A las doce de la noche de este viernes finalizaba el plazo para presentar coaliciones a las elecciones gallegas del próximo 25 de septiembre. Las horas pasaban y no surgía ninguna solución. La ruptura de Podemos con sus socios gallegos de las mareas es un hecho. La coalición, aunque errante, navegó buena parte del tiempo con la bandera gallega por delante, dispuestos a eliminar a Feijóo de su trono de la Xunta de Galicia, ese que lleva 7 años ocupando. No sin problemas, confluyeron para las municipales de 2015, para las del 20-D y para las de el pasado mes de junio. Juntos parecían enarbolar el “Sempre en Galiza” de Castelao, exaltados por el “rumor cadencioso” de las olas de Rosalía que les impulsó a todos juntos para luchar contra lo que ellos denominaron “el enemigo común”.
Sin embargo, un tuit al filo de la medianoche del propio viernes de Pablo Iglesias, atento durante toda la jornada a las negociaciones, abría ayer a la noche a que Podemos termine cediendo y quede incluido en la marea autonómica como un socio más de los cuatro, y no en posición dominante como en un principio querían. Iglesias quiso tranquilizar a los suyos, reculando después de que Echenique dijese esa misma mañana que las diferencias entre ambas posturas eran bastante sustanciales. Podemos todavía tiene tiempo, pero En Marea ya ha elegido un candidato que será sí o sí Luis Villares, entre Podemos o no en la confluencia.
Xulio Ferreiro agradeció al dirigente estatal de la formación su "altura de miras" a la hora de llegar al acuerdo, que todavía no se ha firmado. Otroos diputados nacionales del partido como íñigo Errejón y Antón Gómez-Reino celebraron que el acuerdo pueda llegar a buen puerto.
El gallego está siendo el primer gran problema autonómico al que se enfrenta la dirección estatal de Podemos. Las diferencias se acentuaron después de los resultados de las elecciones del 26 de junio. Fracasaba Podemos, con el fallido sorpasso, y fracasaba En Marea. Los gallegos perdían uno de los seis diputados que habían conseguido en diciembre. Y llegaron las reuniones, llegaron los análisis y las hipótesis de lo que había ocurrido. Las críticas hacia la dirección de Madrid fueron llegando. Uno de los que no se mordió la lengua fue Xosé Manuel Beiras, quien afeó a Iglesias que no hiciera una campaña como era debido en Galicia. Desde entonces, las relaciones se fueron torciendo y ahora peligran con romperse por completo. Los representantes más importantes de las mareas recriminan a Iglesias y a los suyos su elitismo, su falta de capacidad de bajar al barro y ponerse al mismo nivel que el resto de socios de la confluencia.
El espejismo se diluyó esta semana. La desintegración de Podemos en Galicia podía comenzar en esa división. Sin embargo, si finalmente se fragua el acuerdo Podemos confluirá en la marea autonómica como uno más de las cuatro fuerzas que la integran. Sin embargo, los claroscuros vuelven a aparecer en las decisiones de Iglesias. Las bases de Podemos en Galicia aprobaron a principios de este mes su aceptación a que Podemos fuese en coalición con En Marea, no integrados en ella.
Hasta ayer por la noche, las posiciones resultaban irrenunciables desde ambos bandos. El partido de Pablo Iglesias se aferró sin reservas al mástil de una coalición que los socios de En Marea no querían ni ver. Los Xulio Ferreiro, los Martiño Noriega, los Jorge Suárez y los Beiras no estaban por la labor de ceder el proyecto de colaboración común, de verse sometidos a una coalición en la que Podemos Galicia no estuviese al mismo nivel que el resto de los tripulantes. Querían a Podemos en la cubierta, no en uno de los camarotes de mando. Así, las negociaciones de los últimos días llegaron al punto crítico el viernes por la mañana. La postura de Podemos siempre ha estado en las antípodas de lo que le exigía En Marea. Para evitar una más que probable debacle gallega, Pablo Iglesias y los suyos terminan cediendo a última hora para aprovechar el tirón de las mareas atlánticas en el ámbito local.
Las diferencias internas entre ambos partidos han provocado que En Marea alargase el plazo de presentación de las candidaturas al proceso de primarias. De ese modo, se facilitaría la integración de los representantes del partido de Pablo Iglesias en las listas electorales. Pero los problemas que arrastra la organización desde incluso antes de los resultados de las elecciones del 26-J han retrasado la formación de la candidatura conjunta hasta ahora.
