“Todos los días me llaman desde El Aaiún o desde Tan Tan para contarme sobre el viaje clandestino”, confiesa, cansado, el subsahariano Abou a EL ESPAÑOL. Los nombres que menciona son dos de las ciudades del Sáhara Occidental desde donde parten actualmente las salidas rumbo a las Islas Canarias, una ruta que se ha visto reactivada este año tras el control férreo de las fronteras terrestres y marítimas en el norte de Marruecos.
En los primeros siete meses de este 2020 llegaron a España 11.460 personas migrantes. De ellas, 10.077 lo hicieron a través del mar. Hasta el 2 de agosto alcanzaron las Islas Canarias 3.269 personas en 108 embarcaciones, casi seis veces más que el mismo periodo de 2019 (590 personas).
Las pateras cogen rumbo desde diferentes puntos de la costa atlántica de Marruecos y el Sáhara Occidental a las Islas Canarias. Actualmente es el trayecto más frecuentado, conocido desde de 2006 como la ruta de los cayucos por la llegada ese año de 31.678 migrantes en más de medio centenar de barcas artesanales de madera. Una vía más larga -como mínimo de 400 kilómetros- y peligrosa, que se ha cobrado 162 vidas hasta este mes de agosto y que cuenta con decenas de desaparecidos. Tardan días en alcanzar tierra, y a veces no solo naufragan o se hunden, sino que se quedan sin gasolina o víveres.
“Entre nosotros los subsaharianos no hay ningún secreto sobre el viaje clandestino, solo hace falta preguntarle a la gente si conocen a una persona que está cruzando migrantes e inmediatamente te dirán los nombres de al menos cinco personas que hacen su trabajo”, sentencia Abou (nombre ficticio a petición) sobre la facilidad con la que se puede entrar en contacto con las redes que hacen posible las salidas. En otras ocasiones quienes logran la travesía, cuando ya están en Europa, ponen a sus amigos en contacto con quien los hizo cruzar.
Este joven guineano lleva más de año y medio en el Sáhara Occidental trabajando para costearse el viaje en patera a las Islas Canarias. Llegó a Marruecos con intención de jugar al fútbol pero al final optó por partir hacia Europa. Lleva varios intentos, todos frustrados. En algunos de ellos incluso perdió a amigos.
Desde esta parte de la costa atlántica salen marroquíes, saharauis y subsaharianos. De Tan Tan, Tarfaya y Guelmin, las embarcaciones parten principalmente con marroquíes y saharauis, mientras que del litoral de El Aiún y Bojador salen saharauis y subsaharianos. Lo más peligroso es coger el mar desde Dakhla, donde se registran numerosos naufragios por las corrientes de agua. Precisamente, el 6 de agosto se hundían dos pateras con 50 muertos, y solo 11 personas sobrevivieron. En total fueron tres las embarcaciones que naufragaron esa misma semana.
Guardacostas implicados
En el Sáhara Occidental no se concentran solamente los migrantes expulsados por la Ley 02-03 que permite a las autoridades marroquíes el traslado de personas sin documentación entre ciudades, sino que también acceden desde Mauritania. “Traficantes de personas y droga utilizan las pateras desde La Güera y Nuadibú para bordear por el mar la frontera de Guerguerat. Una vez en el Sáhara, los recogen por la noche en los alrededores de Bojador”, explican a EL ESPAÑOL desde la zona.
A las personas subsaharianas que llegan por la presión del norte y por la situación del Sahel para embarcarse a Canarias, se unen también jóvenes marroquíes que quieren abandonar el país ante la falta de oportunidades y los saharauis que viven bajo la presión del Gobierno marroquí en el Sáhara Occidental.
“Los guardacostas marroquíes son los más implicados en este tráfico porque los días en que no están al servicio aprovechan para tener algunas relaciones con los subsaharianos. Les dicen que son policías que vigilan la orilla del mar y que si hay un grupo de migrantes que está listos para viajar les pueden dar un pasaje a cambio de una suma de dinero”, delata Abou.
