La Tizona que blandió Rodrigo Díaz de Vivar para frenar a los almorávides en el Levante español ya puede descansar en paz después de un pleito que se ha prolongado años. El Tribunal Supremo ha puesto fin al litigio entre el actual marqués de Falces, José Ramón Suárez del Otero, y las hijas de un modesto matrimonio asturiano que atendió hasta su muerte al XV marqués de Falces, Pedro Velluti, que falleció soltero e invidente.
El aristócrata instituyó herederos universales a sus cuidadores que, enterados en 2001 por la prensa de que el acero de El Cid campeador pertenecía al patrimonio de la Casa de Falces, iniciaron una batalla legal contra Suárez del Otero. Ganaron en las dos primeras instancias judiciales, pero la Sala Civil acaba de decidir por unanimidad que la Tizona pertenecía por usucapión al XVII marqués de Falces. El mandoble fue vendido por Suárez del Otero en 2007 a unos empresarios burgaleses, que pagaron un millón y medio de euros. La donaron a la Junta de Castilla y León y desde entonces está depositada en el Museo de Burgos, donde se exhibe como una de las piezas más emblemáticas.
La espada, atribuida a Rodrigo Díaz de Vivar (en torno a 1043-1099) mide 78,5 centímetros de largo por 4,5 de ancho. El Museo de Burgos señala que, según los últimos estudios realizados, la hoja, de gran calidad, es contemporánea de El Cid, mientras que la empuñadura original fue sustituida por otra renacentista en la época de los Reyes Católicos. La hoja lleva inscritas las siguientes leyendas 'ave maria gratia plena dominus tecum e io soi tisona, fue fecha en la era de mile quarenta'.
El acero tiene un pequeño canal en el centro de su hoja para que la muerte de los alcanzados por ella fuera más rápida gracias a la introducción de aire en la herida. Se cree que formaba parte de la armadura de Rodrigo Díaz de Vivar, cuyas hijas emparentaron con los condes de Cataluña, condado que pasaría a formar parte de la Corona de Aragón.
"Encargando transmita este recuerdo"
Inventariada en la armería de distintos reyes, Fernando de Aragón, esposo de Isabel I de Castilla, regaló la espada al marqués de Peralta y II marqués de Falces, que ayudó a la integración del reino de Navarra en la corona unificada por los Reyes Católicos. Así fue como la Tizona se integró en la Casa de Falces.
Por testamento otorgado en 1924, Pilar de Dueñas, condesa de Tavira y marquesa viuda de Falces, legó la espada a su sobrino, José María Velluti, XIV marqués de Falces, "encargando transmita este recuerdo al sucesor del título" nobiliario.
Velluti no debió darle mucha importancia a la espada que se dice perteneció a El Cid porque ni siquiera la mencionó en su testamento. Lo que sí hizo fue depositarla en julio de 1944 en el Museo del Ejército. Fallecido en 1959, nombró herederos "por partes iguales" a sus dos hijos, Pedro y Olga Velluti, que en 1980 renovaron el contrato de depósito de la Tizona en el museo castrense.
Pedro Velluti, XV marqués de Falces, falleció en Gijón el 18 de marzo de 1987. Dos años antes había otorgado testamento a favor de Salustiano Fernández y Jacinta Méndez "por carecer de herederos forzosos y tener una hermana [Olga] que le abandonó a su suerte, que no puede ser mejor". Se trataba de un matrimonio de pescadores de Luarca (Asturias) que cuidaron del aristócrata hasta su muerte.
Oferta al Estado
El título de la Casa de Falces pasó a la hermana desheredada, Olga Velluti, que en 1997 lo cedió a su hijo José Ramón Suárez del Otero. Antes de venderla a los empresarios burgaleses, el XVII marqués de Falces ofreció la Tizona al Estado por mil millones de pesetas (seis millones de euros). El Ministerio de Cultura, sin embargo, contraofertó con cien millones de pesetas al considerar que no podía demostrarse que fuera realmente la espada de Díaz de Vivar.
En junio de 2001, Salustiano y Jacinta leyeron un reportaje sobre la Tizona y su depósito en el Museo de Ejército. Empezaron a hacer gestiones y, finalmente, en 2011 interpusieron en los Juzgados una demanda con la que han continuado sus hijas.
El 28 de diciembre de 2012, el Juzgado de Primera Instancia número 72 de Madrid dio la razón a las hermanas Fernández Méndez al declarar que la mitad indivisa de la Tizona fue transmitida a sus padres por herencia del XV marqués de Falces. La Audiencia Provincial de Madrid confirmó el 17 de septiembre de 2014 este fallo, pero la Sala Civil del Supremo, en una sentencia con ponencia del magistrado Antonio Salas, ha estimado ahora el recurso interpuesto por José Ramón Suárez del Otero.
El alto Tribunal ha llegado a la conclusión de que la propiedad de la Tizona fue adquirida por el XVII marqués y, con anterioridad, por su madre Olga Velluti por la posesión no interrumpida del bien.
La espada "pertenecía al XVII marqués por donación de su madre que, a su vez, era titular de tal derecho, en cualquier caso, al haberlo obtenido por prescripción adquisitiva o usucapión, en cuanto había sido poseedora exclusiva de la espada en concep de dueña" durante más de los seis años de plazo que establece el Código Civil, señala el Supremo.
La sentencia explica que, al fallecer su hermano Pedro, Olga Velluti queda "como única depositante de la espada que había sido de su padre (...) e incluso cabría deducir su buena fe por entender que la titularidad de la espada estaba de algún modo vinculada al marquesado de Falces y no podía pasar -ni siquiera en parte- a ser de titularidad de personas extrañas a la familia, lo que venía corroborado además por el hecho de que su hermano no hiciera mención en su testamento a la existencia de la espada".