Valencia, como le ocurrió a Barcelona, ha sufrido un acto vandálico anarquista en protesta por el encarcelamiento del preso anarquista Alfredo Cospito. La fuente de la Plaza de la Virgen, una de las más representativas del centro de la Capital del Turia, ha amanecido llena de espuma y con una pintada que solicita el fin del régimen de aislamiento del delincuente italiano.
"Fuera Alfredo Cospito del '41 bis'", reza el mensaje escrito en el suelo de la plaza, acompañado del símbolo anarquista. A su vez, otra fuente del centro de la urbe, la de la plaza del Parterre, también ha sufrido un ataque de las mismas características.
Alfredo Cospito (Pescara, 1967) es el líder de la facción violenta de los anarquistas transalpinos, con conexiones en diferentes países del mundo. Cumple una condena de 20 años por explotar varias bombas de fabricación artesanal en 2006 que no causaron muertos ni heridos. Se trataba, alegó, de un atentado reivindicativo y sin intención de causar daños personales.
['Caso Cospito', el anarquista en máximo aislamiento que pone en aprietos al Gobierno italiano]
Su peligrosidad es considerada tan alta que desde el pasado año a Cospito se le asignó el máximo aislamiento, el mismo tratamiento carcelario de los capos de la mafia. La medida, en Italia, es conocida como 41 bis y tiene el objetivo de interrumpir los contactos de un detenido especialmente peligroso, incluso dentro de prisión, capaz de ejercer su influencia a través de su red de relaciones en el interior de las cárceles. Cospito es el primer anarquista en régimen de máximo aislamiento en Italia.
Hace un par de semanas, el caso Cospito empezó a protagonizar la agenda política en Italia, desde el momento en el que diferentes grupos simpatizantes de la causa anarquista violenta ejecutaron actos vandálicos en las sedes diplomáticas italianas de Barcelona y Berlín, pintando el consulado en el primer caso y quemando el coche de un funcionario en el segundo.
En ambos actos, el mensaje fue pedir la "libertad" de Cospito, acusado, sin embargo, de diferentes delitos de máxima violencia. Así pues, empezó a sonar el nombre de Cospito en los medios italianos, cuando en aquel momento, el líder anarquista se encontraba en la cárcel de Sassari (Cerdeña).
El Gobierno italiano de Giorgia Meloni, en todo momento, manifestó su cercanía a las sedes diplomáticas transalpinas afectadas y rechazó cualquier gesto desde su Ejecutivo que ablandara la situación carcelaria del líder anarquista: "El Estado no puede permitir intimidaciones de quienes pretenden amenazar a sus funcionarios", aseguró la primera ministra italiana.
Una de las controversias que sigue hoy día caracterizando el caso Cospito es que el anarquista lleva ya más de tres meses en huelga de hambre, en protesta por su máximo aislamiento carcelario; decisión que le ha provocado una rápida bajada de peso -unos 30 kilos- y complicaciones médicas vinculadas a su elección.
Por esta razón, hace poco menos de quince días, Alfredo Cospito fue trasladado de Sassari a la prisión Milán Ópera, una estructura carcelaria especialmente dedicada para aquellos presos con graves patologías. Todo ello, con el objetivo de seguir de cerca la evolución médica de Cospito, marcada por la falta de comida en más de 100 días.