Pedro Sánchez es una rara avis en el uso de las redes. Abrió su cuenta en verano de 2009, cuando Twitter era un concepto extraño para muchos y las redes sociales, un escaparate continuo online de nuestra vida privada, eran vistas con recelo por muchos o consideradas una moda caprichosa destinada al fracaso.
Hoy en día resulta inimaginable que un candidato prescinda de tener una presencia online cuidadosamente reglada por community managers, conscientes de ser objeto de un escrutinio constante por parte de millones de usuarios. El tuit que inauguró la cuenta de Pedro Sánchez es un documento de otra época, de una red experimental, casi íntima, en la que uno podía expresarse con espontaneidad, incluso con un punto de ingenuidad.
Aunque visto desde la distancia, la ingenuidad pudo ser excesiva. La imagen de un aspirante a la presidencia del Gobierno pidiendo inútilmente ayuda en la red porque se ha quedado sin batería resulta ahora risible. ¿Qué esperaba conseguir exactamente? El principal acceso a la red era por entonces el ordenador, no podía confiar en que alguien en su proximidad acudiera en su ayuda.
Otro ejemplo ya célebre: el candidato pidiendo ayuda para enfrentarse a un taxista que le va a cobrar de más. Sin duda no es la clase de precedente que alguien que aspira a dirigir el país quiere que figure en su historial. En realidad, a Pedro Sánchez le honra haber conservado sus tuits tal cual. Son el testimonio de una época en la que Twitter era un círculo pequeño, como puede serlo ahora nuestra cuenta de Facebook.
Esta pizzería no podría haber soñado con un marketing viral mejor, en una época en la que tal concepto ni existía. Y nadie imaginaba que Twitter se convertiría en la poderosa herramienta de comunicación que es ahora: Sánchez lo usaba para celebrar con franqueza las pequeñas cosas buenas de la vida.
Aquí observamos que Sánchez también compartió una molesta tendencia que se popularizó en torno a 2010: la del uso de la aplicación twitlonger, que permite rebasar los 140 caracteres pero a cambio llena el timeline de frases truncadas. Tal práctica quedó obsoleta con la popularización de Facebook, que nos permite explayarnos a gusto, y el candidato del PSOE ha aprendido a ajustar mucho mejor sus mensajes.
Afortunadamente, para alcanzar ese objetivo, ha abandonado otro que puede parecer juvenil pero en realidad es descuidado: las abreviaturas. Todavía recordamos con un escalofrío cuando quiso ser Pdro Snchz.
En general se advierte la falta de cuidado en los mensajes. Un tuit redactado así por un político de primera línea sería ridiculizado sin piedad.
Son pequeños detalles que hoy no se pasan por alto, como una puntuación caótica...
... la alergia a las tildes ...
... o planteamientos confusos que hubieran requerido una segunda lectura. Está bien tener iniciativas de participación online, ¿pero de qué estamos hablando, de un SMS o un tuit? En general se perciben más prisas que precaución a la hora de expresarse.
En general Pedro Sánchez ha ido mejorando la manera de expresar las ideas políticas, que en los primeros tiempos resultaban atropelladas y carentes de las referencias - cuando no de la puntuación - adecuadas.
Resulta sangrante, sin embargo, que se equivocase al escribir el nombre de la operación contra la corrupción más importante que afecta a sus rivales políticos.
Aquí una curiosidad: una ocasión, quizás por accidente, en la que Pedro Sánchez se identificó como 'indignado'.
Volviendo a los malos hábitos que Sánchez ha sabido corregir, está el de la interrogación superflua.
O el uso de "mirar" por "mirad". En ocasiones, rememorando la campaña de las últimas elecciones catalanas, parece estar escuchando a un político transformado en indio.
También ha aprendido a escoger mejor las imágenes. ¿Qué querría decir con esta? Quizás una Europa que, vista desde el espacio, no muestra fronteras.
Esta otra, sin embargo, resulta desconcertante:
Instagram podría ayudarle con instantáneas así (pero no con el dedo en el objetivo)
Y otro detalle, aunque hay reconocer que la tecnología de Twitter de la época no ayudaba a ello: el de hablar de noticias sin enlazarlas.
Si Pedro Sánchez consigue finalmente ser presidente y quiere conservar su cuenta tendrá que asegurarse de que ha desactivado las notificaciones automáticas, algo que trajo más de un disgusto a algún ministro, que vio como su móvil publicaba puntuaciones de videojuegos.
Pero aunque continúe tuiteando, hemos perdido para siempre la versión más auténtica de Pedro Sánchez en las redes. El que constata el tiempo que hace...
... fotografía su merienda ...
... corre a comentar sus encuentros en los aeropuertos (en la Presidencia tendría muchos de estos, y es difícil imaginarlo alborozándose así con cada uno).
El que hace chistes fáciles...
... comparte memes ...
... saca fotos (borrosas) a viñetas ...
... y pone sus decisiones en manos de la red.
En un momento dado pretendió seguir a todos sus followers. Eso debería decirnos todo lo que hay que saber sobre el estado de Twitter en la época.
El romántico...
... el hombre hogareño ...
... con gustos sibaritas más allá de cierta esponja que vive en una piña debajo del mar...
...y el vividor. 'Crisis? What Crisis?'
Desde el famoso "rockeros, el que no esté colocado, que se coloque" de Enrique Tierno Galván, ningún cargo electo había incitado de tal manera al vicio.
Y pocos presidentes podrían presumir de recibir con elegancia los elogios a su atractivo.
En 2011 reivindicaba el derecho de los nacidos el 29 de febrero a celebrar cumpleaños anuales. Los preparativos de la investidura le han hecho saltarse la fiesta este año, por lo que tendrá que esperar otros cuatro años más.
En definitiva, Pedro Sánchez de ayer y hoy: que la suerte te siga acompañando.