“Bueno, si quieres hablar, tendría que ser esta noche”. Son cerca de las 00.00 horas de este viernes e Iker Jiménez, uno de los presentadores más célebres de la televisión española, está a punto de romper su silencio. Lleva más de un mes en el ojo del huracán. Se ha cancelado su programa Cuarto Milenio, después de 15 años de emisión ininterrumpida en la cadena Cuatro, y ha comenzado Milenio Live en su canal de YouTube que cuenta con millones de visualizaciones. A pesar de ello, vive rodeado de una polémica que parece que le harta ya, por eso no quiere hablar. Pero acaba accediendo, en exclusiva para EL ESPAÑOL. Y a los segundos de iniciar la conversación telefónica, se corta. Se vuelve a probar. Se corta de nuevo. “¿No tendremos los teléfonos intervenidos?”, bromea.
El pasado 15 de febrero, Iker Jiménez (Vitoria, 1973) comandaba un Cuarto Milenio en el que se hablaba de coronavirus. Demasiado pronto para la mayoría. Sacaba a la palestra el confinamiento, la crisis económica, la pandemia a nivel mundial. Más tarde siguió hablando de las UCI y de los respiradores. Mientras que a la mayoría de los españoles esto le sonaba a teorías de la conspiración y le ridiculizaban, él iba a otro ritmo. El batacazo llegó cuando Mediaset anunció, el 28 de marzo, que Cuarto Milenio dejaba de emitirse de manera ininterrumpida.
Lejos de achantarse, el presentador vasco ha seguido desde su casa, confinado junto a su mujer, Carmen Porter, su hija, Alma, y una manada de perros y gatos, emitiendo programas como Milenio Live, que emite los viernes por la noche, y La estirpe de los libres, que emite entre semana, que tocan temas que no gustan demasiado: las cifras reales de muertos por encima de los datos oficiales, los camiones que mueven los cadáveres de los fallecidos y el laboratorio de Wuhan en el que algunos piensan que todo esto nació. Y el público se lo está recompensando, sólo en marzo ya amasaron 13 millones de visualizaciones. Para comparar, en su mejor temporada, la de 2007-2008, Cuarto Milenio tenía una media de 900.000 espectadores.
Pero todo esto ha ido acompañado de un lado oscuro. A los rumores y confabulaciones surgidos de su salida de Mediaset se ha sumado el peso del tinte político que ha adoptado la crisis, como si decir que hay más muertos de los que se cuentan -algo que también ha resultado ser cierto- fuera una postura ideológica. Y Jiménez ha visto como, a sabiendas de ese fuego, la prensa decía que si se enfrentaba con El Hormiguero, que si creía realmente que el virus se había fabricado en un laboratorio. Cada aparición suscita más polémica que la anterior. Por eso, ha anunciado que va a emprender medidas legales y hace aproximadamente dos semanas, cuando tenía 71 peticiones de entrevistas en televisiones, periódicos y radios, se decantó por el silencio. Hasta ahora, que habla en exclusiva con este diario. “Muchos compañeros se van a cabrear porque hable contigo, ya verás”, dice en conversación telefónica, cuando ya se ha roto la barrera de la media noche y se siente cómodo.
“Parece que hay un periodismo nuevo que provoca unos titulares que nada tienen que ver con lo que tú has dicho. Luego, la discusión suele ser sobre el titular y es muy difícil de borrar”, explica el periodista. “Ahora resulta que tengo el foco y cada cosa que digo se convierte en un campo de batalla. Tenía 71 peticiones de entrevistas y todo en torno a ese ambiente. Y, claro, en mi cadena ha empezado a haber preocupación, no les hace gracia, a mí tampoco, todo aquello de que si el programa se ha cancelado o censurado, porque no es verdad”, añade.
Pero antes de llegar ahí, comencemos por el principio.
La premonición de Iker
El 9 de marzo, cinco días antes de que se declarara el estado de alarma y el confinamiento general de la población española, Iker Jiménez y Carmen Porter decidían encerrarse en su casa. Él siempre fue una persona muy casera, rehuyendo de los acontecimientos y noches de las celebrities. No suponía un gran cambio en su día a día, pero muchos le tomaron por loco.
“Ya el 20 de febrero les dije a mis padres que no salieran del umbral de la puerta de su casa. Algo después, el día 4 de marzo, yo tenía una comida con directivos muy importantes, en la que se va a hablar de mí, y no me presento. He podido perder esos trabajos pero los doctores con los que hablo me dijeron que ni de coña. Ahora, algunas de las personas que sí estuvieron ahí se han contagiado”, explica Jiménez. “También me iban a dar un premio en otro sitio y dije que, sintiéndolo mucho, no iba a ir. No lo entendían. Pero es que a finales de febrero veo que algo está pasando en Italia, veo a los carabinieri con trajes NBQ, pero aquí en España veo bromas y chistes con el coronavirus. No tuve la menor duda”, añade.