La cantidad solicitada por persona oscila entre 1.500 y 3.000 euros. Esto requiere una gran y buena organización, “especialmente por parte de los marroquíes que colaboran con los subsaharianos porque estos marroquíes tienen vehículos 4×4 para transportar a los migrantes, incluido todo el equipo, a la orilla del mar”, detalla Abou.
-¿En los coches militares que vigilan las costas? -le pregunta El ESPAÑOL.
-Sí, a menudo son estos vehículos, pero también tienen su propio coche para la mafia.
¿Por qué a las Islas Canarias?
El aumento de la vigilancia en las vallas y en los pasos fronterizos de Marruecos con Ceuta y Melilla, el refuerzo de las fuerzas de seguridad en las costas del norte y el desmantelamiento de los campamentos de migrantes en los bosques y en las grandes ciudades marroquíes ha conducido a que las personas se busquen otros puntos de salida menos controlados, como el sur de Marruecos y el Sáhara Occidental. Precisamente son los mismos lugares a los que se traslada, a su vez, a los migrantes tras las redadas en el norte.
“El cierre de las vías legales libres para el transporte de las personas migrantes de origen subsahariano por las autoridades dará apertura a vías ilegales de transporte, lo que en la mayoría de los casos causa tragedias”, reflexiona un migrante camerunés. Así, se abren rutas más peligrosas, como la de Dkhala. Esto es lo que la investigadora Helena Maleno, de Caminando Fronteras, denomina “políticas de la disuasión”.
Abou estuvo tiempo en el norte de Marruecos intentando llegar a España pero cuando las cosas se pusieron complicadas por el cerco policial, las expulsiones al sur y las devoluciones a los países de origen, se fue a trabajar a El Aaiún, capital del Sáhara Occidental. Y ese verano intentó cruzar en una patera a Canarias. Pero la Gendarmería Real lo detuvo. No era la primera vez, por eso confiesa, “he perdido mucho dinero con malas personas”.
Para Khalid Zerouali, máximo representante del control de las fronteras y de la migración en Marruecos, “esto muestra que el crimen organizado transfronterizo no se especializa, busca el beneficio, el dinero, y si encuentra el dinero de los migrantes con menos riesgos va a hacerlo”.
Y para disuadir de esas salidas, los servicios de seguridad marroquíes están volcados en desmantelar redes de trata. Esta semana la Dirección General de la Seguridad Nacional (DGSN) detuvo a cuatro migrantes de entre 30 y 40 años en El Aaiún y Bojador, sospechosos de participar en la migración irregular y la trata de personas. En la red estarían implicados dos marroquíes, un senegalés y un guineano. “Con ellos fueron detenidas 21 personas migrantes, una lancha neumática y cinco motores fuera de borda, dos dispositivos de geolocalización, un vehículo 4x4, un par de móviles y sumas de dinero sospechosas de ser el botín de esta actividad delictiva”, anunciaba en una comunicado la agencia nacional de noticias MAP.
La segunda redada de esta semana se produjo en la costa de Tan Tan. La policía judicial detuvo a tres personas, dos marroquíes y una gambiano de 34 años, “por sus presuntos vínculos con una red delictiva activa en la organización de la migración ilegal y la trata de personas”, según el comunicado de la Dirección General de Seguridad Nacional (DGSN).
Los imputados fueron detenidos en flagrante delito por acoger a siete candidatos para migración irregular, incluidos cinco nacionales de países del África subsahariana y otros dos de Bangladesh y Sri Lanka. En la operación se incautaron dos vehículos, seis móviles y una cantidad de dinero que se cree proviene de esta actividad delictiva.
Asimismo, el 3 de agosto, las fuerzas de seguridad marroquíes impidieron un intento de migración ilegal desde la franja costera de Tarfaya con la detención de 40 personas migrantes de países subsaharianos, incluidas 12 mujeres. Además, en la misma zona recuperaron siete cuerpos, entre ellos 5 mujeres, que habían sido arrastrados por el mar.
