El mar de fondo entre Íñigo Errejón, candidato de Podemos a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, y su supuesto jefe, Ramón Espinar, secretario general del partido en la región -y fiel escudero de Pablo Iglesias- viene de lejos. Pero las tensiones se recrudecen en el momento de tomar decisiones. "Eso es lo normal", entienden fuentes oficiales de la candidatura de Errejón, "como es legítimo que Íñigo defienda a alguien de Podemos, como Clara Serra, para ser su 'número dos' por encima de Sol Sánchez, de IU".
La bronca ya trascendió públicamente en abril del año pasado, cuando el líder supremo impuso un acuerdo entre Errejón y Espinar que culminara la operación de defenestración de su antiguo escudero tras derrotarlo un par de meses antes, en Vistalegre II. Otras fuentes consultadas en la dirección estatal de Podemos admiten que desde entonces, "la amistad se ha acabado".
Pero ahora ninguno quiere que se rompa nada, aunque tampoco nadie afloja las tensiones para la elaboración de la lista con la que el partido morado se presente a las elecciones autonómicas. La facción de Iglesias trata de imponer a la de Errejón unas condiciones que éstos rechazan. Y, mientras, el equipo de Espinar maniobró en la tarde del lunes, para tratar de "forzar la situación y adquirir ventaja en la mesa de negociación".
La filtración a algunos medios de que había un acuerdo cerrado y definitivo sorprendió hasta en Izquierda Unida, la formación supuestamente beneficiaria del mismo. "Era mentira", remarcan desde las filas de Errejón, "y tuvimos que desmentirlo llamada a llamada". Pero la intoxicación había logrado, al menos, el segundo de sus objetivos: si no se conseguía debilitar la posición del equipo del candidato en la mesa negociadora para las últimas 72 horas de plazo -acaba este jueves-, al menos sí que quedaba claro públicamente que la dirección del partido no está con él.
Y así se sustanció este martes por la mañana, cuando Pablo Echenique se felicitó por "el generoso acuerdo al que se ha llegado" en Madrid. Y argumentaba que son "las fuerzas hermanas del espacio del cambio", por lo que celebraba la "buena noticia de que todo apunta a que ese acuerdo trasmite la unidad que la gente está esperando".
Eso ante los micrófonos, porque en privado, fuentes allegadas al número dos del partido admitían que la situación en Madrid sigue siendo conflictiva. Y que a los problemas personales entre Errejón y Espinar se suman sus diferentes visiones estratégicas y hasta políticas.
Con IU o sin IU
Que ahora Iglesias quiera imponerle a Errejón una 'número dos' de IU es uno de los motivos principales de la discrepancia. Pero no el único. "Para nosotros es igual de importante este punto que el de que el pacto sea completo, incluyendo todos los municipios de Madrid", aclaran desde las filas del candidato.
Se discuten estos días los términos de la confluencia de Podemos e Izquierda Unida en la misma lista. Y aunque en el ambiente está que el Errejón de hoy preferiría confluir con el PSOE de Ángel Gabilondo que con IU, fuentes cercanas al ex número dos de la formación morada lo niegan. "Eso es un sambenito que le han puesto a Íñigo", aclaran, "pero los tiempos en los que él no consideraba conveniente ir con IU han pasado".
El caso es que las dos ocasiones en que los de Pablo Iglesias han ido a unas elecciones de la mano de la formación liderada por Alberto Garzón, el saldo ha sido más que negativo. Errejón mostró sus dudas entre diciembre de 2015 y junio de 2016 de la conveniencia de que se sustanciara el "pacto de los botellines" y las urnas le dieron la razón: en seis meses, la suma de Podemos e IU resultó ser una resta. De un millón de votos, concretamente.
Algo muy similar acaba de ocurrir en Andalucía. El pasado 2-D, la candidatura de Adelante Andalucía -la marca liderada en paridad por Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo- se dejó más de 300.000 votos desde que tres años antes hubieran ido por separado a las anteriores elecciones autonómicas.
Desconfianza mutua
Una última petición de la parte negociadora de IU ha llamado la atención: que el acuerdo incluya una cláusula por la que todos los electos se comprometan a permanecer en el grupo parlamentario toda la legislatura.
¿Acaso temen los de Garzón que Errejón haya preparado una escapada de la mano del PSOE o una maniobra a lo Carmena? ¿Por qué se exige esa salvaguarda de hormigón armado sobre un andamiaje construido en confianza? "No lo sabemos", apuntan desde las filas de Errejón, "pero para nosotros no es un problema, ni se ha discutido. Lo que sí que sorprende es que en IU hagan tanto hincapié".
Este jueves termina el plazo, ampliado tras el encontronazo del lunes y la filtración desmentida. El clima no es de confianza. "Pero si no quisiésemos el acuerdo lo habríamos roto hace mucho, no ahora a cuatro meses de las elecciones", concluye un portavoz del entorno de Errejón.