Para hablar de su libro quedamos con Ignacio Cembrero en Lavapiés, el barrio más moro de Madrid. Hay tiendas halal, maniquíes con hiyab y cinco lugares de culto islámico, el número más elevado de toda la capital. Hasta escribir La España de Alá (La Esfera de los Libros), Cembrero ha recorrido casi todos los lavapiés del país, entre ellos la cañada de Hidum o de la Muerte en Melilla y el famosísimo El Príncipe Alfonso de Ceuta, epicentro de la acción en la serie de TeleCinco que acaba de terminar y que ha sido récord de audiencia en nuestro país.
En todos ellos, como hoy con nosotros, se ha parado este periodista experto en el Magreb a tomar un café o un té al con algunos de sus protagonistas: desde el joven melillense Suleiman Said, cuyo hermano fue detenido como jefe de una célula de reclutamiento para el Estado Islámico hasta el ceutí Abdelkamil Mohamed, presidente de la Asociación de Vecinos del Príncipe, que le cuenta a Cembrero cómo el 80% de los adultos del barrio en edad de trabajar está en paro.
Cembrero, que tiene un humor cáustico, ha dedicado 50 de sus 61 años al periodismo. Empezó escribiendo en Rush, la revista de su colegio en Bruselas, donde vivió muchos años porque su padre fue el primer español funcionario de la Comisión Europea. De vuelta a España con 24 años, trabajó en Diario 16, El País (tres décadas) y El Mundo, a vueltas siempre con Europa, la diplomacia y el mundo árabe.
En los años 90 del siglo pasado me topé con él siguiendo a Felipe González en sus viajes fuera de España. Lo recuerdo, feliz, en el Líbano, donde fue corresponsal durante cuatro años y donde se enamoró de todo lo musulmán. Iba ya predispuesto: en 1979, cuando cubrió la visita de Yasir Arafat a Adolfo Suárez descubrió su interés por Oriente Próximo: “Era y es la zona más conflictiva del planeta”.
Este es su segundo libro, una radiografía densa y detallada de esos dos millones de musulmanes que viven en España: un manual de aviso sobre lo que podría o debería de hacer nuestro país para evitar errores cometidos por países vecinos como Bélgica, Francia o el Reino Unido, donde la inmigración musulmana es más antigua y numerosa.
En este who-is-who del 4% de la población española, Cembrero nos pasea por la España musulmana: nos adentra en un pueblo de Huelva donde hay un musulmán que hace jamones halal; nos introduce a un tal José Álvarez (nombre falso) en una Almería ficticia donde trabajó como agente doble para los servicios secretos de España y de Marruecos tras ser adiestrado en rudimentarias técnicas de espionaje, como tomar fotografías con un bolígrafo; nos recuerda cómo en 1982 un jovencísimo José Manuel García-Margallo (38 años entonces) impulsó una reforma del Código Civil para dificultar el acceso de los musulmanes a la nacionalidad española, y nos cuenta cómo “el CNI [Centro Nacional de Inteligencia] investigó a Pablo Iglesias en 2014 por sus supuestos vínculos con Irán y dio carpetazo al asunto porque no encontró nada”. Entre otros muchos detalles e informaciones, porque el libro, pensado como un ensayo, es sobre todo la crónica de un periodista.
Este es un extracto de nuestra conversación:
En 2016, después de que el CNI cerrara su investigación sobre Iglesias, el Gobierno revivió el caso a través de la UDEF [Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal] de la Policía Nacional.
Querían saber cuál era la relación de Iglesias con Irán. Es curioso que cuando el CNI da el carpetazo a la investigación la abre la Policía. Uno puede discutir si se puede o no trabajar para el régimen iraní -y Pablo Iglesias lo explica-, pero de lo que no me cabe la menor duda es que ni él ni su partido han sido financiados por Irán. Ha hecho un programa por el que ha cobrado 700 euros brutos como autónomo por tertulia, hacía cuatro al mes. Lo empieza a hacer en la Navidad de 2012 y hasta enero lo seguía haciendo. Los hace todas las semanas, incluso en agosto.
Hace ocho años que publicó un primer ensayo, Vecinos alejados (Galaxia Gutenberg), sobre las relaciones España-Marruecos.
Los musulmanes aquí, en cierta medida, son una prolongación de Marruecos. La gran mayoría de la inmigración musulmana en España es marroquí o de origen marroquí. Por otra parte, no había ningún libro de estas características. Hay trabajos académicos muy buenos hechos en Andalucía y en Cataluña, pero no hay ninguna obra de conjunto periodística de divulgación como ésta. Decidí hacerlo porque conozco el tema, tengo trato con musulmanes en España y era una forma de plasmar algunas cosas que sabía ya y otras que he ido aprendiendo. No empiezo desde cero el año pasado en abril: tenía mucho background.
¿Son posibles atentados en España como los que hemos visto en los dos últimos capítulos de El Príncipe, con camareras suicidas en una cumbre hispano-marroquí en La Alhambra?
