Un auditorio lleno. La plana mayor del partido. Un Nobel de Literatura. A priori podía tratarse de cualquier cosa menos del lanzamiento de un candidato para las elecciones europeas. Pero lo era. Albert Rivera y Mario Vargas Llosa han sobrepasado en una tarde el esfuerzo que suele brindarse a toda una campaña continental. Sin ir más lejos, hace diez días, el Partido Popular pedía un discurso al escritor peruano para colorear su gran Convención. Este martes, los liberales han hecho lo propio para arropar a Luis Garicano.
El economista referencia de los naranjas se consolidará como cabeza de cartel el próximo 8 de enero, cuando se celebren unas primarias para las que todavía no conoce adversario. Primero Rivera y luego Vargas Llosa han calificado su nuevo libro, "El contrataque liberal", como un tratado "extraordinario" con el que bracear entre la niebla. Esta tarde, en la Fundación Rafael del Pino, las tormentas y las notas desafinadas se han tachado de "nacionalismo" y "populismo".
Rivera, desde la tribuna, ha sido el encargado de prologar el diálogo que luego han mantenido Vargas Llosa y el propio Garicano. Ambos puestos a la misma altura y definidos como "gigantes" del liberalismo. Toda una 'performance' que arroja una conclusión nada descabellada: la promoción del exprofesor de la London School of Economics mira hacia el Ministerio de Economía.
"Es uno de los mejores del mundo en lo suyo y tenemos la suerte de que nació en Valladolid. Y yo tengo la suerte de que está en Ciudadanos, lo siento por los demás", ha ironizado Rivera.
Vargas Llosa, por su parte, ha diseccionado el libro de Garicano casi por capítulos. Incluso ha mencionado algunas de las estadísticas referenciadas. O le habían preparado un gran dosier o el Nobel se había leído la criatura de cabo a rabo. "El lenguaje es muy claro y explica llanamente problemas muy complejos", ha revisado gramaticalmente el inventor de "Pantaleón y las visitadoras".
Luis Garicano es uno de los miembros de la Ejecutiva que más confianza transmite a Albert Rivera. Prueba de ello son las últimas elecciones de Andalucía. Por primera vez, los naranjas entraban a formar parte de un Gobierno autonómico. El presidente liberal encargó el economista la delimitación de competencias de las carteras adquiridas y el casting de consejeros.
Las páginas de Garicano, han insistido Rivera y Vargas Llosa, van mucho más allá de la Economía. Repasan la inteligencia artificial, el nacionalismo, la revolución tecnológica, la pugna de las ideologías... Todo un elenco para dibujarlo como mucho más que un candidato para las europeas. Profesor del IE, Garicano, de momento, sólo opone una barrera a la política: quiere seguir enseñando. Con total seguridad, sustituirá a Javier Nart como líder naranja en Bruselas y Estrasburgo, pero será el nombre elegido para la máxima responsabilidad económica si Ciudadanos rasca algún ministerio tras las generales.
Mario Vargas Llosa y Luis Garicano han coincidido en el diagnóstico en torno al "resurgir" del nacionalismo. Podría resumirse así: la revolución tecnológica genera inseguridad en las sociedades porque un gran número de empleos se ve amenazado por la robotización. En ese contexto, las creencias compartidas, el mismo idioma y las religiones comunes son una balsa de estabilidad en la que resguardarse del miedo. Si a esto se une la "demagogia de unos cuantos políticos ansiosos de poder", "brota el nacionalismo".
Garicano, en un titular que ha solivianto a una parte del público, se ha agarrado al liberalismo económico para combatir el nacionalismo y el populismo, pero lo ha definido como estrechamente compatible con un Estado del Bienestar vigoroso. "¿Eso no sería criar tigres vegetarianos?", le ha preguntado uno de los asistentes. Otro, ya fuera de micro, le ha espetado: "Pareces de Podemos". Y así ha culminado la bendición casi apostólica de Rivera y Vargas Llosa a su soñado ministro de Economía.