Ni la lluvia ni el perfil bajo adoptado por los partidos nacionalistas y el PSOE en el aniversario del golpe ejecutado por JxSí (ERC + PDeCAT) y la CUP el pasado 6 y 7 de septiembre en el Parlamento autonómico catalán evitaron que el acto de pequeño formato organizado por Ciudadanos en Barcelona con el título de ¡Nunca más! Mai més! reuniera a 300 personas, todas las que cabían en el espacio acotado por la organización. Allí estaban Albert Rivera, Inés Arrimadas, Carlos Carrizosa, José Manuel Villegas, José María Espejo-Saavedra y Fernando de Páramo, entre muchos otros. Es decir la plana mayor de Cs en Madrid y en Cataluña.
La ocasión lo merecía. Ayer se cumplía un año desde que los partidos separatistas pisotearon su propio Estatuto de autonomía, hicieron caso omiso de las reclamaciones de la oposición, e incluso de las advertencias de los abogados del Parlamento, y aprobaron las leyes de ruptura destinadas a otorgarle una pátina de legitimidad a la organización unilateral de un simulacro de referéndum de secesión y a la posterior ruptura con la legalidad constitucional.
Por la mañana, el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska se había reunido con Quim Torra y el consejero de Interior Miquel Buch en una Junta de Seguridad de la de que salió alabando "la sintonía y la lealtad" del Gobierno catalán. Apenas unas horas después, Inés Arrimadas subió al escenario montado en el muelle de Bosch i Alsina del puerto de Barcelona para afearle al ministro esas mismas palabras.
"En vez de pedirle a Torra que quite el pedazo de lazo que han colgado en la Generalidad, Marlaska ha dicho que hay mucha sintonía y lealtad. Lo que hay son muchas ganas de mantenerse en el poder mirando hacia otro lado de lo que ocurre en Cataluña" dijo la ganadora de las elecciones autonómicas catalanas del pasado mes de diciembre. "Nosotros no criminalizaremos a aquellos catalanes que hacen aquello que debería estar haciendo la administración, que es limpiar las calles de plástico amarillo" añadió Arrimadas, que había sido teloneada brevemente por Carlos Carrizosa.
Ante el silencio oficial sobre lo ocurrido hace un año en Cataluña, silencio sólo roto por una Marta Rovira que apareció por sorpresa desde Suiza para reivindicar en Twitter su responsabilidad en el golpe, Inés Arrimadas recordó con pelos y señales lo sucedido: "Hace años se produjo una absoluta infamia, un atropello al sistema parlamentario, a la democracia y a los derechos de millones de catalanes sin precedentes en la democracia europea. Ese día se despreció a más de media Cataluña, se intentó fulminar con sólo 72 escaños los derechos constitucionales de los catalanes".
La "puñetera" ley electoral y las "chapas" de Torra
El acto de Cs (que había sido criticado por En Marea por "apropiarse" del lema "nunca más", que el partido populista gallego considera "un símbolo de la lucha por la verdad, contra la desinformación oficial y por la defensa del medio ambiente y del mar como medio de vida") finalizó con la intervención de Albert Rivera. "En realidad, ya le hemos ganado a los nacionalistas. Si no gobernamos es sólo por la puñetera ley electoral" dijo el presidente de Cs.
Albert Rivera aprovechó el acto para fijar la posición de su partido respecto a la invitación que Ana Pastor, ya sea en coordinación con Pablo Casado o con la intención de boicotearlo (esa es la comidilla del momento en Madrid), ha cursado a Quim Torra para que este comparezca en el Congreso de los Diputados.
"Os voy a decir la posición oficial de Cs. Si Torra viene al Parlamento a pedir disculpas y a acatar la Constitución, será bienvenido. Si viene a atacarnos y a llamarnos bestias taradas, ya puede ahorrárselo. Pero donde ha de ir Torra en realidad es al Parlamento catalán, que tiene cerrado desde hace dos meses. En vez de pegar chapas en un teatro, el presidente Torra debe someterse al control del Parlamento" dijo Rivera.
Rivera finalizó su intervención recordando que la Cataluña de principios del siglo XX tenía sólo tres millones de habitantes. "Josep Tarradellas se encontró con seis millones tras su vuelta a Cataluña. Ahora tenemos siete millones y medio. Cataluña ha crecido y ha cambiado" dijo Rivera, reivindicando una Cataluña muy diferente, pero bastante más fiel a la realidad, que la idealizada por el nacionalismo.
"Tenemos un Gobierno que es capaz de todo por aguantar un cuarto de hora más en la Moncloa. Un Gobierno que está pagándole el alquiler de la Moncloa a los separatistas" añadió. Y remató la faena con una frase destinada a la línea de flotación del nacionalismo: "El último pueblo de Cataluña es tan español como el Paseo de la Castellana". El mensaje fue tan aplaudido como cualquiera de las anteriores andanadas contra Torra.