La historia de República Centroafricana es cruel. Como otras muchas que se escurren por el sumidero del olvido. Una maraña de facciones enfrentadas se lanzan con fiereza entre sí y también contra la población local. La guerra, que con un nombre u otro se prolonga desde hace ya demasiados años, cierra sus fauces sobre los recursos minerales que enriquecen la región y los bolsillos de lo más violentos: oro y diamantes, entre otros. Hablamos de un agujero oscuro al que se han adentrado ocho efectivos españoles; ocho militares que vacían sus esfuerzos en la compleja misión de apoyar en la pacificación de un país que, en varias ocasiones, ha sido definido como "el infierno".
Unas pinceladas sobre República Centroafricana. El país se ha desgranado en un conflicto azuzado por tantos intereses como líderes personalistas hay. Unos abanderan la excusa étnica. Otros, la religiosa. Algunos esgrimen motivos de poder. Pero los analistas internacionales y los militares españoles desplegados en el país coinciden en la raíz del problema: "Digan lo que digan, su objetivo final es hacerse con el control de los recursos".
Los temidos anti-balaka, de corte cristiano, combaten contra los no menos temidos seleka, de corte musulmán. También libran sus batallas contra otras facciones e incluso llegan a registrar enfrentamientos internos. La mayoría del país, de terreno selvático, se sume en el caos y el descontrol. Su capital, Bangui, sufre brotes de violencia de forma cíclica. Pocos se atreven a entrar en el Distrito 3, el barrio más peligroso de una ciudad apenas sin asfaltar.
Entre esas pinceladas se dibujan los protagonistas de esta historia, los ocho militares españoles que se sienten como una familia en el corazón de África. Están integrados en la misión EUTM-RCA de asesoramiento y adiestramiento de las tropas y autoridades locales para dotar a las Fuerzas Armadas centroafricanas de las estructuras necesarias en materia de Seguridad. Diez países integran esta operación desplegada por la Unión Europea. Entre ellos, los ocho efectivos españoles.
*Soldados centroafricanos adiestrados por EUTM-RCA.
"Hemos adiestrado a 3.103 soldados"
Coronel Dionisio Urteaga, jefe del Estado Mayor de la misión. Su voz suena clara al otro lado del teléfono: "En julio se cumplen dos años de misión y en ese tiempo hemos adiestrado y educado a 3.103 soldados". Ese es uno de los pilares sobre los que se sostiene el despliegue en República Centroafricana; el otro pasa por el asesoramiento a las autoridades locales.
"Hemos adiestrado a tres unidades de tipo batallón", sostiene Urteaga. Cuando habla en plural se refiere al contingente EUTM-RCA, integrado también por otros países. Su último éxito ha sido juntar, en un mismo batallón, a ex miembros de las guerrillas enfrentadas entre sí. Antiguos seleka y anti-balaka se abrazan dejando tras de sí sus viejas rencillas. Un pequeño milagro en ese infierno centroafricano.
"La experiencia es enormemente positiva. El personal seleccionado por cada grupo se somete a un proceso de investigación para comprobar que no tienen historial delictivo o crímenes de guerra. Al verse integrados dentro de una unidad junto a sus antiguos adversarios se dan cuenta de que el enfrentamiento no es la solución. Y que ellos pueden formar parte de la construcción de un futuro. Los elementos que vienen de grupos rebeldes aprenden rápido, puesto que tienen experiencia previa de combate. Pero también han comprendido el derecho humanitario y de la guerra para evitar que se cometan las tropelías que ya se han vivido aquí".
"En RCA hay unos 20 grupos armados"
El teniente coronel Juan Billón es el jefe de Inteligencia. Pocos conocen como él las raíces de la guerra centroafricana: "Los conflictos se explican fácil, pero aquí tenemos 20 grupos armados con motivaciones diferentes. En el trasfondo, eso sí, siempre hay cuestiones económicas". Dolido, añade: "Cuando ves las consecuencias y las necesidades, las desgracias de la gente... te das cuenta de lo poco justificado que está todo esto".
En resumen: "Aquí hay demasiadas armas, demasiados enemigos enfrentados entre sí". Organizaciones violentas controlan las zonas más aisladas del país. Y en su capital, Bangui, la ferocidad se desata con cierta frecuencia. Los militares españoles viven y desarrollan buena parte de su actividad en una base militar ubicada cerca del aeropuerto. Desde ahí miden el nivel de seguridad que les rodea.
"Ahora mismo estamos en un nivel medio-bajo de amenaza general contra los miembros de la misión". El teniente coronel habla de algunos episodios en Bangui como "un tiroteo en una iglesia" o "la quema de una mezquita".
-¿Cuáles son los retos que más urgen en República Centroafricana?
-La reforma del sector de seguridad. Fuerzas Armadas, Policía y Gendarmería. Para conseguirlo hace falta una estabilidad política y económica. Es un país muy rico en recursos naturales, pero no hay una gestión correcta. Al contrario, la guerra se basa en esos motivos.
"El verdadero peligro es..."
"El verdadero peligro en República Centroafricana es el tráfico". Quien habla es el cabo primero Alejandro Pedraza, uno de los dos conductores españoles desplegados en Bangui. Se mueve con su 4x4 por calles de barro: "En todo el país sólo hay 300 kilómetros asfaltados. No hay ningún tipo de señalización de tráfico, semáforos...". En su memoria se dibujan los hechos que recientemente tuvieron lugar en Mali, cuando el militar español Antonio Carrero perdió la vida al volcar su vehículo en un accidente de tráfico.
"El más mínimo accidente puede derivar en situaciones de tensión", advierte Pedraza. Por eso, y también ante posibles ataques de guerrillas -en noviembre de 2015 un convoy español sufrió una emboscada en Bangui-, los militares adoptan una serie de medidas de protección ante cualquier desplazamiento: "Número de vehículos juntos, personal, equipamiento y armamento… Todos los detalles vienen marcados por el plan de seguridad preestablecido".
-Usted y su compañero conductor son los que más salen de la base. ¿Cómo es el trato con la población local?
-El carácter español es diferente al resto de naciones. Aquí van varias rotaciones españolas y los que estuvieron antes debieron hacerlo muy bien, porque la gente nos trata con mucho cariño.
Son ocho militares españoles en el corazón de la guerra centroafricana. En ese escenario, la pregunta es obligada: ¿miedo? "Las tormentas sí que son de miedo", responde el cabo primero Pedraza con ironía. "Extremamos las medidas de precaución y hacemos lo posible por cumplir con nuestra misión".
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