Normalmente, los sospechosos son detenidos, y los candidatos a migración irregular sometidos a una investigación judicial previa realizada bajo la supervisión del Ministerio Público competente, con el fin de esclarecer los entresijos de cada caso e identificar a todas las personas involucradas.
Más policía, menos asistencia
España ha calificado reiteradamente de “ejemplar” la cooperación entre sus servicios de seguridad y los de Marruecos, especialmente en la lucha contra la inmigración ilegal, el terrorismo y el narcotráfico.
“La acción conjunta diaria que llevan a cabo los servicios de seguridad de España y Marruecos es ejemplar y da resultados positivos y concretos”, subrayó el ministro español del Interior, Fernando Grande-Marlaska, durante un encuentro en Rabat con su homólogo marroquí, Abdelouafi Laftit.
Asimismo, manifestó la voluntad del Gobierno español de seguir defendiendo ante las instituciones de la Unión Europea (UE) “la importancia crucial de Marruecos como socio estratégico en materia de migración y en muchos otros campos”. España y la UE apoyan la gestión de fronteras y la migración en Marruecos a través de un programa de financiación de la Comisión Europea de 44 millones de euros para la seguridad y la lucha contra el crimen organizado que se desarrolla hasta abril de 2022.
Pero además, la UE financia con 100 millones de euros más a Marruecos para ayudarle a intensificar su lucha contra la migración irregular y la trata de seres humanos con una lista de necesidades que el Gobierno marroquí había entregado a España para pedir a Europa: material automovilístico, lanchas semirrígidas, drones, radares, sistemas de comunicación de radio y equipo informático. Incluso ha donado una veintena de autocares para transportar migrantes, que después son en los que los expulsan a las fronteras con Argelia o el Sáhara Occidental.
De esta manera, la cooperación migratoria entre la Unión Europea y Marruecos ha dado un giro para centrarse, en primer orden, en el control policial dejando en un segundo plano la asistencia o integración de los migrantes.
Reforzada la colaboración con España
Las vallas de Ceuta y Melilla se han reforzado con nuevas concertinas, por el lado de Marruecos, y con mayor dispositivo policial en la frontera; existen puestos de las fuerzas auxiliares en la costa, la Gendarmería Real patrulla las aguas marroquíes y se han instalado cámaras de videovigilancia. Esto último en el norte y en una parte de la costa atlántica.
Pero además hay un aumento del control en la costa sur en colaboración con España. “Trabajamos en registro abierto con patrullas mixtas marítimas, aéreas y terrestres, y cooperamos en materia de intercambio, de información, y de lucha contra las redes. Realmente es una cooperación muy rica que puede ser considerada, hoy, como un verdadero modelo”, explicó Zerouali.
Marruecos igualmente ya adelantó que continuará colocando cámaras de videovigilancia en toda la costa atlántica, como ya viene haciendo desde 2016 en el norte del país.
La colaboración entre Marruecos y España en la lucha con la migración es estrecha. Por un lado, España prepara a Marruecos para tener su propio servicio de salvamento marítimo y, por otro, le proporciona material para el control en las fronteras. Esa colaboración resulta más latente desde la visita de los Reyes de España en febrero de 2019 con la firma de los convenios para luchar contra el crimen transfronterizo entre los diferentes ministros de ambos países.
Por el momento, Marruecos dispone de un servicio de rescate en el mar dedicado a los barcos de pesca. Y actualmente con la mayor presencia de personas migrantes que intentan cruzar el país con destino a Europa, el órgano operacional que intercepta en el mar es la Marina Real, que también están reforzando.
España busca que las autoridades marroquíes se encarguen de más rescates, para que intercepten a los migrantes antes de alcanzar las aguas españolas y frenen su llegada.
El control y cierre es la solución de Marruecos, como mantiene Zerouali: “Cuando la frontera no molesta es un factor llamada, entonces vienen todavía más inmigrantes. Cuando las redes entienden que la frontera es hermética y que no van a pasar más, no vendrán a buscar a Marruecos, ellos tienen que buscar fuera”.