A Felipe González le gusta hablar de una “más y mejor” Europa. Le gusta hablar del Brexit, de América Latina, de la victoria Donald Trump y pronunciarlo como suena, con una sonora “u”. Quiere que se escuchen sus advertencias sobre el origen de los populismos y cuál es la fórmula para atajar su crecimiento. Son las cuestiones importantes, pero son las cuestiones internas de partido las que saltan a los titulares. No le gusta, pero con un PSOE sumido en una crisis de proyecto y de liderazgo, la primera ocasión en la que se ha puesto a tiro, en un foro en Sevilla y con la presidenta Susana Díaz en primera fila, era inevitable. Se ha mojado. Valora “su fuerza y su coraje”. Pero ¿y si hay alguien más con esas cualidades en el partido?
Por el momento, a ojos de González, quien no parece que esos requisitos los tenga ni los vaya a tener es el ex secretario general Pedro Sánchez. Es el único que por ahora no ha ocultado su interés en medirse en unas primarias con Susana Díaz, a la que ha retado a dar un adelante. Aunque la entrevista con la revista francesa Politique Internationale fuera en julio y sus palabras, según González, no coinciden con lo declarado, estas llegan justo ahora a España. Si entonces no le otorgó capacidad a Sánchez para construir más de un discurso de media hora sobre España, por estar más interesado en el partido que en el país, en este momento no es más generoso en su opinión sobre él.
Aun sin haber visto la entrevista en el programa Salvados, y sólo por referencias, las acusaciones de Sánchez en su contra le han dado munición para considerar que en aquel momento “desvariaba”. Para empezar porque, según ha dicho de sí mismo, si hay algo de lo que pueda presumir es de su independencia, llámese IBEX 35, PSOE o el Gobierno. Nadie le marca su destino. "Se equivocan los que piensan eso. Si me piden opinión se la doy, si me piden consejo soy un jarrón chino. Si alguien quiere creer que me pueden torcer por intereses, se equivoca. Y si lo cree el secretario general de mi partido, me entristece", ha subrayado.
A la falta de discurso y a ese desvarío, también ha sumado una falta de cultura de partido. Toda una carga de profundidad contra quien parece dispuesto a ir unas primarias y que da armas al enemigo. Si de algo presume Díaz es, precisamente, de conocer la cultura, pero también la fontanería del partido. En su análisis de las sucesivas crisis que ha tenido el PSOE a lo largo de su historia, con un rosario aciertos y errores, y aunque su propósito no era calificar ex secretarios, sí ha concluido que "Sánchez, sin cultura de partido, ha intentado hacer lo mejor que sabía, pero probablemente no sabía".
Tampoco ha pasado por alto su falta de responsabilidad. En 1996, González se fue porque perdió frente al popular José María Aznar. Sánchez ya lleva dos derrotas en las urnas con Mariano Rajoy. También fue derrotado en el comité federal por su idea de un congreso exprés que le llevó a su dimisión, y en otro comité porque no quiso apearse del “no es no” a la abstención que allí se aprobó. También dejó su acta de diputado en el Congreso.
Con fisuras
Frente la contundencia del discurso contra Sánchez, González sí ha querido apoyar a Díaz. Aunque de entrada ha respondido con un “no” rotundo. Luego ha venido la justificación. "Sería una desgracia para Susana y para mí que yo me pronunciara sobre eso. A ningún candidato que haya apoyado ha ganado", ha dicho no sin cierta ironía durante un coloquio-almuerzo organizado por el Grupo Joly.
Pero su tibio respaldo es con fisuras. A González no le gusta el juego con los tiempos para la celebración del congreso del PSOE. No hay prisa, pero tampoco se debe retrasar mucho. Ha puesto el foco en el debate político, pero ha advertido: "Ni inmediato, que es lo que algunos pretenden para que haya un congreso en descomposición, ni tampoco a calendas griegas, como pretenden algunas, para ver si la breva cae cuando esté madura". Una crítica en toda regla a la estrategia de Díaz de retrasar el cónclave al máximo para poder restituir su imagen dañada en esta crisis del PSOE o quedarse sola en ese escenario de unas primarias.
Sea con el líder que sea, la recuperación del PSOE la ve factible siempre y cuando haya un proyecto asentado en la ecuación de la recuperación de la identidad de un país que acepta la "diversidad" y mantiene la "unidad", es decir, "ni una broma con la autodeterminación". En segundo lugar, debe plantear un modelo de economía altamente competitiva que genere valor añadido y que fortalezca la cohesión social, y un proyecto europeo e internacional que le dé la relevancia a España que "estamos perdiendo a chorros".
En esa capacidad que tenga o no el PSOE de recuperar su perfil propio, no cree que tenga que pesar la abstención que ha permitido que Mariano Rajoy siga al frente de la presidencia del Gobierno. "Esta tontería de que abstenerse te obliga a abstenerse el resto de tu vida ante cualquier tontería que se le ocurra a Rajoy, no es así. He defendido la abstención a cambio de nada. Es el precio más alto para ser libre", ha subrayado. El primer ejercicio de esa libertad debe ser el no a unos Presupuestos Generales del Estado del PP que "difícilmente será aceptable".
En su reparto de toques de atención, también ha lanzado una advertencia a medios y políticos. Tras el auge del populismo está el hastío de los ciudadanos, y tanto unos como otros deben abandonar su estrategia de poner el foco sobre lo superfluo. Bajo la única perspectiva de lo que le preocupa, González ha advertido que si el populismo le inquieta por la izquierda, más aún le angustia por la derecha. Para el ex presidente la única receta capaz de frenar los populismos emergentes no es otra que dar soluciones a los problemas de los ciudadanos. Eso es centrarse en l”o importante”: no importa quién está o no en la apertura de las Cortes, o si ex ministro de Interior Jorge Fernández Díaz ocupa la presidencia de una comisión parlamentaria, sí importa que 500.000 alumnos no tengan que someterse a la reválida de la Lomce.
El retorno de Chaves y Griñán
La capacidad de movilización de González es indudable. No sólo ha logrado reunir en Sevilla a la plana mayor del Gobierno y del PSOE andaluz, también ha logrado algo hasta ahora imposible, sacar de su particular destierro a los ex presidentes andaluces, José Antonio Griñán y Manuel Chaves. Por el caso de los ERE, llevan prácticamente apartados de cualquier acto de partido, al que ya ni pertenecen como militantes. Ni siquiera en el último aniversario del 28-F estuvieron presentes. Fueron los ex presidentes ausentes. Su amistad con González, del que fueron ministros, les ha devuelto hoy parte de ese protagonismo perdido por sus notables ausencias de los últimos tiempos.