Mientras el Betis celebraba su Copa del Rey, un helicóptero no paraba de sobrevolar el cielo maestrante y los cláxones no dejaban de sonar por el Paseo Colón, los toreros Oliva Soto, Esaú Fernández, los hermanos Javier y Borja Jiménez, Lama de Góngora y Ángel Jiménez se jugaban la vida en la Maestranza de Sevilla. También su futuro.
Oliva Soto y Ángel Jiménez, al menos hoy, lo ven algo más nítido. Han cortado una oreja cada uno lo que le puede abrir alguna puerta en la temporada, pero los hermanos de Espartinas han dado una lección de torería con muy poco material.
Era el día de la oportunidad, de tirar la moneda a un solo toro y la corrida de la ganadería de Virgen María- Santa Ana salió al albero alcalareño muy bien presentada. El sobrero era de las Monjas, no llegó a salir, si no hubiera sido todo de lo más monacal.
Era una tía como se dice en el argot; interesante, con sus matices, con dos toros con mucha clase y sin aburrir al espectador, que para eso lo paga.
Con una media de diez años de alternativa a sus espaldas y más de una tarde en esta plaza, la de hoy tenía esos alicientes que tanta falta hacen para todo, ilusión y ganas de triunfo. Los toreros y el público.
Oliva corta una oreja
Oliva volvía a su plaza y ha cuajado una faena de muchas ganas y personalidad, ésa que siempre tuvo. No le dudó a un toro noble, aunque muy medido de fuerzas tras los dos puyazos. Cuando arrancó la música se templó más al natural y la faena tomó vuelo, sobre todo, cuando volvió al derecho. Ahí se asentó de verdad y le aguantó un eterno parón. La estocada fue arriba y desorejó al primero tras escuchar un aviso.
El otro camero, Esaú Fernández, estuvo muy técnico con un toro que no fue fácil, reservón y que tuvo sus teclas. Quizás pecó de eso. La faena fue algo desordenada, pero el arrimón final fue de órdago, tanto que casi sale prendido por la axila. Mató a la segunda y fue ovacionado.
El tercero vendió su clase en los capotes al principio, sobre todo en el de Alejandro Sobrino, que lo bregó de largo, y luego su indefinición en la muleta de Javier Jiménez. Suaves fueron las verónicas del torero de Espartinas y excepcional el quite de dos lances y una larga que le dio su hermano Borja. Con la muleta, y tras brindar a Espartaco, supo extraerle muletazos con clase, pero también dos grandes coladas que restaron a la faena hasta que se quiso ir a tablas. Mató a la tercera y fue ovacionado.
Buen toreo de Borja Jiménez
Para ellos dos se queda el brindis de Borja a Javier. Hoy el hermano chico ha hecho algo muy difícil: sin tener toro ha demostrado el buen concepto que tiene. La faena fue para aficionados por su buen gusto y perfecta colocación sobre todo en los muletazos finales. Saludó desde el tercio.
El quinto fue el toro más bonito de la corrida, un burraco muy serio que se enceló con el caballo cuando lo vio en el suelo. Esto y la lidia algo desordenada mermaron sus condiciones que fueron muy escasas en la muleta. Antes Lama de Góngora lo había toreado con temple a la verónica y lo había intentado para no dejar pasar su oportunidad, pero ha sido imposible.
Por último, ante un toro con mucha clase, el torero de Écija Ángel Jiménez puso de acuerdo al público con una faena honda, sobre todo por el derecho, y muy templada, que hizo sonar la música. Le bajó la mano con mucho temple y, tras una estocada entera, le cortó la oreja.
Quizás el mejor premio hubiera sido tener una segunda oportunidad en la corrida de Victorino del sábado tras la baja de Emilio de Justo. Finalmente, se ha quedado en un mano a mano. Son las cosas que a veces una no se explica del toreo, pero uno de los dos hubiera cabido perfectamente en el cartel.