Nada une más que un enemigo externo y el PP dejó ayer de hacer hipótesis sobre si Cristina Cifuentes cursó o no el máster para centrarse en las consecuencias de que el poder cambie de manos en la Comunidad de Madrid. La presidenta regional acudió al pleno de control al Gobierno en la Asamblea de Madrid con artillería para disparar contra todos sus rivales.
Cifuentes embistió contra Podemos por las irregularidades en una beca concedida hace años a Íñigo Errejón, virtual candidato para las elecciones del año que viene a pesar de múltiples desencuentros sobre el proceso interno. También contra el PSOE por la licenciatura en Matemáticas de su líder en Madrid, José Manuel Franco, que figuró varios años y hasta 2003 en su ficha de la Asamblea, pero que nunca llegó a completar.
Sin embargo, con quien el PP libra una guerra sin cuartel es con Ciudadanos, partido que hasta ahora era un aliado imprescindible pero menor para seguir gobernando en Madrid a un rival a cara de perro que puede hacer caer el Ejecutivo y ganar las próximas elecciones autonómicas. "Su único objetivo es entregar el Gobierno de la Comunidad a la izquierda", dijo Cifuentes durante el pleno a Ignacio Aguado, recordándole que si eso ocurre, tendrán muy difícil explicarlo a la ciudadanía madrileña, que tantos años lleva confiando en el PP pese a la sombra de duda de la corrupción.
"Más allá de las palabras, que a usted no le importan, están los hechos, que le importan todavía menos", dijo Cifuentes. "Ni estoy imputada ni he falsificado ningún currículum", siguió.
Podría parecer que Cifuentes resiste, pero muchos en su partido ya la dan por amortizada. Otros creen que Mariano Rajoy, que regresó este jueves de un viaje de varios días a Argentina, debería mantener hasta el final su confianza en ella para demostrarle a Albert Rivera que no puede derribar a los referentes de su partido y mucho menos a presidentes regionales, aunque ya lo haya hecho con Pedro Antonio Sánchez en Murcia.
El PP está unido contra sus adversarios políticos, pero es un sinfín de opiniones sobre la mejor estrategia interna y el futuro de Cifuentes. Entre otras cosas, por la guerra de poder constante entre sectores del propio PP. Si cae Cifuentes, se rompen los frágiles equilibrios entre familias y la competición por el poder, orgánico e institucional, aunque sea este último interino y con fecha de caducidad, podría resurgir.
La división interna del PP paraliza la sucesión
¿Qué hacer con la Comunidad en el año que queda hasta las elecciones? ¿Y con el partido? La primera duda es quién debe ocupar la presidencia en caso de que Cifuentes dimita, algo que hará "en el minuto uno" si Rajoy se lo pide, según fuentes cercanas a la presidenta consultadas por EL ESPAÑOL.
Como según el estatuto autonómico el presidente tiene que ser diputado, el elegido podría no ser el candidato en 2019 y eso crea numerosos problemas. Entre los nombres que más suenan está Ángel Garrido, consejero de Presidencia, Justicia y Portavoz, el número dos de Cifuentes, un hombre leal a la presidenta y que le permitiría seguir teniendo una influencia. Pero también suena Pedro Rollán, consejero de Medio Ambiente, Administración Local y Territorio, un perfil distinto y menos cercano a Cifuentes.
Otra duda es qué hacer con el partido. Hace un año y un mes que Cifuentes se hizo con el control de la organización y acabó con más de una década de férreo control de Esperanza Aguirre. Cifuentes podría intentar seguir al frente del partido porque, como ella dice, no está imputada y su dimisión la exige Ciudadanos en el ámbito institucional, pero eso podría comportar numerosos problemas, porque en el PP ya pocos confían en que repita como candidata a la Comunidad en 2019 y el PP no es amigo de bicefalias.
Instaurar una gestora puede abrir una guerra entre las distintas familias del PP madrileño o incluso trasladar la rivalidad entre María Dolores de Cospedal, la principal valedora de Cifuentes internamente, y Soraya Sáenz de Santamaría, a quien muchos ven como la que más aboga por pasar página.
El papel de Mariano Rajoy será clave, pero en el PP parece que se quieren tomar con calma la resolución del conflicto para evitar que el partido salte por los aires al repartirse los jirones del cifuentismo. Y eso es, de momento, lo que la mantiene viva. Eso y la fecha de la moción de censura, una decisión personalísima de la presidenta de la Asamblea de Madrid, Paloma Adrados, amiga personal de la presidenta regional, que tiene hasta el 7 de mayo para convocarla, algo que puede hacer prácticamente sin antelación.
En el PSOE creen que no habrá censura
En el PSOE y Podemos se da por hecho que esa moción de censura no llegará a debatirse, ya que creen que el PP harán dimitir a Cifuentes, con lo que decaería automáticamente y tendría que celebrarse otra investidura.
Los socialistas creen que el PP no se arriesgará a perder el poder en la Comunidad a manos de Ángel Gabilondo, un candidato templado, que difícilmente puede ser enmarcado en la izquierda radical y que no tiene ninguna intención de gobernar con Podemos.
"Como dice el Gran Wyoming, cuando Ángel va a Ikea se lleva el lápiz de casa", explica en referencia a la lista de productos que se confecciona en la tienda de muebles. "Así que en el PP saben que el discurso del miedo no les funciona con Ángel porque. Por eso los que tienen miedo son ellos, pero a perder el poder", explican.
Entre otras cosas, porque en caso de que el PSOE llegue a la Puerta del Sol, podrían salir a la luz irregularidades y nuevos casos de corrupción de los populares, según confían en la oposición. "Cuando dejas el poder, nunca sabes cuando vuelves", explican fuentes de la Asamblea.
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