-¿Y de dónde le vino esa sensibilidad?
-Llevaba seis meses trabajando en un documental que trata sobre algo parecido, un suceso ocurrido en España sobre una intoxicación y cómo los medios y poderes tienen su papel. No es que yo tenga un súper equipo, que lo tengo, ni una varita, sino que tenía una hipersensibilidad. Ya me había tocado y lo tenía en la piel y me quedé alucinado de vivir por segunda vez lo que estaba trabajando. ‘Está pasando otra vez’, me dije. Y veía la llamada a la calma de los políticos, que era un clásico en estas situaciones y eso te pone en guardia de una forma especial.
Y, en esas, toma sus propias decisiones. “En esos momentos, propongo a Cuatro la posibilidad… exploro la posibilidad de por qué no hacer un Cuarto Milenio desde casa. Pero al final, eso, piensan que puede no funcionar para la televisión convencional”, comenta Jiménez. Entonces, decide hacerlo por su cuenta. “Entonces decido grabar uno yo para YouTube. Mi hija de ocho años me hizo de claqueta y mi mujer se encargó de la iluminación. Y me sentí tan a gusto…”, dice.
“Me acordé de imágenes de cuando era crío, en 1985, cuando tenía 12 años, y mi padre vino con una cámara Betamax y ya de aquella me hacía mis programas”, rememora. “Grababa en mi casa, en Vitoria, esta especie de Cuarto Milenio. Cuando me puse, en 2020 en la biblioteca de mi mujer con los libros y demás a grabar el programa, era una vuelta a los orígenes. Uno de los momentos más felices de comunicación que he tenido en mi vida ha sido ese flash. Me encontré brutalmente a gusto. Me vi como cuando tenía 12 años. No sé cuándo me desvié de aquel niño y ahora quiero hacer esto. Así empezó”, apuntala.
13 millones de visitas
Desde ese momento, la bola de nieve ha ido creciendo vertiginosamente. Por un lado, está Milenio Live, un programa que, en estética, parece de radio, que emite desde su casa en un estudio que tiene junto a su inseparable Carmen Porter. La última emisión, que lleva el título de ‘Las verdaderas cifras del desastre’ tiene nada menos que 1,5 millones de visualizaciones. Y en un mes, su canal de YouTube ha pasado de tener 250.000 suscriptores a 690.000. En marzo, su canal sumaba 13 millones de visualizaciones. Está batiendo sus propios récords, ya que Cuarto Milenio tenía una media de 900.000 espectadores en su temporada con más audiencia, la de 2007-2008.
Por otro lado está La estirpe de los libres, un programa que emite entre semana y que tiene un título rescatado de su idolatrado Félix Rodríguez de la Fuente. “Hay momentos en los que la libertad está en peligro”, explica, refiriéndose al que estamos viviendo a causa del coronavirus, “y hay que estar con la democracia y la libertad”. “Félix se enfrentó a todo el mundo y sí que me identifico con esa filosofía, con ese entusiasmo feroz ante la vida”, añade. En La estirpe siguen apareciendo sus colaboradores, como el coronel Pedro Baños, a quienes a veces cede el espacio completo.
En una de las últimas entregas de La estirpe, Jiménez visita virtualmente el laboratorio de Wuhan en el que se cree que pudo ser creado el coronavirus. Explica que está a 12 kilómetros del mercado donde empezó todo, las distintas plantas y sus niveles de seguridad. Incluso muestra unas patentes del coronavirus. Con ello, saca su lado más periodístico y pone rostro a una realidad de la que hablan muchos pero que pocos han visto.
Pero sigue echando balones fuera respecto a la rumorología. “En Milenio Live, Mediaset continúa participando de alguna forma. No hay ningún empeño en que se quite el programa. Yo sigo con el contrato con mi cadena y no tengo ningún problema. Pero creo que el público necesita información y yo no me quedo sin contarlo. Previo a Mediaset yo ya tenía mi videoblog y hacía pinitos en YouTube y simplemente lo he retomado”, explica. Ahora se ha convertido en el refugio de los incrédulos respecto a la información de los medios generalistas y su cobertura sobre la pandemia.
