Es como si el llamado caso Dina, que investiga el robo de información secreta de la que fue asesora de Pablo Iglesias, siguiera empeñándose en convertirse en un thriller político. En los primeros capítulos, Iglesias aparece en un despacho de la revista Interviú visionando el contenido del móvil de Dina Bousselham, con todos sus componentes íntimos y privados. Después, se plantea la duda de si el actual vicepresidente quemó la tarjeta antes de entregársela a la afectada, algo que podría llevarle al Supremo. Y en medio de ese embrollo que se ha ido enrevesando, ahora todas las miradas, y por ende la trama, apuntan a la abogada Marta Flor. ¿Quién es ella?
Marta Flor era, hasta hace unos días, la abogada de Pablo Iglesias y Dina Boussellham en su pieza separada del caso Villarejo. Esto, hasta que el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón le ha retirado a Iglesias la condición de víctima y ha obligado a Bousselham a buscarse otra abogada. Según el magistrado, Marta Flor está empeñada en limitar el esclarecimiento del delito relacionado con la destrucción de la tarjeta SD en la que se encontraba la información íntima de Dina y que Pablo Iglesias retuvo en secreto durante varios meses. Y es que Dina ha cambiado de versión en numerosas ocasiones, siempre para proteger a Iglesias, entrando en contradicciones y asesorada por la abogada.
Pero el nombre de Marta Flor -que en realidad se apellida Núñez y Flor es el segundo nombre- ya le sonaba a muchos. Desde que entró en Podemos en 2016, ha participado en numerosas causas que ha tenido como protagonistas a miembros de Podemos. Ella era la abogada en el caso que se demostró que Pablo Echenique había contratado con dinero negro a su asistente, la que defendió a Alberto Rodríguez cuando estuvo acusado por desorden público, la que consiguió la condena contra el periodista Hermann Tertsch por decir que el abuelo de Pablo Iglesias participó en las checas durante la Guerra Civil… y un largo etcétera en el que los tribunales y la política caminan de la mano.
Sin embargo, el episodio más llamativo de esta parte de la trama tiene lugar en diciembre del año pasado. La formación morada purgó entonces al abogado José Manuel Calvente por llevar a cabo diversas investigaciones internas contra Podemos. Le acusaron de haber acosado laboral y sexualmente a… efectivamente, Marta Flor. Calvente, en su defensa, contraatacó y dijo que había intentado apartar a Marta Flor del equipo legal de Podemos por intimar demasiado con un fiscal anticorrupción del caso Villarejo.
Todo este revuelo ha resurgido esta semana con varias polémicas en los medios de comunicación. El Confidencial ha revelado que la Fiscalía había trasladado a Marta Flor información privilegiada de la situación de las investigaciones y Confilegal ha publicado una conversación que podría apuntalar esa presunta relación íntima entre el fiscal y ella. Según han trasladado fuentes internas a EL ESPAÑOL, Marta Flor era muy dada a airear en diversos tipos de círculos que mantenía una relación íntima con el fiscal, al que llamaba Iron Man, en referencia al superhéroe de Marvel.
En los casos mediáticos
De la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid, feudo histórico de Izquierda Unida en la capital, Marta Flor entró en el equipo legal de Podemos en 2016. Antes había tenido experiencia como pasante en algún despacho de abogados menor y creó dos empresas, una de gestión de servicios sociales en la localidad y otra firma propia. Ese año, al entrar en la formación morada, accedió a un equipo formado por Gloria Elizo, actual vicepresidenta tercera del Congreso, Aina Díaz Vargas, abogada de la parte de Podemos en Baleares y José Manuel Calavante, el abogado purgado que ejercía de supervisor.
Fuentes conocedoras de aquella época explican a EL ESPAÑOL que Marta Flor no se trataba de una abogada brillante y que la mayoría de su trabajo tenía que ser supervisado por el propio José Manuel Calavante. Además, entró generando roces en el equipo. Uno de sus primeros escarceos fue con Aina Díaz Vargas.
Ambas entraron a media jornada y competían por conseguir la plaza fija en un entorno que cada vez tenía más trabajo a raíz que el partido crecía. “Aina tenía muchísima experiencia pero Marta Flor empezó a contar que estaba separada, que tenía un hijo, que venía de un mal contexto, que se había pasado toda la vida fregando escaleras y la premiarion a ella”, explica una fuente de Podemos a este diario. Aina, finalmente se retiró a Baleares a seguir con la vida política ahí y Elizo cada vez estaba más dentro de la política nacional y fuera de la acción legal.
Así, poco a poco, Marta Flor se empezó a hacer un hueco bajo el paraguas de José Manuel Calavante y ambos comenzaron a trabajar en algunos de los casos más mediáticos de Podemos. El más sonado hace referencia a cuando Pablo Echenique, actual portavoz de Podemos en el Congreso, estuvo desde marzo de 2015 hasta abril de 2016 con un asistente que no tenía contrato ni estaba registrado en la Seguridad Social. Echenique fue sancionado por ello.
