Este sábado no era un día cualquiera en la agenda del expresidente del Gobierno José María Aznar. Por primera vez en años, se puso el mono de trabajo electoral y se arremangó para hacer doblete. Mitin por la mañana y por la tarde. Primero, Elche; después, Murcia. Una cadena de trabajo fuera de su normalidad para ponerse al servicio de su partido, el PP.
En realidad, lo que significó la intensidad de la presencia del también expresidente de los populares no era otra cosa que la procesión de su figura. Porque en Aznar cristalizan los valores que el partido pretende abanderar de cara a las elecciones generales: una derecha desacomplejada. Unida, fuerte. De mayorías absolutas. Líder. Protagonista de una época en la que no existía Vox.
“Tenemos que ganar en serio, como ganábamos antes, con una mayoría formidable”, pedía, reclamaba, casi echaba en cara Aznar a los suyos en su segunda cita con sus simpatizantes del día. El dirigente, hasta hace unos meses retirado de la primera línea de la escena política, ha ido perfilando sus mensajes contra la escisión radical del PP, la formación de Santiago Abascal. Su mejor carta, la más efectista, era volver a los focos a recordar, por si algún elector no se había dado por aludido, que el partido de Casado es el suyo. Que la época de Rajoy se ha evaporado. Y que por eso se ha puesto a disposición de Génova.
"Tenemos que tener la cabeza bien clara"
El monstruo de Vox ha ido creciendo hasta que al PP no le ha quedado otra que combatirlo. Hace unos meses, con el pelotazo que pegó Abascal tras el acto de Vistalegre, Aznar aún les disculpaba, como quien riñe a su nieto favorito —ante la etiqueta de derechita cobarde, el expresidente del Gobierno afirmó que era “su forma de expresarse en los mítines”—. Pero, aunque no los identifica como el rival a batir, sigue intentando cauterizar la herida que les inflige. Esa fuga de votos que, según apuntan las encuestas, llevará a una victoria del bloque de la moción de censura.
“Se equivocan los que piensan que pueden votar con las tripas, despecho o para vengar cualquier malestar del pasado", había comentado Aznar, por la mañana, en Elche. “En la elección más crucial en décadas, tengo que apelar a la responsabilidad del votante. Significa que el 28-A nadie se debe dar una alegría, el gustazo de mirar atrás. Nadie debe hacer el inventario de errores, ni equivocaciones, que ha habido", dijo en una referencia velada a la gestión de Rajoy. "Tenemos que tener la cabeza bien clara”, desarrolló horas más tarde, en presencia del actual número 2 del partido, el secretario general, Teodoro García Egea.
El camino, para el expresidente, es claro. “Si queremos ganar, tenemos que unificar nuestros esfuerzos. Y eso tiene nombre: el PP y solamente el PP. Aquí tienen que estar unidos todos los esfuerzos”, reivindicó.
"Toda lo que suma al PP, engrandece a España"
El motivo esgrimido, según se dedujo de sus palabras, no es en realidad tanto la pérdida del liderazgo del PP sino “el futuro de España y lo que pueda aguardar” después con Sánchez en Moncloa. Por “el legado histórico de la Transición española”. Por “el rumbo histórico de España”.
“No estamos hablando de quién es el presidente del gobierno por una legislatura o dos, sino de quién va a dirigir el rumbo histórico de España en los próximos tiempos, por dónde se va a orientar. Sobre si va a haber supervivencia y continuidad histórica de España. Eso es lo que tenemos en juego”, explicó.
Enumeró Aznar todos sus motivos, por si a alguien le hacía falta. Porque “nada ha cambiado” para él. Contó que continuaba creyendo “en una nación española orgullosa de sí misma”, en una cultura española “que se expande”, en una lengua española “que se enseña”, en una economía “que prospera”, en un agua “que se comparte y se reparte” y, en definitiva, en un país “con gran futuro”. “Si yo no creyese que eso fuera así, que el PP representa todo eso, yo no estaría en este acto”, resumió.
Así que lo dejó claro, sacando pecho de su gestión al frente del Gobierno de España. “Las grandes naciones, los grandes líderes no se hacen poniendo la vista hacia atrás, sino mirando al futuro. Con grandes proyectos. Tuvimos la ambición de hacer de España una de las mejores democracias del mundo, y lo hicimos”. “Todo lo que suma al PSOE, resta a España. Y todo lo que suma al PP, engrandece a España”, apuntaló.