A pesar del notable éxito, su día a día es el de siempre. Explica que echa de menos el fútbol, ya que es muy futbolero, pero que por lo demás todo es habitual. “Somos muy hogareños y caseros. Además, vivimos en un entorno privilegiado, cada uno en su biblioteca. No estamos como mucha gente, que tiene que ser agobiante”, comenta, y cuenta que, rutinariamente, se baja a un estudio que tiene, compone música -que tiene en iTunes- e investiga e investiga.
-¿Cómo se convierte una idea en un programa?
-Soy muy obsesivo, me imagino que mis colegas me sufren. Me entusiasmo mucho con las cosas. Tras la idea, por ejemplo del laboratorio, pues me pongo a buscar a un tipo chino que haya estado haciendo prácticas en el laboratorio de Wuhan. Todo eso con el equipo, hay una búsqueda constante. Porque, además, no usamos los recursos de la televisión. ¿Nos hemos quedado sin televisión? pues volquemos todo eso para adaptarlo a las redes sociales. Además es un equipo compenetrado, que yo tengo y que pago yo, y llevamos trabajando juntos desde hace años, por lo que sabemos perfectamente lo que piensan todos.
-¿De dónde viene todo este éxito?
-Hay varios factores. El primero es que mi acción es previa a la de los demás y eso se recoge muy fácil. Están las fechas, los tuits y programas en la hemeroteca. Era muy asombroso para muchas personas mi determinación de que la situación era muy grave. El segundo factor, que la gente ha descubierto que soy periodista. Me estoy metiendo con un tema que no es muy de mi programa. La gente no conoce Cuarto Milenio. Tengo un público muy fiel pero hay muchos que me identifican con unos temas que no son todo lo que yo hago. La gente tiene un estigma pensando que yo soy un esoterista. Ahora han descubierto que hablo de otros temas y me dicen ‘qué maravilla, Iker’. Cuarto Milenio es un programa también de ciencia. ¿Por qué no lo entienden? Luego, todo este revuelo coincide con un programa que se deja de emitir tras 15 años, y claro.
“Pero amo mucho lo que hago”, dice. “Cuando cuelgue contigo voy a seguir repasando cosas de garrapatas, perros; estoy buscando un huésped del coronavirus”, añade y, en ese sentido, sigue ciertamente adelantado ya que el papel de los veterinarios en los consejos de expertos durante toda esta crisis ha sido notablemente bajo a pesar de las evidencias. “Sí, me pagan, pero he hecho esto toda la vida y lo haría igual, es un privilegio. Siempre ha sido así. Ponerme con una Coca Cola, por la noche, a media luz, en el despacho, con la biblioteca de 30.000 ejemplares y mirándome varios libros de garrapatas”, dice entusiasmado.
Problemas ya con el ébola
A pesar de todos esos seguidores y gente que le aplaude, desde esta nueva etapa Iker Jiménez tiene que vivir con una controversia constante. Es el problema de mezclar política, pandemia y medios de comunicación con su dictadura del click. Al principio tuvo que lidiar con que le llamaran alarmista. Después, con los rumores sobre la cancelación del programa. Ahora, con que cada cosa que se diga en el programa suscite un titular sacado de contexto que le enfrente con compañeros, con la verdad, o con la cadena para la que trabaja. Pero, a él, todo esto ya le suena.
“Yo ya tuve también mis roces con la comunicación en la época del PP con lo del ébola… es curioso. Toda la gente que me critica ahora me pondría bien en aquel momento y toda la gente que ahora me alaba me pondría mal en aquel momento”, comenta, y, ante ello, el antídoto: “Yo sólo me hago las preguntas lógicas”.
-¿Este comportamiento de compañeros, decepciona?
-Como estos temas siempre han sido molestos para algunos, tengo coraza para las campañas en contra: me la soplan. Como le dijo el futbolista Aldo Serena al ‘Cabezón’ Ruggeri cuando le pisó, ‘no te preocupes, soy de hierro’. Yo soy de hierro para esto. No me afecta lo más mínimo. Me puede sorprender, me puede abrumar, pero no afectar. He vivido siempre campañas en mi contra.
Lo que sí que no quiere pasar es la mentira. “Hay gente que, por el estigma que yo tengo, dice que soy anti vacunas o a favor de la homeopatía. En mi puñetera vida he hablado yo en contra de las vacunas. También dicen que creo en los marcianos, ¿cuándo he dicho yo que los marcianos existen?”, apuntala. Y triangula de nuevo al fútbol: “Es como cuando a Jesús María Zamora le insultaban en el campo, se crecía y no se acobardaba. No entro en el fango. Esa es la ventaja de haber estado en el lado del poeta maldito, que el mundo de las redes no me afecta, ya pueden decir de mí lo que quieran”.