Miren, dos escenas recientes que resumen la situación política:
La primera se produjo la semana pasada. Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y líder de una marca llamada Sumar, anunció que ella no se reunirá con Feijóo. Le hizo la peineta al candidato propuesto por el Rey y desechó su invitación porque sí. Lleva cuatro años la vicepresidenta presumiendo de lo dialogante que es, de su buena educación, de lo dispuesta que está siempre a hablar, a sentarse con quien sea y bla bla bla, pero a Feijóo lo deja plantado y envía en su lugar a una subalterna de nombre Marta Lois. Ahí te quedas, Feijóo.
Segunda escena, de ayer mismo. La misma Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno, sepulturera de Podemos y líder Sumar, aterriza en Bruselas pletórica porque va a reunirse con Carles Puigdemont. Contigo sí, Carles, contigo sí.
Las imágenes muestran a una vicepresidenta pletórica. Emocionada. Como Priscilla el día que conoció a Elvis Presley. Bueno, no, pobre Elvis. Él nunca organizó una sedición. Yolanda vestida de blanco inmaculado. Bien elegido el color, vicepresidenta en funciones. En funciones de blanquear. Usted sí que limpia los pecados del mundo, bendita sea, cordero de dios.
Todo sonrisas. Todo cercanía. Todo felicidad por poder estrechar la mano, y compartir confidencias, con un procesado por corrupción que no ha pisado en España en seis años porque si la pisa lo tienen que detener.
Delincuente en el país cuyo gobierno vicepreside la señora Díaz. Se adivina la devoción por el malversador que atropelló los derechos más elementales de los ciudadanos para los que ella gobierna. Ni una palabra de reproche. Ni un gesto de distancia. Ni siquiera un rictus serio. Fiesta, fiesta, ya estamos en Waterloo.
Todo felicidad por poder estrechar la mano con un procesado por corrupción que no ha pisado en España en seis años porque si la pisa lo tienen que detener
En perfecta comunión con el máximo representante de la derecha independentista catalana. El meu Carles, un petó. Ah, no. Ella hablaría en gallego y él, en catalán. Para que en Bruselas se vayan acostumbrando a las lenguas cooficiales. Imagínate que hubieran hablado entre ellos en español porque es el idioma común que ambos entienden, qué escándalo.
El mismo día que el ministerio de Trabajo difundió lo mucho que ha subido el paro en agosto, la ministra se fue a pedirle trabajo a Puigdemont. Trabajo, sí. Porque si Puigdemont no inviste a Sánchez tampoco la inviste a ella. El empleador, en este caso, es el líder del independentismo conservador. Es de derechas, ¿y qué? Está procesado, ¿y qué? Como dice Pedro Sánchez, hay que pasar página. De tot.
No pronuncia la palabra amnistía el presidente. No la pronuncia aún. Esto que dijo ayer es el abono. Ir abonando el terreno para la nueva mascarada. Hay que pasar página del conflicto porque le faltan votos para seguir siendo presidente, sino, ¿de qué iba a estar rehabilitando al de Waterloo?
¿Qué se dijeron Díaz y Puigdemont en su cita afectuosa en Bruselas? Ah, no se sabe. La transparencia es así. Por no haber, no hubo ni declaraciones a la prensa. Que significa que, una vez más, Yolanda Díaz se niega a responder a las preguntas de los periodistas sobre sus propuestas políticas.
Cien veces se le preguntó a Díaz en campaña qué propuesta tenía para Cataluña. Cien veces evitó dar una respuesta. Ahora resulta que tiene ideas. Bueno, una idea: explorar todas las soluciones para el conflicto. Entiéndame: ahora mismo el único conflicto es el que tienen Yolanda y Pedro con la aritmética. Su apabullante éxito electoral consiste en que, al cabo de cinco años gobernando España a las mil maravillas, el PSOE sigue teniendo 121 escaños y Sumar no ha llegado a 35. El conflicto se resuelve blanqueando al corrupto, vistiéndole de izquierdas y predicando lo dialogante que es. Dígalo usted, presidente. ¿Qué une al PSOE con todos los partidos separatistas?
El conflicto se resuelve blanqueando al corrupto, vistiéndole de izquierdas y predicando lo dialogante que es
A dialogante no hay quien le gane a Puigdemont. Acuérdese de las leyes inconstitucionales que sacó adelante en el Parlamento catalán llevándose por delante los derechos de los grupos parlamentarios.
Con Yolanda en funciones blanqueadoras en Bruselas, el resto del gobierno echó el día desmarcándose, no entiendo por qué. Venga a decir que había ido como líder de Sumar, no como vicepresidenta.
A ver, vicepresidenta lo es todo el tiempo, no puede andar eligiendo. Líder de Sumar, vale: es que son los grupos políticos, no el gobierno, quien tiene que negociar una investidura. (Esto, Albares no debe de saberlo porque él presentó un escrito del gobierno en Bruselas como primer pago para la investidura, entrañable anomalía, un ministro haciendo recados para un asunto que no es suyo). Yolanda ha ido por su cuenta, salmo responsorial.
Nadia Calviño haciendo piruetas ayer en Julia en la Onda. Tengo una opinión, pero no la doy, no vaya a ser que estropee algo.
La fase en la que estamos. ¿En qué fase estamos, vicepresidenta? Cuéntenos. ¿Por qué le incomoda a la parte socialista del gobierno que Yolanda se vea con Puigdemont? Explíquennoslo. ¿Cuál es la razón de la incomodidad? No será que es un procesado por malversación pendiente de juicio en España, ¿no? Ése no puede ser el motivo: hay que pasar página, lo ha dicho el presidente. ¿Entonces? Audacia, dijo ayer Sánchez, audacia.
Si están negociando con Puigdemont, ¿qué problema tienen en que haya fotos en Bruselas? Una de dos, o Puigdemont es tóxico, y entonces no debería dejarse en sus manos el gobierno de España, o ya no lo es, y entonces Calviño debería estar encantada de que Díaz dialogue muchísimo.