Pedro Sánchez está empeñado en no dar entrada a Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros. Ni el líder de Podemos ni otros compañeros de su formación tienen hueco en los planes del presidente. Esa es la principal idea que Sánchez trasladó a Iglesias en la reunión que ambos mantuvieron el lunes en la Moncloa. Sánchez ha dado portazo a las pretensiones de Podemos, que tendrá que conformarse con cargos en el segundo escalón, caso de llegar a un acuerdo.
En Podemos son conscientes de que lo tienen complicado. Después del 26-M han perdido capacidad de negociación. Y ahora empiezan a intuir qué querían decir los socialistas con "gobierno de cooperación". Sánchez quiere tener las manos libres en el Gobierno para hacer sus políticas.
Sánchez sí vería con buenos ojos que Iglesias u otros miembros de Podemos ocupen puestos intermedios en la Administración, para lograr esa "cooperación" que llevaría al presidente en funciones a una nueva investidura. A cambio, garantizaría a Iglesias convertirse en socio preferente.
Esa oferta es insuficiente para el representante de Podemos. La intención de Pablo Iglesias es cristalizar el Gobierno de cooperación en una verdadera coalición de gobierno. Es decir, contar con un Ejecutivo compartido, con una presencia proporcional a los resultados obtenidos en las elecciones. Lo mismo que pide Vox al PP en sus acuerdos para facilitar las investiduras. En el caso de Podemos, su capacidad vendría determinada por los 42 escaños que consiguió.
Agenda de la legislatura
Además de convertir a Iglesias en socio prioritario a cambio de alcanzar un acuerdo de investidura, Sánchez ha ofrecido un pacto de la agenda política de la legislatura. Puede parecer poco para Podemos, pero en la formación morada se han marcado como línea roja no provocar unas nuevas elecciones. Serían unos de los grandes damnificados.
Las negociaciones entre PSOE y Podemos se alargarán varios días. Hay previstas nuevos encuentros, pero la decisión de Sánchez de no ceder ministerios parece, por ahora, inamovible.