Cuando Marvin Henriques Correia recibió las fotos, los vídeos y los mensajes de Patrick Nogueira Gouveia desde la escena del crimen en Pioz (Guadalajara), su móvil se convirtió en una de las principales pruebas del caso. De él salieron las conversaciones que confirmaban el orden en el que el asesino acabó con la familia, que le ratificaban como principal sospechoso y que aportaban nuevos detalles sobre la forma de pensar del asesino confeso. Era 17 de agosto. Cuando su amigo, al otro lado del Atlántico, terminó de descuartizar los cadáveres, Marvin se acostó, todavía en shock por lo ocurrido. Lo que uno y otro no podían esperar es que una amiga de ambos acabaría por avisar a la Policía.
En una conversación con EL ESPAÑOL, su padre, Percival Henriques, contaba que durante varios días Marvin había estado "más cariñoso de lo normal", que no había ido a clase y que no podía dormir. Esos recuerdos no solo permanecían en su memoria. También su teléfono móvil se convirtió en testigo directo del caso. Los vídeos, los selfies y las conversaciones entre ambos quedaron almacenadas en la memoria del dispositivo.
A los pocos días, a un amigo suyo se le estropeó su aparato y le preguntó a Marvin si le podía dejar el suyo. El joven y supuesto cómplice del crimen de Pioz no puso ningún impedimento. Tenía dinero ahorrado, así que se compró uno nuevo y le dejó a su colega el Iphone 5 cubierto con una carcasa violeta que usaba habitualmente. Era el móvil en el que estaba todo el crimen de Pioz: los vídeos, las fotos, los selfies de los cadáveres. Al chico le pudo la curiosidad, así que indagó en la galería de imágenes y vídeo del aparato. Rebuscando en el teléfono, el joven no tardó en encontrar los archivos relacionados con el crimen.
Hasta ahora se decía que fue ese joven quien avisó a la Policía. Que había sido el artífice de la detención de Marvin. Que su aviso, supuestamente, habría sido el desencadenante de la detención del segundo implicado en el crimen de Pioz. Sin embargo, la información es errónea. Él no dio el aviso. Fue una joven, perteneciente al círculo de amistades de los acusados en Joao Pessoa, quien se armó de valor y se presentó en la Policía Federal brasileña con las fotos del crimen. A ella, como a otros del grupo, le llegaron las fotografías de lo ocurrido en España y que involucraba a Patrick en el crimen.
El amigo de Marvin trabajaba en una tienda en la que se reparaban teléfonos móviles. Marvin, “inocente y desprendido” según su padre, le dijo que lo utilizase cuanto tiempo le hiciese falta. “Esa solidaridad es típica de mi hijo”, explica el padre del joven, Percival Henriques. Sin embargo, Marvin dudó de si dejarle el teléfono con las fotos del crimen dentro o no. Finalmente accedió sin problema. El amigo del cómplice encontró las fotos en el teléfono y no tardó en pasárselas a sus amigos.
Una chica contra todos sus amigos
La joven quedó en shock al ver las fotos. Hasta ese momento, ninguno de los amigos de Marvin había confesado nada. Nadie abrió la boca ni fue a la policía con la historia. Solo ella. “La chica fue a avisar a la policía federal. Estaba muy asustada”. Entonces las autoridades comenzaron la operación. En primer lugar, localizaron el móvil y al joven al que Marvin se lo había prestado. Después detuvieron a Marvin. La chica quedó muy afectada cuando se enteró de que su amigo, quien había mantenido varias horas de conversación con el asesino del crimen de Guadalajara, estaba en prisión preventiva. “La chica se quedó muy triste cuando lo supo. Y entonces vino a hablar conmigo”, explica Henriques.
Cuando sus amigos se enteraron, comenzaron a molestarla sin cesar. El miedo se apoderó de ella. Al poco tiempo de que ella fuese a la policía, Patrick volvió a Joao Pessoa. “Fue muy difícil para ella tomar la decisión. Corrió el riesgo porque él ya estaba por aquí cuando ella le denunció”, comenta Henriques. Sucedió el pasado mes de septiembre, antes de que la Guardia Civil española difundiese las sospechas en torno a Patrick. “Yo le dije que había sido la única que actuó de forma correcta”. La joven, desesperada ante la falta de comprensión de sus amigos, que la tildaban de chivata, fue en busca del padre de Marvin. Percival Henriques la escuchó con atención. “Yo le dije que no se preocupase. Algunos amigos, incluso su novio, le habían echado la bronca. Ahí vino a mi y la acogí y charlamos. Nadie puede ser molestado por tener una actitud correcta”.
La chica fue a avisar a la policía federal. Estaba muy asustada. Yo le dije que no se preocupase
La joven no lo pasó bien en aquellos días de septiembre en Joao Pessoa. Era una mezcla de rechazo y de miedo. Miedo de Patrick, de que la emprendiese con ella a su regreso. Rechazo de sus amigos, que la veían como una chivata. “Le decían que tenía la culpa de que Patrick estuviera preso”, recuerda Henriques. Los jóvenes amigos de Marvin justificaban con toda clase de razones su silencio, el no haber contado nada a la Policía. Que aquello no iba con ellos. “Que no conocían a las víctimas, que la familia estaba al otro lado del mundo. Que no importaba”, explica Henriques.
Lo que más le llama la atención al padre del supuesto cómplice del descuartizador de Pioz es que ninguno de ellos dijese nada, sabiendo lo que sabían y tras ver las fotos que habían visto. ¿Por qué no lo hicieron? “Por miedo, por lealtad, por distanciamiento. Eso es horrible. Se trata, al final, de un patrón de comportamiento habitual en su generación”. Todos los jóvenes se conocían. Aunque Patrick llevaba tan solo tres años en la ciudad, también la chica le conocía. “Pero ella fue la más madura. La única madura”, explica el padre del supuesto cómplice del asesinato.
El rechazo de los amigos
Cuando la joven, desolada, buscó alguien con quien hablar, estaba triste por Marvin y temerosa de la vuelta de Patrick a Brasil. Todos los amigos, a cuyos móviles también habían llegado las fotos del asesinato, estaban en su contra. No le dejaron de hablar, al revés: solo hablaban con ella para reprenderla, para abroncarla, para reprocharle que hubiera ido con el cuento a las autoridades. Y a ella se le remordía la conciencia. “Es normal. Ningún adolescente quiere quedarse fuera del grupo”.
Ella fue la única que tuvo coraje. Su tristeza es normal. Ningún adolescente quiere quedarse fuera del grupo
Marvin y Patrick continúan en prisión. El padre del cómplice tenía esperanzas en que, al presentar el recurso de habeas corpus, un procedimiento jurídico mediante el cual cualquier ciudadano puede comparecer inmediatamente ante el juez para que este determine sobre la legalidad del arresto, la prisión preventiva impuesta sobre su hijo pudiera terminar. Pero este martes el Tribunal de Justicia de Paraíba denegó esa petición al considerar que existen indicios suficientes de la participación del joven en el asesinato de Marcos Campos, Janaína Santos y sus dos hijos de uno y tres años.
Entretanto, la joven que delató al descuartizador de Pioz y a su cómplice ante la policía brasileña tiene todavía el miedo metido en el cuerpo. Lo tiene desde que desveló los mensajes y fotografías. El padre de Marvin la defiende. “Ella fue la única que tuvo coraje”.
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