Pedro Sánchez prometió a Josep Borrell que lo nombrará comisario europeo si, cuando toque la decisión, sigue siendo presidente del Gobierno. Así lo confirman a este diario fuentes al corriente de las conversaciones entre ambos para lograr que el ministro de Exteriores -apuesta de Sánchez desde el principio- aceptase una candidatura para la que la mayoría del PSOE cree que es la persona perfecta.
Sánchez lanzó a Borrell en enero, cuando en una entrevista dijo que sería un "extraordinario candidato" al puesto. Borrell cuenta con una destacada trayectoria en el ámbito de las instituciones comunitarias, donde fue eurodiputado y presidente de la Eurocámara, además de haber presidido el Instituto Universitario Europeo de Florencia.
Sin embargo, el actual jefe de la diplomacia europea pensaba, como la canción de Joaquín Sabina, que "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Borrell creía que su etapa europea ya estaba pasada y, junto a su pareja, la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, lleva años asegurando que lo que más le apetece es dejar la primera línea política, según las fuentes consultadas. Pese a todo, los dos (con 71 años él y 67 ella) siguen en puestos de responsabilidad, en parte por lealtad a Sánchez, que es consciente de que suponen un activo en su proyecto.
Las elecciones europeas son el 26 de mayo, coincidiendo con las municipales y autonómicas. El PP no ha decidido aún quién encabezará su lista, aunque Esteban González Pons, actual líder en la Eurocámara, aspira a repetir a la espera de que Pablo Casado se pronuncie. Luis Garicano, responsable de Economía de Ciudadanos, y Pablo Bustinduy, portavoz de Exteriores de Podemos en el Congreso, son los otros dos competidores a falta de Vox.
Una promesa difícil de cumplir
Tras los comicios, los presidentes de los 28 países socios (o 27, si el Reino Unido consuma su salida) deben designar a los nuevos comisarios que integrarán el Ejecutivo comunitario y ponerse de acuerdo sobre un presidente, que en principio se escoge entre los candidatos al puesto decididos por los partidos políticos europeos. El socialista es el holandés Frans Timmermans, actual vicepresidente de la Comisión.
Según las fuentes consultadas, Sánchez ha prometido a Borrell ser comisario, pero no está claro que pueda cumplir su promesa. Para el 26 de mayo ya se habrá constituido el nuevo Congreso de los Diputados salido de las elecciones del 28 de abril y tan solo unos días después podría haber un nuevo Gobierno. Esa es la teoría, porque si no hay una mayoría clara, liderada por el PSOE o por otro partido, el actual Ejecutivo podría seguir en funciones. En cualquier caso, el presidente del Gobierno ha descartado otros nombres y espera repetir, animado por las encuestas.
Mientras, Borrell va preparando su estrategia. Está decidido a hacer valer su perfil propio, algo que va en su carácter y que lleva muchos años demostrando (la vez más icónica fue cuando se presentó a las primarias para ser candidato a la Moncloa contra el aparato, en 1998). Además, cree que no tiene más remedio, porque su posición es muy diferente a la que impera en el Ejecutivo en algunas cuestiones. La más destacada es su dureza contra el independentismo.
Lejos del diálogo del que hace gala Sánchez y la ministra de Política Territorial, la también catalana Meritxell Batet, Borrell es partidario de una línea dura que implique utilizar el margen a disposición del Gobierno para asfixiar espacios de poder que puedan ser utilizados para la propaganda separatista. Es el caso de la apertura de nuevas delegaciones de la Generalitat en el exterior, las llamadas embajadas, ante las que él se opuso, con informe incluido, frente a la falta de objeciones de Batet y María Jesús Montero, ministra de Hacienda.
Contra las mentiras del independentismo
Borrell considera insensato hablar de indultos y se desmarca de quienes, como Miquel Iceta o Teresa Cunillera, el líder del PSC y la delegada del Gobierno en Cataluña, han evocado esa posibilidad si los procesados en el juicio al procés son condenados. Además, no perderá ocasión para incluir una imagen de España en el exterior distinta como eje de su campaña electoral. Y esa imagen pasa por desmontar en el exterior lo que él considera mentiras del independentismo.
Borrell cree que, con ese discurso, no sólo será más fiel a lo que él piensa y lleva años defendiendo, incluso en contra de su propio partido, sino que además le servirá para conectar con el electorado menos proclive al diálogo con las formaciones independentistas.
El jefe de la diplomacia es el único que ha ganado unas elecciones europeas para el PSOE en los últimos 30 años. Fue en 2004, cuando fue cabeza de lista. Las otras cuatro veces se impuso en el PP. Ahora, con un discurso propio y la posibilidad de un gran puesto en Bruselas, aspira a repetir hazaña.