11 de julio de 2019. Francisco Martínez, el ya exsecretario de Seguridad del Ministerio del Interior con el PP, no empieza la jornada de muy buen humor. Acaba de ver publicado algo que no le ha gustado nada sobre la Operación Kitchen, el plan que habrían orquestado dirigentes del PP como María Dolores de Cospedal y altos cargos como el exministro Jorge Fernández Díaz para robar al extesorero Luis Bárcenas información comprometedora sobre la financiación del partido. Una trama en la que él también está implicado.
-Está en campaña, el muy cabrón -dice Martínez a uno de sus colegas más allegados-. Tú crees que se puede tener tan poca vergüenza???? Tendrá que ir corriendo a confesarse.
-Estoy en shock. Es increíble -le responde su interlocutor.
-Está haciendo lo mismo que con las grabaciones. Pero está vez SÍ se va a arrepentir. Ni se imagina la que le espera.
Martínez acababa de leer una entrevista publicada que, ese mismo día, el exministro había ofrecido al diario digital Voz Pópuli. En ella, Fernández Díaz negaba conocer los detalles de la operación de espionaje a los Bárcenas. El extitular de la cartera de Interior durante el gobierno de Mariano Rajoy se desmarcaba de los hechos. "Me estoy enterando ahora. No me consta para nada".
Según figura en un informe de la Fiscalía Anticorrupción presentado en la Audiencia Nacional, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL y en el que se recogen los principales indicios existentes contra los implicados en la operación Kitchen, Francisco Martínez acudió el 13 de junio del año pasado a un notario a protocolizar y validar los mensajes que almacenaba en su teléfono móvil.
Dos días después de constatar las mentiras de quien fuera su jefe, el exsecretario de Seguridad tomó la decisión de salvaguardar las pruebas que tenía en su poder y que incriminaban a Fernández Díaz de un modo irremediable.
Anticorrupción ha pedido que Fernández, Cospedal y el marido de ésta, Ignacio López del Hierro, sean citados a declarar como investigados, lo que el juez García-Castellón previsiblemente va a acordar.
En primer lugar, Francisco Martínez validó cuatro mensajes de texto que el ministro había enviado a su número dos seis años atrás, el 13 de julio de 2013. Los SMS, hallados por los investigadores de la Unidad de Asuntos Internos, refuerzan la teoría de que por lo menos este miembro del Ejecutivo de Mariano Rajoy estaba detrás del espionaje a la familia Bárcenas con el objetivo de obtener documentación que podían desequilibrar todavía más al partido.
Los mensajes validados
Uno de ellos rezaba:
"Chófer B.: Sergio Javier Ríos Esgueva (ahora hace esa función con su mujer)".
Esa breve interpelación indicaba el nombre del confidente al que había ganado para esa causa la camarilla encargada de obtener esos documentos. En concreto, fue el excomisario José Manuel Villarejo el que trabó relación con él y logró ganárselo para la causa. A cambio de espiar a Bárcenas, el chófer -a quien Villarejo denominaba 'El cocinero'- se embolsaba unos 2.000 euros al mes extraídos de los fondos reservados. También le compraron una pistola por valor de 700 euros. Ninguno de los gastos se llegó a justificar.
"Es importante", proseguía Fernández Díaz, insistiendo en ese detalle a su mano derecha. "Entiendo que hablamos mañana en cuanto tengas el contacto Cecilio (denominación extendida en los servicios secretos para referirse a agentes del CNI) . Yo estaré viajando pero totalmente en guardia y conectado", contestaba el ex secretario de Estado de Seguridad.
-Yo lo tendré al acabar el Consejo -continuaba el exministro-, así hemos kedado (sic.). Total coordinación y medios. Hay que conseguir esa info...".
-Ok. Espero tu llamada después del Consejo. Bs noches (sic.)
Más concluyentes que estos SMS resultaban los mensajes de Whatsapp que se envió estos últimos años con Fernández Díaz. También fueron validados ante notario. "La operación se hizo con éxito. se ha volcado todo (2 Iphone y 1 Ipad). Mañana tendremos el informe".
Buscando apoyos
En los últimos años, Francisco Martínez se mostraba cada vez más preocupado. Ante su previsible imputación en el caso, ante la progresiva publicación de exclusivas sobre la operación en diversos medios de comunicación, envió mensajes a personas con las que hasta entonces mantenía relación. A todos ellos les negaba la existencia de la operación, tal y como desgrana el informe de la Fiscalía Anticorrupción.
Una vez que conoce que ha sido excluido de las listas para las elecciones generales del 28 de abril de 2019, y pierde su aforamiento, el 24 de marzo del año pasado Martínez se dirige directamente a Mariano Rajoy. Le solicita que no le "dejen tirado". Pretendía que se buscase otra fórmula (como entrar en la Asamblea de Madrid) para ser compensado por la, a su juicio, "lealtad y compromiso" demostrados. Nunca obtuvo respuesta del expresidente del gobierno.
Al día siguiente de escribirle a Rajoy, en un acto de desesperación, Martínez redacta un largo mensaje al nuevo secretario general del PP, Teodoro García Egea:
"Me refería a que El Mundo ya anuncia, editorial incluida, que ni Jorge ni yo iremos en ninguna candidatura por el "caso Kitchen". Cita fuentes de Génova.
Como te dije, puedo entenderlo, pero quedarme tirado y marcado como un corrupto por los míos me hace un daño irreparable. Hay opciones de las que podíamos haber hablado. Yo soy comprensivo, leal y comprometido. Precisamente por eso me he metido en este lío. Por eso y por nada más. Por lealtad al partido, a Jorge Fernández y a Rajoy. La misma que os tendría al Presidente y a ti".
Cuando registraron su teléfono, los investigadores encontraron un documento en el apartado de las notas de texto del terminal. Una larga lista titulada "Mensajes para trasladar". En ellos, como una especie de testamento tras haber pasado a disposición judicial, el exsecretario anticipaba algunas cuentas que le quedaban por saldar. Estos son algunos de los mismos:
"En todo este tiempo nadie del partido ha mostrado el más mínimo interés en ayudarme. La semana pasada, mientras los medios anunciaban mi imputación, JFD (Jorge Fernández Díaz) se daba un baño de masas presentando sus memorias (un repugnante gesto de vanidad que le define muy bien).
No fue iniciativa mía. Recibí instrucciones muy concretas y tuve una presión diaria para obtener y transmitir la información. Escuché muchas veces de mi superior que era 'el asunto más importante que teníamos entre manos'... Y todo eso lo puedo demostrar".