, cuando ya había entrado en el local donde tenía previsto dirigirse a los simpatizantes de Navarra Suma -la coalición de UPN, PP y Cs en la Comunidad Foral- algunos activistas abertzales hicieron como que fregaban el suelo por el que Rivera había pisado.
Unos cientos de kilómetros al sur, Aguado se adentraba en "territorio comanche", al llevar al barrio de Lavapiés las propuestas de Cs contra los okupas. Probablemente una de las zonas de Madrid con mayor incidencia de este "atentado contra la propiedad privada" que, según Cs, "ha crecido durante el mandato de Carmena" en la capital fue el escenario de otra escena de acoso.
Quién es el "fascista"
Una treintena de personas lo recibieron con una sonora pitada y gritos de "¡fascistas!". Aguado no se ha amedrentado. Al contrario, le han llegado a lanzar un
El candidato regional madrileño se ha envalentonado acusando a los radicales de izquierdas de tener "miedo" a que Ciudadanos vaya a ganar. "Y cuando ganemos se os va a acabar el momio. Vais a dejar de hacer comercio ilegal, vamos a aplicar la ley y a los que hacen las cosas mal y a los que roban y a las mafias. Son los malos los que tienen miedo y no los demócratas que creemos en la libertad, que somos los que vamos ha ganar", ha gritado en un mitin improvisado.
Los alborotadores lo acusaban de "vivir del cuento" y portaban pancartas de "okupa y resiste". Y mientras se multiplican los actos de acoso, el presidente Sánchez o la alcaldesa madrileña, Manuela Carmena, se olvidan de solidarizarse, lanzan "alertas" contra el "riesgo" de que ganen las elecciones y señalan a quienes los sufren como los causantes y culpables.
Así lo hacía la primera edil desde su mitin en el polémico Madrid Arena, llegando incluso a sugerir que la democracia "costó sangre, vida y esfuerzo" y está en riesgo -en referencia a sus compañeros los abogados laboralistas asesinados en su despacho de Atocha- , mientras algunos "parece que sueñan con la dictadura".