Crónica de un día de contradicciones
La crónica política de las negociaciones de ayer fue paradigmática de lo que se vive en el seno de En Marea en los últimos meses: declaraciones contradictorias, falta de unidad interna, grupos disgregados dentro del mismo partido... Los pesos pesados de Podemos desembarcaron el pasado jueves en Santiago de Compostela para salvar “in extremis” la situación. Echenique admitió tras las reuniones que existían “importantes diferencias” con las mareas, pero que se negociaría hasta el final. Casi al mismo tiempo, Luis Villares hablaba en Radio Galega asegurando que la coalición que Podemos exigía no iba a terminar de formarse. "La dirección reclamaba una fórmula de coalición, algo que no podía ser, en la medida en que la fórmula de confluencia suponía un espacio de integración política". La fórmula no se contemplaba de ninguna manera.
También Xulio Ferreiro, alcalde de A Coruña y uno de los pesos pesados de la marea, salió al paso de los acontecimientos, afirmando que Podemos no está siendo valiente al no asumir la condición de igualdad con las otras tres fuerzas que integran el partido que disputará las elecciones a Feijóo en Galicia. Sin embargo, y pese a que las relaciones están “encalladas”, los teléfonos seguían abiertos. Al final, parece que la buena sintonía entre Iglesias y algunos de los integrantes de las mareas pueden dar sus frutos.
La situación que podría haber generado habría sido, cuanto menos, curiosa. En el Congreso de los Diputados, dos parlamentarios de Podemos quedarían dentro del grupo de En Marea mientras sus respectivos partidos tirarían cada uno por su cuenta. Y en los ayuntamientos ganados por la Marea Atlántica en las municipales de 2015 harbían quedado miembros de ambos partidos bajo el nombre de unas mismas siglas.
Un complejo puzle
Feijóo anunció la semana pasada la fecha de las elecciones para el 25 de septiembre. Sin embargo, las mareas seguían enfrascadas en sus problemas internos. Sin candidato, sin planteamientos y sin haber analizado a conciencia qué fue lo que sucedió en las elecciones del 26 de junio. Pese a todo, las mareas son un complejo puzle formado por tres patas que estaban condenadas a entenderse.
Todas las miradas del partido morado se posaban el pasado viernes en Galicia, a riesgo de acabar separados de un proyecto político que, cuando todos los sujetos políticos han ido conjugados en el mismo verbo, casi siempre les ha cosechado resultados positivos. El mejor ejemplo de ello fue su irrupción en las municipales de 2015. Las mareas atlánticas, recogiendo el descontento social haciéndose con las alcaldías de Santiago, A Coruña y Ferrol, feudos que tradicionalmente han sido pasto del bipartidismo.
La bendición de Beiras sobre Luis Villares la semana pasada lograba disipar todas las dudas que se vertían sobre el candidato de consenso de En Marea. Ungido por el patriarca, no quedaban escollos en el seno de la coalición. El problema no venía de su propio camarote, sino desde el de enfrente.
Los problemas de Podemos con sus confluencias no han cesado desde los primeros días de su alianza. Los desacuerdos por los grupos parlamentarios, la elección de los diputados en las listas, la forma de concurrir a las elecciones... La situación en Galicia es seria, pero tiene precedentes. Compromís insistió en constituirse como grupo parlamentario propio. Sin embargo, la mesa frenó la propuesta y terminaron por dar de bruces en el mixto.
Paradójicamente, hasta el momento la fórmula ha resultado conveniente para todos, pues juntos aumentan sus posibilidades en cuanto a parlamentarios se refiere. Aunque últimamente no han sido muy acertadas, las encuestas siguen marcando de alguna forma las actuaciones. La última, publicada la semana pasada por La Voz de Galicia, daba 37 representantes a Feijóo, a uno de la mayoría absoluta. El PSOE obtendría 15, y 12 En Marea. En caso de ir por su cuenta, Podemos Galicia obtendría tan solo 5 diputados. Quizás el miedo a que su fuerza se viese disminuida en la comunidad es lo que ha hecho a Iglesias cambiar de marcha y pner su vehículo a la par de los otros tres socios.
La decisión podía haber jugado en contra de Podemos. Ambos partidos comparten espectro ideológico, y aglutinan un perfil de votantes similar. A Podemos le podría perjudicar enormemente la decisión en una comunidad en la que la marea tiene un arraigo tan grande. Si a Pablo Iglesias le faltaba acción en su retiro veraniego, ya ha quedado servido.