A río revuelto, ganancia de directores de campaña. Las fuerzas políticas con representación en el Congreso de los Diputados no son capaces de pactar cómo reducir las subvenciones que perciben los partidos políticos para hacer campaña. Incluso pese a que esas partidas son el espejo de su propio fracaso a la hora de elegir un nuevo presidente de Gobierno.
La segunda reunión se ha convertido en la constatación de un desacuerdo sobre cómo recortar que evidencia la intención de todos los partidos de reducir lo mínimo indispensable y en las partidas que más se acomoden a la estrategia de cada formación. Ante la falta de un pacto concreto para hacer la rebaja voluntaria (para cambiar la ley ya es demasiado tarde), cada partido hará lo que estime oportuno.
En realidad, la mayoría de los partidos se han comprometido a recortar, por lo que la campaña del 26 de junio será más barata que la del 20 de diciembre. Pero ambas las pagan los ciudadanos sin que haya habido un acuerdo concreto.
De los cuatro grandes partidos, sólo Podemos no se ha comprometido a reducir sus gastos argumentando que su campaña ya fue muy austera y, si se atiende a los resultados, más eficiente que la de los demás.
El PP y el PSOE prometen reducir la suya en un 30% respecto a lo que gastaron en la última y Ciudadanos en torno a un 10 y a un 15%. Otros partidos, como Convergencia Democrática o Unión del Pueblo Navarro (UPN), rebajarán también en un 30% sus gastos. El PNV lo hará en un 10%. Todas estas partidas son independientes del buzoneo o mailing de millones de papeletas electorales, que se computa aparte y donde tampoco ha habido fumata blanca.
La mayoría de partidos rebajan, pero un cruce de reproches y de argumentaciones técnico-jurídicas evitaron que se pusieran de acuerdo en un pacto concreto y conjunto como el que promovió UPN al pedir la reunión.
Las razones son varias:
Techo de gasto frente a gasto real. Ciudadanos y Podemos pedían rebajar el techo de gasto total, que para un partido nacional es de algo más de 13 millones de euros. El límite se calcula según la población.
Ningún partido lo superó en diciembre, como puede verse en el gráfico que contiene esta información. Ciudadanos proponía rebajarlo un 50%, por lo que afectaría en gran medida al PP y en menor medida al PSOE, pero no a Ciudadanos y a Podemos, este último muy lejos. La formación de Pablo Iglesias proponía una rebaja del 70%, con lo que sólo su campaña quedaría al margen de la tijera.
Frente a es postura, PP y PSOE pretendían rebajar los gastos reales, es decir, los efectuados en la última campaña. Con una tarifa plana de reducción, el recorte lo notarían más las formaciones nuevas y más pequeñas, que gastaron menos y recurrieron menos a los bancos para evitar endeudarse más de la cuenta. Ante esto, el PNV propuso una reducción por tramos de entre el 10 y el 30% según el tamaño de la campaña.
Publicidad exterior. En este capítulo hay un consenso prácticamente generalizado. Salvo partidos como el PNV, que no prescindirá de vallas, banderolas y derivados, los grandes renuncian a ese tipo de publicidad. Generalmente responde a un doble objetivo: el conocimiento del candidato y el fomento de la participación. Pero los candidatos repiten y hay pocos electores que no sepan que el 26 de junio toca volver a las urnas.
Buzoneo. Es uno de los grandes gastos. Cada partido envía por separado millones de cartas, una por elector, con un panfleto de publicidad, una papeleta de la formación en cuestión y un sobre. Los partidos pequeños, también Podemos y Ciudadanos, reclamaban un envío único con todas las papeletas. PP y PSOE lo han rechazado porque creen que sería ilegal y, además, más costoso que el sistema actual. Pese a todo, Podemos y Ciudadanos se han comprometido a estudiar un envío conjunto. Los socialistas proponen rebajar de 0,18 a 0,15 lo que cuesta cada envío, estimando un ahorro de un millón sólo para ellos. El PP se ha comprometido a tratar de ahorrar también en cada envío, pero sin que sea conjunto.
La mayoría de partidos ha culpado al PP de la falta de acuerdo, sobre todo después de que el PSOE cambiara de posición entre reunión y reunión y aceptara una rebaja del techo del 50%. Ante el naufragio de las negociaciones, cada uno hará lo que considere oportuno y los socialistas volverán a su promesa inicial de rebajar en un 30% sus gastos.
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