El elefante ya no está en la habitación. El elefante gobierna la habitación. Ya puede Feijóo hacerse el loco, el despistado, el huidizo, que el elefante lo lleva consigo al 23 de julio. Ya veremos con qué resultado.
El elefante, claro, es compartir el gobierno con Vox. De momento, el gobierno de la Comunidad Valenciana. Mañueco ya no está solo. Ya no es el barón del PP al que los demás miran raro porque le abrió la puerta del gobierno autonómico a la tropa de Santiago Abascal y su latido fetal. Ahora ya hace pareja con Carlos Mazón, inminente presidente de la Comunidad Valenciana no sólo sino en compañía de otros. En compañía de Vox.
Mazón se pasó la campaña pidiendo el voto para gobernar en solitario. Su objetivo era no necesitar a nadie. Pero el objetivo quedó incumplido. Y no habiendo alcanzado sus últimos objetivos, estaba por ver cómo planteaba su relación con Vox. No ha dejado resquicio a la duda.
Es una relación de camaradería. Fraternal. Ni media hora han tardado en plasmar en un papel la decisión, tomada, de compartir el gobierno valenciano. Difícil no parece que se lo haya querido poner a Vox. Sentarse y firmar. Es inevitable pensar que el acuerdo para compartir gobierno ya venía hecho desde hace días. Y que los mensajes emitidos por la dirección del PP -en persona, Feijóo- sugiriendo que reclamarían a Vox que no obstaculizara el cambio, entiéndase que no exigieran lo que el PP no les quería dar, han sido botes de humo. Niebla artificial.
Es inevitable pensar que el acuerdo para compartir gobierno ya venía hecho desde hace días
Aún ayer decía La Razón que Mazón no negociaría el reparto del gobierno, que lo de ayer era sólo un primer tanteo, que Feijóo no quería otro caso como el de Castilla y León y que el ruido que supone la presencia de los de Abascal dinamita la imagen de partido moderado y europeo que el PP quiere para sí. La Razón acostumbra a beber en buenas fuentes de ese partido. Que o bien estaban a por uvas o bien estaban despistando.
¿Cómo era eso de que el PP iba a desafiar a Vox a que les negaran su apoyo en las investiduras y provocaran la continuidad gobiernos de izquierdas? ¿Cómo era aquello de que pondrían a los de Abascal en el aprieto de investir presidentes del PP sin condiciones previas o forzar nuevas elecciones? A los cinco minutos de sentarse, los hombres del PP y Vox en Valencia, todos hombres, ya tenían hecho el pacto.
Ponerse de perfil y fingir que los pactos regionales no van con uno es impropio de quien presume de decir la verdad a los españoles
Feijóo no podrá eludir una valoración pública del acuerdo alcanzado por su partido. Ponerse de perfil y fingir que los pactos regionales no van con uno, es impropio de quien presume de decir la verdad a los españoles.
El elefante gobierna ya la habitación. Y Feijóo lo lleva consigo al 23 de julio no Mazón, que ya ha amarrado lo suyo, sino Feijóo, que ayer le felicitó.
Le felicitó y hasta bromeó. No ha trascendido cuál fue la broma. La broma de presentar el cambio en la Comunidad Valenciana como precursor del cambio en el gobierno central. Es decir, la broma (pesada) que para muchos votantes supondría que a Feijóo le llevará también media hora acordar el reparto del gobierno de España con los nuevos camaradas de Vox.
Es obligado preguntarse si acabaremos viendo ese escenario, dado que Feijóo viene pidiendo lo mismo que Mazón pidió y no consiguió: escaños suficientes para no tener que depender de Vox. Eso decía Mazón y ya hemos visto en qué ha acabado.
Envío desde aquí un saludo al portavoz del PP, Borja Sémper, que anteayer se puso bravo con la línea roja que suponía, para él, tener como negociador en Vox a un señor condenado por violencia machista. Carlos Flores Juberías.
Mañueco ya no está solo como barón que compadrea con la extrema derecha. Y Feijóo ya ha tomado partido
La línea, para el PP valenciano, tenía poco de línea y nada de roja. Los antecedentes de Juberías son conocidos desde que se anunció su candidatura. Y es con Juberías con quien ha negociado el PP y con quien han pactado. Aunque ahora presuman de haber exigido que diera un paso al lado. El paso consiste en que Abascal lo envía de diputado al Congreso, a votar, si llega el día, la investidura de Feijóo. Está usando el PP lo de Flores Juberías como trampantojo, o maniobra de distracción. Lo sustancial aquí no era si este señor acababa de consejero en el gobierno Mazón, sino si cualquiera de Vox acababa teniendo cargo.
Un saludo, digo, a Borja Sémper, que debutó en el cargo hace unos meses proclamando que lo que Vox representa no lo quiere él para España. Se entiende que tampoco para la Comunidad Valenciana. Aunque a la Comunidad Valenciana, Borja, ya ha llegado. De la mano de tu partido.
"Hasta el final" ahora significa a las primeras de cambio.
Próxima estación: Baleares, Extremadura, Aragón. El de Vox de allí, de apellido Nolasco, sueña esta mañana con hacerse un pacto a la valenciana. Aviso para Jorge Azcón: ellos también quieren sillones en el nuevo gobierno.
Entrar en el gobierno. Si en Valencia ha sido posible -no sólo ha sido posible, es que ha estado tirado- en Aragón por qué iba a ser distinto. Eso piensan en Vox. ¡Y en Extremadura! Donde la señora Guardiola, firme (hasta ahora) en su decisión de pactar programa pero no compartir gobierno, queda debilitada a la vista de que en Valencia, donde el PP sacó mejor resultado que en Extremadura, Vox ya está eligiendo consejerías.
Mañueco ya no está solo como barón que compadrea con la extrema derecha. Y Feijóo ya ha tomado partido. En Castilla y León se esquinó. En la Comunidad Valenciana será invitado a asistir a la toma de posesión del nuevo presidente (o copresidente con Vox). Su presencia terminará de bendecir la estrategia de lograr el cambio político apoyándose en un partido populista, nacionalista y situado en el extremo del tablero político.