“Esta mañana, cuando por fin he podido salir con mi hijo a dar nuestro primer paseo en semilibertad, los dos enfundados en nuestras mascarillas, he recordado que no he comentado con usted el pequeño atraco que el Gobierno está cometiendo con los españoles al respecto”.
“Con 'al respecto', me refiero a las mascarillas. Y como no quiero tener la sensación de que la mascarilla, más que para protegernos está sirviendo como tapabocas para la ciudadanía –como así se las llama en Cuba-, no me voy a callar. Voy a explicarle por qué me parece un abuso del Gobierno el 21% de IVA que los consumidores estamos pagando por cada una de las mascarillas como si fuera una crema anticelulítica para presumir este verano”.
“Porque, vamos a ver, señor presidente, señor ministro de Sanidad, señor epidemiólogo jefe: ¿las mascarillas sirven o no sirven para no contagiarse y para evitar contagiar a los demás? Porque si es así, si son útiles y necesarias, ¿en un estado de alarma como en el que se encuentra España no deberían ser gratuitas para todos los españoles? De acuerdo, regaladas podría ser excesivo. Sobre todo, porque no se le ha ocurrido al vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales, el señor Pablo Iglesias”.
“Me estoy arrepintiendo con estos derroteros de mi soliloquio, como usted llama a mis disquisiciones. O neuras, pero siempre serán neuras con datos. No quiero darle ideas a Iglesias, porque lo mismo obliga a Sánchez a decretar un impuesto asimétrico por barrios sobre las mascarillas: barrio de Salamanca en Madrid, el 21%; Vallecas, el 4%... ¿Y en Galapagar?”.
“Voy a dejarme de sarcasmos. Yo lo que me pregunto es por qué tengo que pagar casi 20 céntimos por cada mascarilla, por tres que debería utilizar cada semana, cuando, en el peor de los casos, debería aplicarse el 4% de IVA reglado para los productos sanitarios. Pues voy a decírselo yo: porque este Gobierno, para unas cosas tira el dinero, como ahora le contaré, y para otras empapela al ciudadano. Y todo es producto de una mala gestión y administración”.
“Algunas fuentes calculan que si la unidad de mascarilla ha sido adquirida en origen a 0,50 céntimos –antes costaban en China 0,20 como mucho-, con un IVA del 21% en farmacia el Gobierno recaudará unos 25 millones de euros semanales. O sea, 100 millones al mes. Que no está nada mal. También se puede mirar de otra manera: por qué cada españolito tiene que pagar 0,96 céntimos por mascarilla, según el precio oficial, cuando podría costarle en la farmacia 20 céntimos menos. Aquí a nadie le va a sobrar un céntimo en la situación económica en la que estamos ya”.
Más hiriente aún
“Pero esto que le cuento resulta más hiriente aún y gravoso para el bolsillo del pobre ciudadano si se conoce el siguiente dato: los grupos hospitalarios no pagan IVA por las mascarillas. Esto de hacer pagar a los consumidores no encaja en un Gobierno progresista, socialista o socialcomunista, o como se le quiera llamar".
“Todo esto que le comento no es una menudencia, como tampoco lo es que al Gobierno con más vicepresidentes y ministros en la historia de la democracia -no sé si tal inflación de ministerios se produjo con un Ejecutivo de Leopoldo Calvo Sotelo con una UCD que ya expiraba- nadie tuviera reflejos para actuar con diligencia en la crisis de coronavirus”.
“Se lo he dicho desde el primer día que hablamos, allá por la tercera semana de marzo, en aquella conversación en la que usted me puso el título de proveedor sanitario. Ya me hubiera gustado proveer al Gobierno de la manera en la que ha comprado en China: me habría hecho de oro. Pues como le dije aquel día, el Ejecutivo de Sánchez compró productos de mala calidad, en cantidades insuficientes o desproporcionadas, a un coste exagerado y con unos plazos inadecuados. La fórmula nefasta para quienes nos dedicamos a comprar y vender: tres Cs y una P: Calidad, Cantidad, Coste y Plazos. CCCP. ¡Anda la leche! Acabo de darme cuenta: como se llamaba la antigua URSS, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, CCCP (en sus iniciales en ruso). Oiga, esto no tiene nada que ver con Iglesias. Me ha salido sin querer. Porque acabarán diciéndome que soy de Vox y a usted le va a intervenir la Guardia Civil por suspuestos bulos”.
Ventiladores, no respiradores
“Se mire por donde se mire, España compró tarde y mal, y el ciudadano paganini arrostra ahora con las consecuencias. Con su vida, en el peor de los casos, o con su bolsillo, como sucede con las mascarillas, o con el paro, ante la que se nos viene encima. La factura en material sanitario por el coronavirus ya supera los 1.000 millones de euros. Y los que nos queden. No voy a entrar en desgloses, porque quiero hablar sobre todo de los test”.
“Pero hay un dato que me ha llamado enormemente la atención en el desglose de gastos de Sanidad por el Covid-19. Nos dice el Gobierno que ha comprado 7.528 respiradores y que ha invertido en ellos 75 millones de euros, a razón de unos 10.000 euros por unidad. Ya le digo que por este precio los respiradores no pueden ser buenos. Pregúntele a especialistas. ¿Sabe lo que le dirán? Que más que respiradores son ventiladores y que no podrán ser incorporados como tales a las camas de las UCI cuando pasen los aprietos que hemos tenido. Me refiero a situaciones extremas como las vividas, con hospitales obligados a utilizar caretas de buceo de Decathlon para que los pulmones de desesperados enfermos siguieran impulsando aire. Y pasó lo que pasó, en algunos casos con funestas consecuencias”.