Sin embargo, el caso que más ha influido a Marta Flor, por su correlación con la actualidad y el puesto que ocupa, fue el de Alberto Rodríguez. En 2018 se juzgó al entonces diputado y actual secretario de organización de Podemos por un delito de desorden público en la madrugada del día de Navidad de 2006. Los hechos habían prescrito, por lo que el tema, en cuestión judicial, no tuvo mayor recorrido. Pero en lo personal, Marta Flor empezó a tener una relación estrecha con el ahora secretario de organización.
Su relación con el fiscal
Toda esta tensión que poco a poco se iba cociendo en el seno de Podemos, con varias fracciones de la formación enfrentadas entre sí, acabó estallando en diciembre del año pasado. El partido purgó al abogado José Manuel Calvente, coordinador de Marta Flor, por diversas investigaciones internas en contra de la cúpula de Podemos. Sin embargo, la versión oficial era que el despido se debía a un acoso sexual y laboral que Calvente había mantenido contra Marta Flor. El asunto está ahora en los tribunales, pausado por la situación de pandemia.
Antes de que saltara a los medios de comunicación, Calvente mandó un burofax en octubre de 2019 al ya secretario de organización, Alberto Rodríguez. En el mismo, desmentía las acusaciones de acoso sexual y apuntaba a dos asuntos que han resurgido hoy día. El primero de ellos es que Calvente aseguraba que a Marta Flor se le intentó apartar de la causa contra Villarejo por mantener una relación personal con un fiscal anticorrupción, el tal Iron Man. Además, aseguraba que Marta Flor también había mostrado coqueteos privados entre ella y el propio Alberto Rodríguez.
“Por mostrar a los miembros del Equipo Legal y a otros compañeros del partido conversaciones privadas comprometidas en Telegram mantenidas por ella con trabajadores, cargos internos y miembros de la ejecutiva, como coqueteos de índole sexual y sentimental, entre los que te encuentras tú mismo Alberto”, se podía leer en el burofax.
Aunque de esto último no hay prueba, varias fuentes internas que conocen a Marta Flor aseguran a EL ESPAÑOL que sí que era dada a airear su excelente relación con el fiscal anticorrupción. Comentó a varias personas de la sede en la calle Princesa de Madrid que tenían varios coqueteos y en reuniones del equipo legal aseguraba que se acabaría casando con él. Uno de los episodios en los que lo comentó tuvo lugar en Valencia, en junio de 2018, en una reunión de varios abogados de Podemos de distintas comunidades autónomas. Este diario se ha puesto en contacto con Calvente pero ha rechazado hacer declaraciones.
Entonces, Calvente intentó apartarla del equipo legal con el consentimiento de Gloria Elizo. Pensaban que su presunta relación íntima podría perjudicar la causa de Podemos en el caso Villarejo. Sin embargo, Elizo pasó definitivamente a la política nacional, Alberto Rodríguez llegó a la coordinación del partido y se purgó a Calvente y ahora es Marta Flor la abogada en el punto de mira, en el centro de este triángulo que forman ella, Pablo Iglesias y Dina Bousselham.
Proteger a Iglesias
Al margen de los líos con el fiscal, la situación en la que se encuentra la pieza de Dina en el caso Villarejo es un absoluto rompecabezas que el juez está intentando, aún con poca ayuda, aclarar. Por un lado, queda acreditado que a Dina Bousselham le robaron el teléfono móvil y que la información del mismo llegó a Pablo Iglesias a través de la revista Interviú. También que el actual vicepresidente del Gobierno tuvo la tarjeta en su posesión durante varios meses antes de entregársela a la afectada. A partir de ahí, todo se nubla.
Cuando Dina entregó a la Policía la tarjeta, la misma no funcionaba. Para acreditar que no se podía acceder a parte de su contenido y que no fue ella la que la destruyó, Dina aportó una serie de correos electrónicos en los que se demostraba su esfuerzo por intentar repararla. Esto inmediatamente hizo que todas las sospechas recayeran sobre Iglesias. ¿Si él sí que pudo ver el contenido pero Dina no, la destruyó él? En cuanto surgió esta cuestión Dina volvió a cambiar su declaración diciendo que sí que había podido ver parte del contenido.
Detrás de todo esto, de todas estas contradicciones evidentes, planea la sombra de Marta Flor. Ella, como su abogada, es la responsable de que en sede judicial Dina diga una cosa y la contraria, desprestigiándola. Marta Flor también es la responsable de que cuando Dina amplió la denuncia del robo, al ver publicado parte del contenido del móvil en los medios de comunicación, se callara el hecho de que había recuperado la tarjeta, de que se la había dado Pablo Iglesias. Cualquiera diría que Marta Flor está intentando proteger a Pablo Iglesias a costa de la víctima, Dina Bousselham.
Y esto último es a lo que apunta el juez de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón. En una dura valoración, el magistrado considera que Marta Flor está empeñada en limitar el esclarecimiento del delito relacionado con la destrucción de la tarjeta. Además, considera que Dina debe buscarse otro abogado que no sea Marta Flor o se le asignará uno de oficio. Al final, Dina podría ser víctima de dos delitos por parte de Iglesias, que, de demostrarse que pudo quemar él mismo la tarjeta, podría acabar en el Tribunal Supremo. Ahora la pelota sigue rodando, pero Marta Flor ya no podrá condicionar a Dina.
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