Los servicios de inteligencia de Ucrania, así como la policía de aquel país,  se toma muy en serio la carta bomba que hirió a uno de los trabajadores de su embajada en Madrid el pasado 30 de noviembre. Tanto, que ya han abierto de forma oficial una investigación sobre lo que consideran un "atentado terrorista" perpetrado en suelo ucraniano, en su territorio. 

Según confirman fuentes judiciales a EL ESPAÑOL, las autoridades del país invadido por Vladímir Putin han solicitado ya por vía oficial a las autoridades españolas que compartan con ellos toda información útil que vayan descubriendo sobre el caso.

Del mismo modo, a partir de ahora también los servicios secretos y la Policía ucraniana entablarán una vía de comunicación con los investigadores españoles, para facilitarles datos que les puedan servir para localizar al autor o los autores que enviaron los 6 paquetes explosivos.

Las autoridades de Ucrania se toman muy en serio lo ocurrido hace dos semanas. Sobre todo, después de conocer a través de sus hombres en la embajada la suerte que el funcionario herido tuvo de poder contarlo.

La fortuna quiso que el trabajador se percatara de lo que tenía entre las manos cuando estaba abriendo el paquete, por lo que arrojó a tiempo lejos de sí.

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El paquete estalló a dos metros de distancia, y aun así la metralla que salió disparada le perforó la mano, hiriéndole de levedad. Las fuentes judiciales consultadas afirman que, de haberle estallado en las manos, las consecuencias podrían haber resultado imprevisibles.

Por eso Ucrania considera lo ocurrido como un ataque terrorista en toda regla. La investigación sigue adelante según remarcan las fuentes consultadas, con todas las posibilidades abiertas. José Luis Calama, el juez de la Audiencia Nacional que dirige la instrucción de la causa, ya ha solicitado por el momento la declaración de los jefes de seguridad de cada uno de los organismos que recibieron a finales de noviembre los sobres bomba.

Investigación

Las cartas fueron dirigidas entre otros, el presidente del Gobierno, la ministra de Defensa Margarita Robles o las embajadas de Ucrania y Estados Unidos en Madrid. Todos los envíos se dirigieron a Madrid, excepto el que fue remitido a la fábrica de Zaragoza de Instalaza, la empresa que fabrica los lanzacohetes que las Fuerzas Armadas españolas enviaron a las tropas del presidente ucraniano Volodímir Zelenski.

Tal y como publicó EL ESPAÑOL, la Policía sospecha que todos los paquetes explosivos fueron enviados por la misma persona y desde la provincia de Valladolid. Según ha podido saber este periódico, el magistrado también ha encargado a los agentes que amplíen sus gestiones para concretar la localización del emisor.

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Por el momento, no hay ninguna persona identificada como posible responsable de los hechos. "La investigación policial, en estos momentos, dista de estar encauzada en torno a una hipótesis concreta", indicaron recientemente fuentes de la Audiencia Nacional.

La Policía también ha indagado entre los sectores prorrusos de España. Además de la carta explosiva recibida en la Embajada de Ucrania en Madrid, la misma institución recibió horas después otro paquete, con manchas de sangre en el exterior, que contenía el ojo aplastado de un animal, pero ninguna sustancia incendiaria.

Otras embajadas repartidas por Europa recibieron envíos similares, con restos de animales. Hace dos semanas, el ministro de Interior Fernando Grande-Marlaska envió una misiva a sus socios comunitarios y a la Comisión Europea en la que advertía de que las seis cartas explosivas "podrían estar relacionadas con la invasión de Ucrania por parte de Rusia".

Las seis cartas explosivas presentan características similares: la misma caligrafía, son del mismo color, fueron enviadas desde el mismo lugar y en ellas se halló pólvora y metralla. No había ninguna nota en su interior ni tenían remite en el sobre.

Según las fuentes de la investigación consultadas por EL ESPAÑOL, los datos iniciales llevan a pensar en que el plan pudo ser ejecutado e ideado por un solo individuo. Nada haría sospechar por el momento que existiera una estructura operativa y logística más compleja detrás de estos envíos.