“Llegado a este punto, y crucemos los dedos para que no haya una segunda oleada de la infección, lo realmente importante es la recuperación económica, que pasa por la normalización de la vida social de España. Para lo cual los test masivos son imprescindibles. Vamos a olvidarnos del fiasco de los test tómbola de Bioeasy, 659.000 unidades, a 26 euros la prueba, más de 17 millones de euros en gasto, traídos a España por una empresa pequeña, minúscula, Interpharma, que facturaba hasta ese momento dos millones al año”.
“No me creo que estos sean amigos o conocidos del ministro de Sanidad. Estoy seguro de que eso es tan falso como la fiabilidad del 93% que prometía Bioeasy. Pues ahora, cuando todo el mundo mundial coincide en que no se puede llegar a la normalidad sin test masivos sobre la población, el ministro de Sanidad acaba de decirnos que este lunes, por fin, va a comenzar un estudio de prevalencia sobre unos 100.000 españoles, en una población de 47 millones de habitantes”.
'Testillos' de 'salvadorilla'
“Es para caerse de la silla, por más que Illa presente el plan avalado por la autoridad del Instituto Nacional de Estadística (INE). Alemania ha dicho que va a hacer el estudio sobre 4,5 millones de alemanes y nosotros, los españoles, sobre 90.000 ciudadanos tras pasar 44 días desde la declaración del estado de alarma. Perdone, si le molesto, señor Illa, porque usted me cae bien, parece una persona preocupada y desbordada por la situación. Pero este plan yo lo bautizo desde hoy como el de los testillos de salvadorilla. A ver si se atreve a ponerlo”.
“¿Que qué haría yo, me pregunta usted? No me acuse con la chulería de Sánchez, de que acabada la corrida todos son Manolete. Este sería mi plan: dividiría la población entre laboralmente activa y pasiva, de tal manera que las pruebas de quienes no trabajen fuera de casa, jubilados, amas/amos de casa, escolares y universitarios, deberían hacerse en las oficinas de farmacia. En España tenemos 22.109, creo recordar. En nada, esta población estaría testada al completo”.
“La otra parte, la de la población activa, correría a cuenta de las empresas. Las grandes empresas no tendrían problemas, porque disponen de recursos médicos y económicos suficientes. En las medianas y en las pequeñas compañías, de manera organizada, también podría hacerse, ya sea a través de centros médicos y sociedades de prevención. O se hace de una vez y de manera decidida, o la crisis con los contagiados será el día de la marmota”.
“Voy a decirle algo: las empresas que han comenzado a hacer pruebas generalizadas de coronavirus están detectando que un 5% de los analizados son trabajadores asintomáticos, con un grado de infección aguda en muchos casos. Es decir, son verdaderos focos ocultos de contagio. Por esto, es fundamental que se aborde el problema. Es mi humilde opinión. Como usted me comenta, yo también tengo la impresión de que la virulencia del contagio se está apagando. Además de porque nos han encerrado a todos en casa y han puesto la economía en un refrigerador, también porque el virus se está copiando, por llamarlo de manera prosaica, y como sucede con la tinta de las fotocopias, pierde tono e intensidad”.
“Toda esta información obtenida de la población laboral y no laboral quedaría recogida en el historial sanitario de la población y serviría para futuras variantes de la epidemia. Pero, bueno, yo sólo soy un pobre proveedor, como usted me llama sarcásticamente, al no haber hecho negocio con las compras incompetentes del Gobierno español en el bazar chino”.
Las grandes empresas ya han comenzado a hacer test masivos a sus trabajadores. Este lunes, los 15.000 empleados de la multinacional Seat comenzarán a ser testados, a razón de 3.000 por semana. A la vez, la factoría de coches reinicia su actividad con la producción de modelos Ibiza, Arona, León y Audi 1, con 325 unidades por día. La desescalada en Seat comienza con un turno de trabajo. Otras compañías, como el Banco Santander, el Bilbao Vizcaya, Mercadona, Naturgy, Unicaja, Siemens o Telefónica también completarán su mapa serológico del coronavirus para materializar una reincorporación total segura.
Al proveedor sanitario, con todo, lo que más le duele son los muertos que ha habido desde marzo y los que aún quedan, en un goteo que se prolongará hasta la segunda quincena de mayo. Dice el proveedor sanitario que de ser ciertos algunos estudios sería un horror social y un error imperdonable políticamente. Se refiere a cálculos según los cuales podrían haberse evitado más de un 60% de muertes si el Gobierno hubiera actuado una semana antes del 14 de marzo. Pero cebarse en ello no sacará a España del hoyo.
Sí insiste, esgrimiendo su título de ciudadano, en la necesidad acuciante de capitalizar y mejorar nuestra clase política. Como información de despedida, lee el currículum del ministro de Sanidad español y el de su homóloga portuguesa: el filósofo ha dedicado la mayor parte de su vida a la política como militante del PSC, frente a la lusa, que es licenciada en Derecho, máster en Economía y gestión de Salud Internacional y centros hospitalarios, directora del Instituto de Medicina Tropical e Higiene. “Esto es lo que tenemos, aunque él se llame Salvador y ella se apellide Temido”, finaliza.