La serie ha tenido en algunas ocasiones hasta seis millones de seguidores, eso es un récord absoluto. Un sitio para mí clave en España sería la Sagrada Familia en Barcelona, donde hay colas para entrar. Ese tipo de reacciones hasta ahora no las conocemos en España. En fin, no demos ideas a los terroristas, aunque yo creo que ellos las tienen ya por su propia cuenta.
El libro está terminado antes de los atentados de Bruselas. ¿Hay más islamofobia o morofobia ahora?
Algunos marroquíes sí prefieren hablar de morofobia, porque dicen que te miran mal sólo si dices que eres de Marruecos. No, no ha cambiado mucho después de Bruselas. Aunque han ocurrido cosas que no habían ocurrido nunca antes, como que #stopislam fue trending topic en Twitter, o como que apareciera ese cartel junto a la mezquita de la M30 [Hoy Bruselas. ¿Mañana Madrid?] Pero si nos comparamos con Francia, Reino Unido, Holanda...Aquí estamos con un nivel bajo de islamofobia. Ningún partido político significativo importante- en el Congreso o en un parlamento autónomo- tiene un discurso racista, islamófobo, xenófobo, discriminatorio.
Estamos un momento ideal para que las autoridades españolas tomen las medidas pertinentes.
Sobre todo educación, formación, incluida la religiosa, que no se da prácticamente en ningún lado a los chavales musulmanes escolarizados. Hay 45 profesores de Islam para el conjunto de España cuando hay 275.000 alumnos musulmanes y hay comunidades autónomas como Cataluña donde hay 75.000 alumnos musulmanes y ni un solo profesor. En Canarias hay 8.000 alumnos y un solo profesor repartido por todas las islas.
La educación religiosa musulmana en España no está transferida excepto desde el año pasado en el País Vasco. Es alucinante. También es muy importante crear un islam español o europeo, no uno sometido a influencias extranjeras. En España no hemos dado ni un paso, aquí estamos entre Arabia Saudí y Marruecos. En el caso de Arabia Saudí, el wahabismo es la antesala del terrorismo.
La sociedad española es más desconocedora que sus vecinos europeos de la cultura islámica.
La desconoce pero tiene miedo. En algunos sondeos que se han hecho en Europa se ha visto que la población española era, después de la francesa, la que más miedo tenía a los musulmanes. Eso me parece absurdo porque en este país, desde el 11M no ha pasado absolutamente nada. Ni una agresión con arma blanca por parte de un musulmán radical contra un militar o un cura. Ahora sí hay miedo.
Por primera vez en el CIS de enero el terrorismo internacional forma parte de las preocupaciones de los españoles. En parte, creo que es un miedo al que contribuye el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Creo que el nivel 4 es innecesario. El ministro alarma a la población hablando constantemente del peligro yihadista en un país en el que no ha pasado nada. Ese tipo de reacciones hasta ahora no las conocemos en España. Conozco a un profesor sevillano al que hace algo más de un año lo obligaron a bajar de un avión que iba de Palma a Düsseldorf porque los pasajeros protestaron por su aspecto musulmán. Pero no eran españoles. Esas cosas aquí no pasan, por ahora.
En este barrio en el que estamos, el pasado noviembre detuvieron a tres chicos que tenían la orden de ejercer la yihad individual.
De verdad, en cuanto a riesgo de atentado, las ciudades españolas están en el pelotón de cola. Otra cosa es que podamos tener mala suerte. Aquí no ha habido desde el 11M y Leganés el menor incidente. En Bélgica, Francia y el Reino Unido ocurren pequeños incidentes de los que la prensa española no se hace eco que aquí no tienen lugar. A finales de marzo, en Glasgow, acuchillaron y mataron a un musulmán que era muy activo en las redes sociales deseando Felices Pascuas a los cristianos. De aquí han salido 160 yihadistas al Daesh. De Francia, 1.700. Bélgica, con lo pequeñito que es, más de 500. Eso no quita que tengamos que ser vigilantes.
En España son menos y llevan menos tiempo.
Aquí hay tres razones por las que estamos bien. Son de primera generación, que lo quiere es llegar a fin de mes. Segunda razón, la hiperactividad de las fuerzas de seguridad. Francia y Bélgica nos acaba de superar, pero hasta el pasado 13 de noviembre es España donde más actuaciones de las fuerzas de seguridad se producen. La tercera razón es que aquí a los musulmanes no se les ha intentado imponer nada, se les ha dejado a su libre albedrío. Aquí el único criterio integrador que ha habido es el mercado laboral.
Nuestro Molenbeek [barrio bruselense] está en Barcelona, según el mapa de la radicalización por provincias del Ministerio de Interior que revela en el libro.
Barcelona está a la cabeza con el 20% de toda España, más de 6.000 puntos de radicalización, el record de España. Esto equivale a la quinta parte de toda España. Después, Madrid que no es un factor preopcupante. La radicalización está en la costa mediterránea, fundamentalmente en Barcelona y después en Murcia. Se libran Granada y Castellón. Cádiz está alto en el riesgo de atentado por la presencia de la base americana de Rota pero no en radicalización, exceptuando la zona de Algeciras.