"No nos ha llamado". Susana Díaz ha vuelto a Andalucía y se está tomando al pie de la letra su intención de no interferir en absoluto en las primeras decisiones de Pedro Sánchez como líder del PSOE. Tanto es así, que algunos de los dirigentes o cargos medios que apostaron por ella lamentan no haber recibido ni una llamada de agradecimiento. "Nos partimos la cara por ella y ahora estamos pagando las consecuencias. Pero ni nos ha llamado para agradecérnoslo. Nos ha dejado tirados", revela uno de ellos.
Por el momento, las decisiones de Díaz han seguido una lógica 100% andaluza. Nada más perder las primarias, el pasado 21 de mayo, convocó el congreso del partido en Andalucía en las primeras fechas disponibles. El movimiento fue entendido dentro de la necesidad de preservar el poder orgánico sin dar tiempo a que engordase una posible alternativa. Después, renovó a parte de su Gobierno e intentó sumar a su administración al antiguo líder de IU en Andalucía, Diego Valderas, algo que fue interpretado como un impulso por la izquierda de la Junta de Andalucía a poco más de año y medio de unas nuevas elecciones.
Quienes apenas saben nada de ella son los alcaldes, cargos regionales del partido y parlamentarios que desde fuera de Andalucía se sumaron a su campaña, crearon una estructura en toda España y finalmente pidieron el voto para ella afiliado a afiliado. "Susana no quiere dar la imagen de que está construyendo una oposición interna", explica uno de sus partidarios. "Las primarias ya han pasado y tiene que centrarse en Andalucía. ¿Qué dirían algunos si estuviera todo el día al teléfono y diera la impresión de que quiere mantener un bloque frente a Pedro?", se pregunta.
Huelga de brazos caídos
Su intención, como la de otros dirigentes territoriales próximos a ella, es clara: no hacer peticiones, ni mucho menos exigencias, de puestos u orientaciones estratégicas a Sánchez. "Si se estrella, no podrá decir que es por nosotros", explica otro dirigente cercano a Díaz. Los detractores de Sánchez, que siguen siéndolo después de las primarias, no quieren que nadie les acuse, como en el pasado, de poner palos en las ruedas del líder. Más que lealtad al nuevo secretario general parece una huelga de brazos caídos fruto de la profunda amargura que les produce ver a su rival, al que consideran el problema del PSOE, encumbrado por la militancia.
Pero entre configurar una oposición en la sombra a Sánchez y la cortesía con quien le apoyó hay un trecho. "Nos podría haber dado las gracias", lamenta otro de los damnificados, resignado a un papel más que discreto en el nuevo PSOE.
La falta de comunicación se extiende a algunos dirigentes territoriales y viejos referentes del partido, con los que Díaz mantenía una comunicación casi diaria durante la campaña. Algunos justifican que sólo hayan hablado con ella brevemente. "Al perder no queda más que volver a nuestros puestos". Otros se sienten ofendidos. La política es también algo personal.
El susanismo, un azucarillo en el agua
Díaz supo muy pronto que el enorme caudal aunado durante las primarias se disolvía como un azucarillo en el agua. Guillermo Fernández Vara fue el primero en tender puentes con Sánchez, con una larga comida que desembocó en su nombramiento como presidente del Consejo de Política Federal, un órgano que apenas se reúne, pero que hasta ahora estaba presidido por Susana Díaz. Aceptó sin comunicárselo antes a ella. "Y eso que, después de Felipe [González], pocos han sido tan duros con Pedro como él", recuerda un viejo referente, extrañado por la rápida conversión del presidente extremeño.
La desazón de algunos de los partidarios de Díaz hace que vayan al congreso federal de este fin de semana sin saber si repetirán como miembros del Comité Federal o si Díaz aprovechará la plataforma de las primarias, tan reciente, para conseguir más puestos en ese órgano, una especie de parlamento interno del PSOE que controla a la Ejecutiva. Todos estos factores hacen que muchos de sus apoyos, que se veían en Ferraz o con algo que decir en el PSOE que se abre paso, den ya por muerto al susanismo y, sobre todo, a Díaz en la esfera nacional. Cada uno juega ya por su cuenta.