La primera vez que Silvia Clemente figuró con cierta frecuencia en los titulares de la política nacional tuvo que ver con su lucha contra la plaga de topillos como consejera de Agricultura en Castilla y León. Por entonces, pensaba en azul y su influencia crecía a lomos del PP. Una década después, ha sido precisamente un topo el que la ha elevado y derrumbado en apenas doce horas. Alguien coló 82 votos de forma fraudulenta en las primarias de Ciudadanos. La Ejecutiva naranja lo ha reconocido y ha proclamado vencedor a Francisco Igea, el candidato alternativo, tras un segundo recuento. Derrota interna de Albert Rivera.
"Hoy doy un paso muy importante", confesó Clemente el 25 de febrero, poco después de fichar por Ciudadanos. En apenas tres días dejó de ser la presidenta de las Cortes de Castilla y León para optar a presidir esta Comunidad... ¡con un partido distinto! Su fichaje ha dinamitado la estabilidad que solía enmarcar los procesos internos de la organización liberal. Aquella calma nada tenía que ver con los vientos desagradables que azotaban a PSOE o Podemos. "Ya sabéis que aquí nunca pasa nada", solía bromear algún dirigente. Hasta que llegó Silvia Clemente.
Clemente, insistió Igea cuando se reunió con la dirección, encarnaba "todo aquello contra lo que peleaba Ciudadanos". Licenciada en Derecho y funcionaria, creció a lomos del PP de la mayoría absoluta. Tras varias legislaturas como procuradora, fue nombrada consejera de Medio Ambiente en 2001. Dos años más tarde, se hizo con la cartera de Cultura y Turismo. En 2007, la colocaron al frente de Agricultura, donde se desempeñó hasta que, en 2015, presidió las Cortes.
"Llegó a Valladolid desde Segovia. Era una chica modesta y muy disciplinada", recuerda un dirigente popular de entonces. Aquella Silvia nada tiene que ver con la mujer "poderosa, bien relacionada y aficionada al lujo" que alcanzó el mando de las Cortes. "De repente, conoció un mundo nuevo. Los coches, los consejeros, otro tren de vida. Eso la encandiló y su ambición política se desbocó".
Sus excompañeros de partido la describen "muy feliz con su despacho de las Cortes", "de reciente construcción y mucho mejor que el del propio presidente de la Junta". "Su sueño era ser vicepresidenta. Cuidó mucho a los medios de comunicación, invertía un dineral en publicidad, iba bien encaminada...".
"Era astuta, muy afable, nunca se enfrentaba con nadie... Así medraba y escalaba puestos", la define otro mandatario del PP. Creó el 'corazón amarillo', Tierra de Sabor, un proyecto para promocionar los productos autóctonos... y agasajar a periodistas y empresarios. Llegó a contratar a un actor de CSI para una promoción. La marca patrocinó... ¡hasta un concierto de Mark Knopfler!. Su autoridad en las redacciones locales cristalizaba en anécdotas como esta: hace unos años, viajó a Viena el 1 de enero para disfrutar del concierto de año nuevo. Su fotografía corrió como la pólvora en Castilla. Tanto que la publicó un medio local. La noticia desapareció en pocos minutos.
Cuando estaban a punto de celebrarse las primarias de Ciudadanos, trascendió el escándalo de Patatas Meléndez, la empresa del marido de Silvia Clemente. El señor Meléndez recurrió en su día la retirada de una subvención que le concedió la Junta cuando su mujer era consejera. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León no sólo rechazó las objeciones del empresario, sino que percibió una posible manipulación de los documentos aportados. Al mismo tiempo, se investiga la desaparición de unos papeles públicos relacionados con el caso. Una denuncia aireada por la sucesora de Clemente en la presidencia de las Cortes.
Algunos empresarios de la zona, irónicos, decían que el 'corazón amarillo' de Tierra de Sabor inventado por Clemente era en realidad una patata. La sombra del nepotismo siempre sobrevoló las concesiones de la política al negocio de su pareja.
Los pesos pesados del PP castellano leonés discurren así el motivo de su marcha: discutió con Fernández Mañueco -actual líder-, "al que tanto había aplaudido". "El auge de Ciudadanos y un posible pacto con nosotros le hicieron vislumbrar la presidencia o la vicepresidencia. A eso se fue".
Así se gestó su fichaje
"Albert delegó, ya estaba centrándose en las elecciones. Aunque a ella la capta la Ejecutiva, nunca fue su candidata. No hay tuits de apoyo, tampoco fotos", reseña un mandatario de Ciudadanos. Pero Clemente era la opción del aparato y no hubiera tenido rival si Francisco Igea no hubiese dado un paso al frente. "Han sido unas negociaciones poligoneras de House of Cards. Ella no puede representar la regeneración que buscamos", dijo el médico y ya exdiputado, que se presentará finalmente a las elecciones autonómicas.
Varios líderes de Ciudadanos, tanto a nivel nacional como regional, apuntan a Pablo Yáñez como autor del polémico fichaje. "Él lleva desde el principio en el partido y tiene mucha influencia en las decisiones que se toman allí", cuenta alguien muy cercano a Rivera. Actualmente, Yáñez -no ostenta ningún cargo público- es el responsable del área de Cooperación Internacional de la formación.
Pero, ¿por qué Clemente rechinó a oídos de tantos dirigentes de Ciudadanos? ¿Por qué Rivera no quiso explicitar su apoyo? A diferencia de Joan Mesquida, Celestino Corbacho y el resto de quienes abandonaron el bipartidismo camino del centro, la expresidenta de las Cortes castellanas no dejó su expartido por una clara cuestión ideológica. De su carta de despedida se desprenden luchas de poder y diferencias con la dirección. Se despidió de Fernández Mañueco -líder popular en este territorio- y acusó a sus compañeros de orillarla y apartarla de las reuniones importantes. Clemente aseguró que se le había encomendado la redacción del próximo programa electoral.
Cuando Ciudadanos anunció su incorporación, decenas de militantes de la zona dijeron: "Tiene que ser una broma". Entonces comenzó el silencio de Rivera y las grietas en una Ejecutiva que siempre ha presumido de unidad. Sin ir más lejos, Luis Garicano y Toni Roldán -encargados de diseñar el programa para las generales- se apresuraron a apoyar a Paco Igea. El bando del médico engordó cada vez más y su derrota, aunque fraudulenta, fue lamentada por una parte de la plana mayor del partido.
Recién enmendada la adulteración de las primarias, la Ejecutiva de Ciudadanos ya no ofrece siquiera la integración en sus listas a Silvia Clemente. "Más vale una vez rojo que ciento morado", concluye un miembro de la cúpula.