Hace cinco años, Podemos convulsionó la política española al lograr cinco diputados en el Parlamento Europeo en las elecciones de 2014. Pablo Iglesias se convertía en eurodiputado y comenzaba un ciclo electoral que incluyó después elecciones autonómicas, municipales y generales.
Aunque su descomposición había comenzado ya, la existencia del bipartidismo no era una cuestión opinable. Hay quien se ha olvidado de los cabeza de cartel: Miguel Arias Cañete por el PP, exministro que después se convirtió en comisario europeo, y Elena Valenciano, ex número dos del partido en la dirección de Alfredo Pérez Rubalcaba, el líder del PSOE que tuvo que dimitir por el resultado de esos comicios. Izquierda Unida tuvo más votos que Podemos y UPyD que Ciudadanos. Definitivamente, eran otros tiempos.
El primer test desde las generales
Las elecciones europeas se convertirán, el próximo 26 de mayo, en el primer test de ámbito nacional de las últimas elecciones generales. Allí se someterá a prueba un escenario diferente: hasta qué punto baja el PP, cuánto sube Ciudadanos y si se estancan PSOE y Podemos, en caso de que se mantenga la tendencia de los últimos barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Tomando los datos de estimación de voto del CIS hechos públicos este martes, el PP obtendría 15 escaños, Ciudadanos 14, el PSOE 14, Unidos Podemos 13 y ERC, PNV y PDeCAT, uno cada uno. Es decir, que las cuatro principales fuerzas políticas de hoy estarían en una horquilla de 13-15 escaños y tendrían un peso similar en la Eurocámara. La batalla ya no sería entre dos.
En las últimas elecciones, en las que estuvieron en juego 54 diputados (cinco menos que en 2019), el PP obtuvo 16, el PSOE, 14, la suma de Podemos e IU, 11, la suma de Ciudadanos y UPyD, seis, y todos los nacionalistas juntos, siete.
Otro factor añadido: locales y autonómicas
En 2014, las elecciones europeas tuvieron una entidad propia. Como ocurre tradicionalmente (para desesperación de los verdaderos europeístas y funcionarios comunitarios), las elecciones europeas se concibieron como unos comicios puramente nacionales, una previa de las elecciones generales que estaban por llegar y una oportunidad para poner al día los apoyos de los dos grandes partidos.
En 2019, sin embargo, se añaden las elecciones municipales en toda España y autonómicas en al menos 13 autonomías. Y ese será un factor añadido importante. En los partidos políticos se da por hecho que habrá un efecto arrastre motivado el interés que despiertan el gobierno de las administraciones más próximas.
De esa manera, creen en PP y PSOE, si sólo se celebrasen las europeas, Ciudadanos tendría muchas posibilidades de tener un excelente resultado. Al ir vinculadas, los dos partidos tradicionales confían en sus potentes estructuras, enraizadas en toda España y que cuentan con ejemplos de gobierno cercanos, para lograr una prima también en las europeas. Pero eso es sólo una teoría por demostrar.
Cómo se conformen las coaliciones es clave
El cálculo de escaños se explica por la aplicación de la Ley D'Hont, más fácil en las elecciones europeas, ya que se celebran con una circunscripción única (toda España) y no provincia a provincia, algo que reduce el importante efecto de los restos que se disputan los partidos en las provincias más disputadas.
Tiene una salvedad importante: las coaliciones que puedan hacer los partidos más pequeños, fundamentalmente los nacionalistas, que unen fuerzas para no quedarse fuera. A estas alturas parece razonable asumir que Unidos Podemos podría mantener su marca conjunta y que Ciudadanos se quedará con su espacio y el que en 2014 representaba UPyD, pero no está claro qué pasaría si no fuese así.
Del mismo modo, el cálculo incluye la coalición de PDeCAT, PNV y Coalición Canaria (Coalición por Europa), presentada ya en 2014. El resto de partidos, aunque fuesen todos juntos, no lograrían escaño al quedarse por debajo del 3% de los votos que sirve como porcentaje mínimo.