Pedro Sánchez ha aceptado las garantías que le ofrece la UE para Gibraltar y ha anunciado que irá a la cumbre de este domingo en Bruselas. "Tenemos un gran Estado y un gran país", ha dicho para cerrar su alocución convocada de urgencia en Moncloa. El presidente ha asegurado que la relación de Gibraltar con la UE siempre pasará por España, pero no ha logrado la reapertura del acuerdo del brexit que en su artículo 184 dejaba insatisfecha a España. Eso sí, ha asegurado que la UE se pone de su lado para "resolver un conflicto de más de 300 años con Reino Unido".
Sánchez ha informado al Rey del acuerdo, que consiste en una declaración conjunta del Consejo y la Comisión que descartan que el artículo 184, el de la discordia, sea "aplicable al contenido de la relación futura incluida en el ámbito territorial". Y afirma que el Gobierno británico que "reconoce por escrito esta interpretación", lo que es "trascendental" para el presidente.
En el marco de la relación política futura, "las instituciones refuerzan la posición de España, como nunca había estado" en unas negociaciones "tan importantes como las que vamos a afrontar". Lo que afecte a Gibraltar, ha dicho Sánchez, serán "acuerdos separados".
El presidente ha dicho que llamará a los líderes de la oposición y que comparecerá el 12 de diciembre en el Congreso para dar cuenta de lo pactado con Bruselas y Londres.
Además hay "un texto que sienta las bases por escrito que son históricas", ha dicho. Se excluye a Gibraltar de la negociación entre la UE y Reino Unido. Y se "exige el acuerdo de España para cualquier acuerdo de la UE que se aplique a Gibraltar", con lo que "se logra que sean pactos siempre ne nuestro interés", ha dicho el presidente.
La comparecencia se retrasó varios minutos, ya que Pedro Sánchez estaba todavía despachando con dirigentes europeos. De hecho, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, tuiteaba a las 15.09 minutos -en castellano, como detalle de respeto- que acababa de hablar con el jefe del Gobierno español: "Solidaridad, determinación y diálogo son los medios para encontrar soluciones en la Unión Europea".
Aceptar lo que no era "suficiente"
Finalmente, Pedro Sánchez ha tenido que aceptar lo que hasta este viernes no valía. No se hará ningún cambio en los textos con valor jurídico, y el Gobierno español se contenta únicamente dos declaraciones a nivel político: una de los 27, que no vincula a Londres; y otra de Londres, firmada por el embajador ante la UE que, en realidad, es lo suficientemente confusa como para que cada uno interprete lo que quiera, informa Juan Sanhermelando.
El presidente del Gobierno ha comparecido este sábado nada más aterrizar desde La Habana y tras mantener una conversación telefónica con el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk. El órdago lanzado en la noche del viernes desde Cuba por Sánchez puso en solfa la misma celebración de la cumbre extraordinaria de Bruselas sobre el brexit en la que, este domingo, los 27 deberían sellar su adiós a Reino Unido todos en unanimidad.
El portavoz de Tusk, Preben Aamann, anunció por Twitter pasadas las 14.00 horas que "estamos más cerca" de que haya reunión de jefes de Estado y de Gobierno. A la vez, Moncloa convocaba a los medios a las 15.00 horas para una comparecencia del presidente.
La tensión había abierto una enorme crisis entre Madrid, Bruselas y Londres. Después de que Michel Barnier, el negociador europeo, aprovechara sus dos semanas de negociación finales sin consultar con los países miembros para acelerar y cuadrar un acuerdo final, España descubrió que un artículo, el 184, "colocado a última hora" no aseguraba que nuestro país tuviese en el futuro la última palabra -el "derecho de veto"- sobre cualquier acuerdo de Londres con Bruselas que afectase a Gibraltar.
Y Sánchez aseguró que en esas condiciones "desgraciadamente, España votaría 'no' al acuerdo del brexit". El jefe del Gobierno exigió garantías y aclaró que "si no está arreglado antes del domingo, España no viajará a la cumbre". Y esa cumbre para cerrar el brexit, sin uno de los países más grandes de la UE en ella, era inviable. De hecho, el miércoles por la noche hubo una conversación telefónica entre Sánchez y May. En ella, la primera ministra británica le pidió "apoyo y solidaridad" para que no pusiera obstáculos, pero Sánchez se mantuvo firme en exigir modificar el artículo 184.
Theresa May se puso firme, aseguró que defendería "a la familia británica, a toda", lo que incluía a Gibraltar. Dejó claro que no permitiría la reapertura del pacto en ninguno de sus puntos y que "la soberanía de Gibraltar no está en cuestión". Incluso el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, que la sostiene en el 10 de Downing Street, se comprometió a utilizar sus 10 votos en el Parlamento de Westminster para apoyar la causa de Gibraltar si resultaba necesario.
Una mañana frenética
Así las cosas, esta mañana en Bruselas la negociación era silenciosa, sobre todo porque el presidente español estaba de viaje, regresando de su visita a La Habana y cualquier arreglo debía pasar por él.
Este viernes se le había ofrecido ese apaño sin valor jurídico alguno: un par de declaraciones políticas que sí recogían previsiblemente las exigencias de España, pero que no entraban en el corpus vinculante del acuerdo de salida de Reino Unido de la Unión. Así que Sánchez dijo que "no es suficiente" y dejó claro que todo seguía igual: "Si hay acuerdo se viajará a Bruselas; si no lo hay, no".
Finalmente, el arreglo ha satisfecho al Gobierno español y la cumbre se celebrará, pero el desgaste ha sido alto. La oposición, desde el PP a Podemos, ha señalado la "bisoñez" de la negociación española. Pablo Casado ofreció su apoyo "aunque la posición del Gobierno llega tarde y mal", mientras Pablo Iglesias aseguraba que "para defender a los trabajadores, el presidente tendrá mi apoyo, pero no para patrioterismos extraños".