"La batalla de todas las batallas del Ejército español", o también "la del cuatro del cuatro del cuatro" [en referencia a cuándo ocurrió, el 4 de abril de 2004]. Cualquier miembro de las Fuerzas Armadas sabe que esas palabras están envueltas en un halo de coraje, porque hablan de los sucesos que tuvieron lugar en Najaf, cuando una turba de insurgentes se lanzó contra la base española de Al Ándalus. El enemigo quería sangre a toda costa y expresó toda su fiereza. Y en esa refriega, tres mujeres destacaron por su actuación. Se trata de las cabos Alejandra Cuartas y Margarita Fernández, así como de la sargento Tania Parras. Las dos primeras cuentan su testimonio a EL ESPAÑOL.
Pongamos el contexto. España está a punto de retirar sus tropas de Irak después de que José Luis Rodríguez Zapatero hubiese ganado las elecciones de marzo de 2004. En la base Al Ándalus, en Najaf, el contingente español casi preparaba las maletas para abandonar la región. En esas, Estados Unidos captura a un caudillo insurgente, Mustafá Al-Yaqubi, y se lo lleva a Bagdad. Pero el entorno del detenido está convencido de que permanece retenido en la base Al Ándalus, donde se congregan medio centenar de militares españoles, un contingente salvadoreño y un puñado de estadounidenses. Es aquí cuando se desatan las hostilidades.
"A mí me pilla en lo alto de un camión recogiendo el material de nuestro equipo", recuerda la cabo Margarita Fernández. No ve llegar a la turba, pero sí siente que la violencia sacude los cimientos de la base. El enemigo les acorrala y les dispara desde diferentes puntos. También hay fuego de mortero y tiradores de precisión apostados en una mezquita cercana.
Margarita está acostumbrada a recibir ataques: "Ocurría todos los días cuando terminaban sus rezos por la tarde, pero esta vez era diferente, ocurrió a primera hora del día".
En la azotea
La orden es clara. Hay que subir a la azotea de la base. Desde allí quizá están más expuestos, pero es el único modo de repeler una agresión que amenaza con sobrepasarles. Aquello puede convertirse en una carnicería. De hecho, un grupo de soldados salvadoreños y de soldados oficiales iraquíes se ha quedado atrapado en un edificio a varias calles de distancia. El capitán Jacinto Guisado y los suyos saldrán al infierno que se arremolina a su alrededor en un intento de rescatarles.
Por su parte, la cabo Alejandra Cuartas se encuentra en Diwaniyah. Recibe noticias de la agresión tan hostil que tiene lugar en Najaf. Junto a varios compañeros, prepara el equipo y se marcha a brindar apoyo en ese lugar abocado a la guerra, en la azotea de la base de Al Ándalus. Codo con codo, Margarita y Alejandra se desfondan en repeler el ataque.
El fuego enemigo se convierte en una tormenta de fuego y plomo. El enemigo no sólo ataca, intenta asfixiar a balazos al contingente español acorralado en la base. "Nos atacaban desde la mezquita, pero en medio había un hospital. Si ve alguna fotografía de ese edificio, verá que quedó trillado a disparos", detalla Margarita. Alejandra asiente con la cabeza.
¿En qué se piensa en esos momentos? "En nada, sólo en brindar apoyo al compañero, ya fuese español, salvadoreño o estadounidense, porque estábamos recibiendo una acción muy hostil".
Los combates se prolongan durante horas. El capitán Jacinto Guisado sale en una segunda ocasión de la base para recuperar a otros compañeros que se han quedado atrapados en otro punto de la ciudad. Nadie sabe muy bien cómo, pero el militar español y el resto de su unidad consiguen regresar enteros a Al Ándalus.
Mientras, Alejandra y Margarita siguen respondiendo con plomo al ataque de los insurgentes. Abren fuego, vacían cargadores. No disparan indiscriminadamente: el combate es extenso y no se puede agotar la munición. La presión, asfixiante, comienza a liberarse al anochecer. Todos los militares españoles sobreviven a "la batalla de todas las batallas" del Ejército español.
Han pasado 14 años. Alejandra y Margarita narran su combate en Najaf con voz algo precipitada, como si estuvieran viendo en ese mismo instante la azotea de Al Ándalus, la fiereza de los enemigos, la incertidumbre de no saber cómo va a terminar aquella jornada. No fueron del todo conscientes de lo que habían vivido hasta que regresaron a España.
Ambas son protagonistas -junto a la sargento Tania Parras- del calendario que el Ejército de Tierra presentó este viernes en su cuartel general: recoge las fotografías de varias mujeres que han combatido en primera línea de fuego con el Ejército español. Todas ellas son militares con Valor Reconocido, una distinción oficial por su valor en combate.
*EL ESPAÑOL recoge las historias de mujeres militares del Ejército español que han combatido en primera línea de fuego. Puede conocer más historias pinchando aquí.
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