María Dolores de Cospedal ha conseguido tumbar por los pelos la enmienda que pedía expresamente que un miembro del Gobierno no pudiera compatibilizar ese cargo con la secretaría general del partido. La petición la incluyó Francisco Risueño, un militante de San Vicente (Cuenca) que consiguió 303 votos a favor de su enmienda frente a los 328 compromisarios que votaron en contra. Hubo ocho abstenciones y 2.789 delegados que dejaron su silla vacía en la ponencia inaugural del XVIII congreso del PP que lideraba Fernando Martínez-Maillo. La votación, a mano alzada, se tuvo que repetir.
Desde que es presidente del partido, Mariano Rajoy ha filtrado días previos al congreso el nombre de su mano derecha en Génova. No ha sucedido lo mismo en este cónclave, donde se guardará el secreto hasta este sábado por la tarde, cuando dará a conocer el nombre de su nuevo equipo al completo. Fuentes internas del partido circunscriben precisamente a esta enmienda, "pura estética", que el líder del PP mantenga silencio. "No estaría bien adelantar que Cospedal sigue como secretaria general antes de debatir una enmienda expresa sobre si puede o no compatibilizar los dos cargos. ¿Para qué debatimos entonces?", reflexionan.
Si alguien temía que esta enmienda podía salir con vida del congreso era la propia Cospedal. Para conseguir su propósito y que la enmienda decayese, la presidenta del PP regional tuvo una reunión el jueves con los presidentes y secretarios generales provinciales para pedirles expresamente que "todos los compromisarios acreditados" acudieran a esta votación. Son esos los 25 votos que finalmente han decantado la balanza a su favor.
La acumulación de cargos y los tres puestos que ocupa Cospedal han centrado gran parte de las polémicas previas a la cita congresual. Maillo recibió al menos cincuenta enmiendas donde se pedía expresamente que los estatutos restringiese mucho más el régimen de incompatibilidades. El vicesecretario ha conseguido negociar al menos cuarenta de ellas con los compromisarios que han presentado enmiendas, pero fue imposible encontrar un punto de acuerdo con el militante conquense que, con su propuesta, ha puesto en peligro por unos minutos la continuidad de Cospedal en la planta noble de Génova.
Con Íñigo Henríquez de Luna, concejal del Ayuntamiento de Madrid que también reivindicaba la limitación de cargos, Maillo pactó una enmienda transaccional para que el PP promueva una "gradual separación y limitación" en la acumulación de cargos institucionales de Gobierno y partido. Una medida que, a corto plazo, no afectaba a los planes de la actual secretaria general.
Guerra interna
La continuidad de la presidenta del PP de Castilla-La Mancha en Génova se puso en entredicho en su toma de posesión como ministra de Defensa. El mismo día que entró a formar parte del Ejecutivo, Cospedal dejó entrever a los periodistas presentes en el ministerio que ahora lidera que su puesto en el PP estaba garantizado más allá de este congreso. Dio por hecho que en la negociación para sentarse en un sillón del Consejo de Ministros estaba implícita no abandonar su sitio en el Comité de Dirección del PP. Las alarmas se dispararon en todos los rincones del partido y sus rivales empezaron una guerra interna contra ella cuyo resultado final se despejará en pocas horas.
Los 'sorayos', la corriente interna del partido liderada por Soraya Sáenz de Santamaría, promovieron en privado la candidatura de Alfonso Alonso para sustituirla. Pero el movimiento no terminó de cuajar. Mariano Rajoy, poco dado a desvelar a nadie sus cambios organizativos, lanzaba pocos mensajes, pero todos en una misma dirección: avalando la gestión de su secretaria general. En las dos únicas entrevistas que ha concedido desde Navidad, el presidente del Gobierno alabó el trabajo de su mano derecha y abrió la puerta a crear la figura del coordinador general para que alguien del partido pudiese llegar hasta donde no pueda hacerlo una secretaria general con funciones de ministra. Fue entonces cuando todas las alarmas contra Cospedal se fueron apagando poco a poco.
Consenso unánime
En la inauguración del XVIII Congreso Nacional, el consenso ha sido unánime: nadie en el partido cree que Rajoy vaya a apartarla de la Secretaría General a pesar de que el ajustado resultado en la enmienda contra ella haya sido tan reñido. En privado, son muchos altos cargos los que creen que un puesto como el que ella ocupa en Génova no se puede compatibilizar con un ministerio. Sin embargo, son conscientes de que es una decisión única y exclusivamente del presidente y nadie apuesta porque aborde un tema tan radical cuando pidió expresamente lo contrario: "un congreso tranquilo y sin sobresaltos".